La copla se reinventa

Entre tanto mito folclórico desaparecido en los últimos días y tanta revisión de antiguas películas, detengámonos en la compañía Chirigóticas y su nueva propuesta La copla negra, que se acaba de estrenar en el Teatro Valle-Inclán de Madrid. La obra, entre la comedia y la tragedia, es una reinvención coplera con letras de la actriz Ana López Segovia y música de Mariano Marín. Todo huele a nuevo, aunque los argumentos sean tan viejos como todo lo que rezuma a universal.

La copla negra es la historia de una especie de burdel folclórico. Hay actuaciones y los clientes se pueden relajar con la Olvido, la Manuela y la Chana. Clima de diversión en el que, sobre todo, y eso ha pretendido el autor, Antonio Álamo, se juega con el lenguaje. “Nos apoderamos, como comentaba un crítico, de palabras y expresiones que han funcionado siempre bien en boca de los hombres, pero que la mujer guardaba para su intimidad. Poner en cuestión la misma noción de género y, por supuesto, adentrarnos sin recato en la descripción de las imposiciones de lo masculino sobre lo femenino ha sido otra de nuestras constantes, ofreciendo una subjetividad alternativa a la hegemónica y propagando sentidos inversos a los consagrados por el status quo patriarcal”, afirma Álamo.

En esta puesta en escena, Chirigóticas, es decir, Ana López Segovia, Alejandra López y Teresa Quintero, se desenvuelven como pez en el agua. El proyecto, que nació en el Festival Madrid Sur en 2006, ya ha triunfado en varios escenarios con sus anteriores espectáculos, Chirigóticas y La maleta de los nervios. Teatro carnavalesco, a veces esperpéntico, que conjuga lo cómico y lo dramático. “Un Corín Tellado a lo bestia”, dice Álamo. La canallesca, que nos hace más falta que el revisionismo nostálgico.