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Masiva manifestación en Barcelona por el derecho a la vivienda: “Se acabó, bajemos los alquileres”

Miles de personas salen a las calles de Barcelona para exigir una bajada del 50% del precio del alquiler

Oriol Solé Altimira

Barcelona —
23 de noviembre de 2024 17:21 h

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Multitudinaria manifestación en Barcelona por el derecho a la vivienda. El Sindicato de Inquilinos, bajo el lema “se acabó, bajemos los alquileres”, ha reunido a decenas de miles de personas en una protesta que ha llamado a una huelga de alquileres. “No se entiende, gente sin casa y casas sin gente”, uno de los gritos más escuchados en las protestas por la crisis financiera de 2008, sigue resonando en la calle tres lustros después.

Ha sido la manifestación más masiva en Catalunya desde los tiempos del procés. Los organizadores han fijado la asistencia en 170.000 personas, mientras la Guàrdia Urbana la ha rebajado a 22.000, cifra que el Sindicato de Inquilinos ha tildado de “insulto” e “intento de manipulación”.

En cualquier caso, hacía años que una reivindicación social no reunía a tantas personas en la calle, en una nueva muestra de que la vivienda es uno de los conflictos que genera más malestar en la España de 2024. Más de 50 entidades, desde sindicatos a Òmnium o la ANC, se han adherido a la marcha liderada por el Sindicato de Inquilinos.

Además de columnas llegadas desde más de diez barrios, hasta la capital han acudido manifestantes organizados desde pueblos y ciudades de toda Catalunya. El problema de la vivienda traspasa la conurbación barcelonesa.

Los manifestantes han marchado por las calles de Barcelona para hacer suyas las reivindicaciones del Sindicato de Inquilinos: bajada del 50% de los alquileres, contratos indefinidos para acabar con la “inseguridad” de los arrendatarios, recuperar para uso residencial los pisos vacíos, turísticos y de alquiler de temporada y gravar con altos impuestos a los rentistas que son multipropietarios de viviendas.

La portavoz del Sindicato de Inquilinos, Carme Arcarazo, ha llamado a que la manifestación sea un “punto de inflexión”. Y se ha dirigido a los propietarios cuyo modo de vida es cobrar alquileres. “Basta ya de los rentistas que cada vez son más ricos mientras nosotros somos más pobres”, ha proclamado, para a renglón seguido dirigirse al partido socialista: “Basta ya de políticas cosméticas, tocan políticas de verdad y no excusas de competencia, porque hay un partido que gobierna en Madrid, Barcelona y Catalunya”.

La marcha ha hecho una parada en la Casa Orsola, símbolo de la resistencia de los inquilinos frente a un fondo de inversión que quiere generar beneficios en esta finca modernista. Enric Aragonès, portavoz del Sindicato de Inquilinos, ha destacado el “ejemplo” de los inquilinos de Orsola y ha llamado a los asistentes a sindicarse para organizar la huelga de inquilinos.

Un mes después de la masiva manifestación de Madrid, la marcha de Barcelona toma el relevo de la protesta contra el aumento de precios de los alquileres, cada vez más inasumibles para muchas familias trabajadoras. La vivienda es una de las prioridades anunciadas del Govern de Salvador Illa, pero las políticas públicas a medio y largo plazo contrastan con la urgencia de muchas familias.

Aunque es intergeneracional, el problema del acceso a la vivienda se ceba con los jóvenes. Es el caso de Sergi, Adri y Joan, tres amigos de Castelldefels (Barcelona), que siguen en casa de sus padres aunque trabajan porque no encuentran un piso asequible en su municipio. “Vecinos de mis padres pagan 1.600 euros de alquiler. Yo solo no puedo afrontar esto”, lamenta Adri.

Asistentes más veteranas también expresan su inquietud por lo que ocurrirá cuando se les acabe el contrato. “A mí todavía me quedan unos años, pero ya temo acabar como mi hermana, a quien su casera no ha prorrogado el alquiler porque quiere hacer un alquiler de temporada”, se queja Victòria, vecina del Poble-sec que critica que su barrio “se ha puesto imposible por los pisos turísticos”.

En la capital catalana, el precio medio del alquiler es de 1.132 euros al mes, un 70% más que hace una década, según datos oficiales. Los salarios están lejos de ese incremento, lo que ha expulsado a varios barceloneses de la ciudad donde nacieron y desearían vivir. Al cóctel hay que sumar el incremento de los alquileres de temporada y por habitaciones, la ruta de varios propietarios para escapar de la regulación de precios.

A pie de marcha, Albert y Adrià, dos amigos de Barcelona, han criticado la situación “insostenible” en la ciudad y la concentración de las viviendas en pocos propietarios. Su malestar era compartido por la manifestación, cuyo lema más coreado ha sido “ni un euro más, huelga de alquileres”.

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