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The Guardian en español

La campaña 'bunga bunga' de Berlusconi para convertirse en presidente de la República

Un mural de Silvio Berlusconi fotografiado en una calle de Roma, Italia.

Angela Giuffrida

Roma —

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“¿Quién es Silvio Berlusconi?”, se titulaba el anuncio a página completa con los 22 logros y rasgos de personalidad del exprimer ministro de Italia. Solo faltaba una cosa: su talento para cantar. Pero el hombre que fue cantante de cruceros y uno de los líderes más polémicos de Italia, con innumerables causas legales abiertas, espera que su agradable voz seduzca a decenas de parlamentarios para apoyar su candidatura a presidente.

La votación comienza el 24 de enero y Berlusconi, a sus 85 años, ha roto con una tradición no escrita y se ha puesto a hacer una campaña sin tapujos para que lo nombren presidente de la República italiana, un cargo eminentemente ceremonial y con facultades para resolver crisis políticas. Lo está haciendo sin lanzar oficialmente el sombrero al ruedo.

Su campaña de seducción incluye el sondeo telefónico a los parlamentarios no afiliados, cuyos votos le podrían dar la victoria (con una invitación en chiste a su “partido bunga bunga”, en alusión a las polémicas fiestas sexuales con ese nombre organizadas por Berlusconi). Esto está avivando las divisiones dentro de la coalición que gobierna Italia, bloqueando un verdadero debate sobre un candidato imparcial en el que todos los partidos podrían coincidir, y reactivando la protesta de los italianos que consideran abominable la perspectiva de que Berlusconi, rodeado de escándalos, se convierta en el jefe de Estado.

Vittorio Sgarbi, diputado, crítico de arte y subsecretario de Cultura en el segundo de los cuatro gobiernos de Berlusconi, lleva una semana organizando “llamadas con Berlusconi” para saber si el multimillonario líder de Forza Italia puede sumar los votos que necesita para ganar. “[Berlusconi] me dijo que tenía 100 votos más [de parlamentarios no afiliados] y yo le dije 'vale, vamos a intentar ponerle cara a esos votos', así que empezamos a llamar por teléfono a la gente”, dice Sgarbi. “Es gente sin un partido al que llamar casa, por eso recibir una llamada de Berlusconi hace que se sientan importantes. Hasta ahora hemos hecho 50 llamadas y 15 parecían dispuestos a votar por él. Es él quien habla, no yo, y su voz es como la de Frank Sinatra; para mí, solo con su voz puede aportar 20 votos como mínimo”.

Antes de nombrar al sucesor del actual presidente Sergio Mattarella, que el 3 de febrero dejará el cargo, emitirán su voto algo más de 1.000 “grandes electores”, entre los que hay diputados, senadores y un número menor de delegados regionales, en un complejo proceso que probablemente pasará por varias rondas.

La mayoría necesaria para ganar disminuye en cada ronda. La Liga y Hermanos de Italia, los partidos de derecha aliados a Berlusconi, han prometido su respaldo si en los próximos días el exprimer ministro comunica oficialmente su candidatura y demuestra que tiene los votos extra. Si esas formaciones mantienen su promesa y si todos los parlamentarios en el bloque de la derecha apoyan a Berlusconi, necesitaría otros 80 votos de no afiliados para llegar a los 505 necesarios para una victoria en cuarta ronda.

Auto alabanzas

Berlusconi está haciendo todo lo posible por mejorar su imagen pública mientras busca un último asalto al poder, movilizando su imperio mediático y acaparando el debate político. Entre los atributos destacados en el anuncio publicado la semana pesada por Il Giornale, su periódico, figuraban ser “una persona buena y generosa”, un “amigo de todos, enemigo de nadie”, y un “hombre hecho a sí mismo, un ejemplo para todos los italianos”.

Dice haber puesto fin a la guerra fría entre Rusia y Estados Unidos y se describe a sí mismo como un “héroe de la libertad” que entró en política por primera vez en 1994 para liberar a Italia de un régimen autoritario. No se menciona la condena por fraude fiscal que en 2013 provocó su destitución en el Senado, sus innumerables problemas judiciales, o el hecho de que siga siendo juzgado por presunto soborno de testigos en un caso de prostitución de menores originado en sus fiestas sexuales, que él llamaba “bunga bunga”. (En 2013, fue condenado por prostitución de menores y luego absuelto en la apelación porque, según el juez, Berlusconi no podía saber la edad de la menor, pero las ramificaciones del caso siguen abiertas, entre otras causas pendientes y en proceso este mismo enero).

De hecho, Berlusconi está aprovechando la notoriedad que alcanzaron aquellas fiestas. “Cuando Sgarbi me puso al teléfono con Berlusconi, pensé que era un colega imitándolo”, dice Cristian Romaniello, exdiputado del Movimiento Cinco Estrellas y ahora integrante del grupo mixto. “Hizo una broma invitándome al ”partido bunga bunga“ y debo admitir que aprecié su humor. Nunca votaría por él, pero comparado con todos los demás, que son un poco esnobs, él está acogiendo, uno por uno, a parlamentarios que suelen ser despreciados”.

Según Sgarbi, la motivación de Berlusconi con esta campaña es demostrar a sus detractores que él puede hacerlo. “Es una respuesta a todos los que le han atacado”, dice. “También sostiene que los que tienen la capacidad de votar no encontrarán mejor presidente que él”.

La opción Draghi

Si se convierte en presidente, Berlusconi obtendrá el poder para elegir a primeros ministros que luego podrán tratar de formar mayorías de gobierno o convocar elecciones anticipadas, así como aprobar o rechazar leyes.

En su mayoría, los analistas creen que a Berlusconi le costará conseguir los apoyos necesarios para ganar. Su principal rival para una presidencia que dura siete años es Mario Draghi, el actual primer ministro. Pero muchos se resisten a que Draghi pase de primer ministro a presidente, porque eso supondría el fin anticipado de su Gobierno y pondría en juego las reformas necesarias para asegurar que lleguen los fondos de recuperación post-pandémica de la Unión Europea (Italia es el mayor beneficiario de esos fondos). La semana pasada, Berlusconi amenazó con retirar a Forza Italia de la actual coalición de Gobierno si Draghi salía elegido presidente.

Pero la perspectiva de tener a Berlusconi como jefe de Estado es inconcebible para el bloque de izquierdas del Parlamento. “La candidatura de Berlusconi es un callejón sin salida”, dijo este domingo Enrico Letta, líder del Partido Democrático (PD), en una entrevista en televisión. “No es una figura institucional sobre la que haya unidad, busquemos juntos un nombre, necesitamos a alguien súper imparcial”, ha pedido a los partidos de derecha. Según Sgarbi, Berlusconi ha tratado sin éxito de obtener el apoyo de algunos parlamentarios del PD.

Mientras tanto, en protesta por su campaña, se ha reactivado el movimiento anti-Berlusconi conocido como El Pueblo Violeta y en balcones de toda Italia han aparecido pancartas con la leyenda “No Berlusconi”. “En estas elecciones, el nombre de Berlusconi no debería ser considerado, es absolutamente inadecuado”, dice Gianfranco Mascia, líder de El Pueblo Violeta. “Ha sido condenado, aún lo están juzgando y ha ofendido muchas veces a las mujeres. Recibo llamadas de gente del extranjero que me preguntan cómo es posible que esté pasando esto”.

Traducción de Francisco de Zárate

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