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Sanidad, de ministerio 'maría' a incubadora de candidatos

Imagen de archivo de José Manuel Miñones, nuevo ministro de Sanidad.

José Enrique Monrosi

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José Manuel Miñones será oficialmente desde este martes el tercer ministro de Sanidad de la legislatura. Alcalde de Ames (localidad dormitorio de Santiago) y delegado del Gobierno en Galicia, se pone en la recta final de la legislatura al frente de un departamento poco valorado políticamente hasta la explosión de la pandemia pero del que sus dos predecesores, Salvador Illa y Carolina Darias, salieron catapultados como candidatos a la Generalitat de Catalunya y a la Alcaldía de Las Palmas, respectivamente. Tras su nombramiento, es ahora Miñones quien toma fuerza como futuro candidato socialista a la Xunta de Galicia. 

Tan poco peso político se le otorgaba a una cartera con la práctica totalidad de competencias transferidas a las comunidades autónomas, que su asignación al comienzo de la legislatura se convirtió en una especie de cambalache. Durante la primera negociación fallida del Gobierno de coalición, el PSOE llegó a ofrecer formalmente el ministerio de Sanidad a Unidas Podemos, que lo rechazó automáticamente por considerarlo “un elemento decorativo sin competencias”. 

Tras la repetición electoral y el posterior pacto entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para compartir Consejo de Ministros, el presidente del Gobierno dejó para el final la decisión sobre dos departamentos: Política Territorial y Sanidad. Aunque Sánchez tenía claros los nombres de Salvador Illa y Carolina Darias como integrantes de su Ejecutivo en el marco de la búsqueda de equilibrios territoriales en el PSOE para los ministerios, la incógnita sobre la cartera que ocuparían ambos se mantuvo hasta el final. 

Ya en ese momento se llegó incluso a valorar la designación de Darias en Sanidad, pero el presidente acabó decidiéndose por el entonces secretario de organización del PSC. “Creo que es un ministerio que te va a dejar tiempo para seguir haciendo política con Catalunya”, le dijo Sánchez a Illa pensando en una legislatura marcada por la desescalada del conflicto catalán y por una minoría parlamentaria en la que socios como ERC resultarían clave. Faltaban dos meses para el estallido de la pandemia del coronavirus y para que un decreto de estado de alarma convirtiera a Salvador Illa en mando único sanitario. 

Illa convirtió al PSC en primera fuerza de Catalunya

La mayor emergencia de salud pública en un siglo convirtió de la noche a la mañana al ministro de Sanidad en un político trascendental. “Al ministro de Sanidad lo nombra el presidente del Gobierno y lo cesa una crisis sanitaria”, cuenta Illa que le advirtió un compañero tras conocer su nombramiento. Lejos de eso, la crisis de la COVID-19 sirvió al político catalán para reforzar un perfil público de hombre sereno, solvente, educado incluso ante los ataques más duros de sus adversarios más acérrimos, y con dotes para la negociación y la pedagogía en público. “Lo más importante que consiguió fue trasladar un mensaje de serenidad y confianza en tiempos de pánico. Y eso siempre lo valora la ciudadanía”, describe un compañero de Gobierno. 

Pronto vieron en La Moncloa que el perfil político de Salvador Illa tenía más recorrido. Y por eso en diciembre de 2020 y a las puertas del comienzo de la vacunación contra la COVID-19 fue designado candidato del PSC a las elecciones anticipadas al Parlament de Catalunya. Illa convirtió a los socialistas catalanes en primera fuerza y consiguió ganar las elecciones, aunque no gobernar por el pacto entre los partidos independentistas. 

Su sucesora fue la mujer que ya estuvo a punto de aterrizar desde la Consejería de Economía del Gobierno de Canarias al ministerio de Sanidad al principio de la legislatura pero que acabó al frente de la cartera de Política Territorial. “Su nombre quedará vinculado para siempre al éxito de la campaña de vacunación y al fortalecimiento de la sanidad pública”, le reconoció este lunes Pedro Sánchez durante la declaración institucional en la que formalizó los cambios del Gobierno. 

La llegada de Darias a Sanidad tuvo lugar en un momento de contagios y presión hospitalaria al alza y su salida se produce en un escenario de absoluta normalidad, con los planes de vacunación desarrollados y con la retirada de las últimas obligaciones sanitarias el pasado mes de febrero tras el fin de las mascarillas en el transporte público. 

Las tareas pendientes

Al exitoso plan de vacunación se suman en la trayectoria de Darias en el ministerio el primer plan de salud mental estatal con la activación del 024 como número de atención a personas en riesgo de suicidio, las cifras récord en la convocatoria de plazas MIR o los más de 1.000 millones de euros destinados a la Atención Primaria en los Presupuestos Generales del Estado. Un balance que también le ha servido para perfilar una trayectoria política que tiene su siguiente reto en la alcaldía de Las Palmas. 

Ahora José Manuel Miñones se hará cargo los próximos diez meses de un área con tareas pendientes como la creación de la agencia estatal de salud pública, que ya ha pasado por su segunda vuelta en Consejo de Ministros, o la regulación del cannabis medicinal, más atascada. Pero ante todo pilotará un departamento sobre el que está puesto el foco político de cara al ciclo electoral que se avecina. Con protestas de trabajadores sanitarios y de usuarios a lo largo de todo el país, el de la sanidad pública se ha convertido en uno de los grandes temas de confrontación entre el Gobierno y la oposición a cuenta de los recortes practicados por Ejecutivos autonómicos como el de la Comunidad de Madrid o de privatizaciones de servicios asistenciales por parte de la Junta de Andalucía. 

De la defensa de la sanidad pública universal pretende hacer bandera el PSOE y el conjunto de la izquierda ante “el modelo de la derecha” de recortes. Y para esa batalla política ha elegido Pedro Sánchez a Miñones. Alcalde de Ames, una pequeña localidad del cinturón de la capital gallega, Sánchez tuvo en él un apoyo incondicional cuando inició un recorrido por España a bordo de su Peugeot para intentar recuperar el poder orgánico del PSOE. La decisión de auparle al cargo tiene también una clave importante en Galicia en donde los socialistas buscan un líder para intentar el asalto a la Xunta en las elecciones que se celebrarán en poco más de un año. 

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