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“Me siento como si estuviera nadando en la oscuridad”

Bob Pop

Isabel Coixet rodó el otoño pasado Ayer no termina nunca, en la periferia de Barcelona, en español y casi en secreto. El próximo 10 de febrero, la estrena en la sección Panorama del Festival de Berlín, y quiero que me cuente. Acaba de volver de Cardiff, de rodar otra película, y nos sentamos a hablar en un hotel que nos encanta, el Alma de Barcelona. Empezamos por el cine y seguimos hasta donde nos lleve la conversación y su enorme generosidad.

P: Vamos a hablar de tu nueva peli, Ayer no termina nunca, pero sobre todo vamos a hablar de dónde viene esta peli y dónde te encuentra a ti. Tengo la sensación de que tú has trascendido el “yo” de muchas de tus películas —que me parece muy interesante— hacia un nosotros muy potente en esta nueva película. Como si hubieras mirado alrededor y hubieras dicho “yo aquí no tengo más remedio que posicionarme y explicar la realidad como la estoy viendo o como me temo que va a ser”.Ayer no termina nunca

ISABEL COIXET: La película no nace realmente de este momento, estrictamente, pero sí que tiene que ver con la perplejidad y con la niebla. Tiene que ver con los amigos que pierden el trabajo y no ven ninguna posibilidad de encontrar otro, tiene que ver con la precariedad de mi familia, de la gente que tengo alrededor, … Pero también tiene que ver con mi idea de cómo los hombres y las mujeres viven el dolor y el destino de formas diferentes. Seguro que alguien me dirá “¡pero hay hombres que...” Seguro. Pero las estadísticas no mienten. Recuerdo que cuando estábamos haciendo Elegy tuvimos una gran discusión con Penélope (Cruz), con Ben (Kingsley) sobre cómo reaccionan los hombres cuyas mujeres tienen un tumor, un cáncer o lo que sea. Y Ben sostenía que si su mujer tuviera un cáncer, él estaría con ella. Y Penélope decía: “Ya, pero yo veo que los tíos abandonan el barco en cuanto ven una enfermedad con la que no pueden lidiar”. Y, al final, la realidad es que el 80% de los hombres cuyas mujeres tienen cáncer de pecho abandona el barco. Cuando es el hombre el que tiene una enfermedad, la mujer se queda, y las cifras se invierten: es el 20% que se va y el 80% que se queda.

Cuando ocurre lo que les ocurre a los personajes de la película en una pareja, la pareja se rompe y el hombre empieza una nueva vida. Y esto son cifras, no es una teoría mía sobre los hombres y las mujeres, pero sí que creo que nos tomamos las cosas que te trae la vida de una manera totalmente diferente.

Ayer no termina nunca también nace de una persona muy cercana a mí que hace cinco años perdió a su hijo y... para mí el asistir, como una espectadora privilegiada a ese proceso del dolor y de la pérdida también ha sido muy, muy, muy importante. A mí me tocó, por esas cosas de la vida, a mí me tocó decirle a esta mujer que su hijo había muerto y eso, si para mí fue un antes y un después en mi vida, para ella no me puedo ya imaginar lo que fue. Y todo eso puesto en el ahora, el aquí, en los titulares de los periódicos, en esta especie de estado de huida hacia adelante que tenemos todos, de que te levantas una mañana y hay un nuevo escándalo y nada parece pararlo y no hay nadie que tome las riendas, y esa diáspora que se está produciendo de gente que tiene que irse. Y esos estudiantes de primer curso de carrera que ahora están desertando más que nunca... Pero es que es normal; si ves que por mucho que te guste la geología o la medicina, si ves que en tu país, que es donde has nacido, no va a haber posibilidades de que lo ejerzas salvo a nivel académico, y cada vez de una manera más precaria... ¿Con qué ánimo van a estudiar? Luego, claro, sales y te encuentras con los bares llenos a las 3 de la mañana, con la gente bebiendo como si no hubiera un mañana...

P: Bueno, es que no hay un mañana

ISABEL COIXET: Es que no hay, mañana, claro... Yo creo que de esas cosas nace la peli. También nace después de un hiato profesional donde sí, he hecho documentales, he hecho cosas, he currado, he escrito muchísimo, pero no he rodado una película. Un proyecto que tenía, que estuvo a punto de hacerse, que ya estaba escrito, se vino abajo y de alguna manera me quedé muy descolocada. Cuando algún director escribe un guión y está a punto de rodarlo, para él esos personajes existen, ha convivido con ellos. Entonces, cuando de repente viene alguien, me pincha el globo y me dice que no existen, que no van a existir nunca, que te olvides… Era la primera vez que me pasaba algo así, la primera vez —que sé que es algo que les pasa a muchos directores— y estuve un par de años sin saber muy bien qué hacer. Sin muchas ganas. Con ganas de escribir pero con una actitud muy cauta a la hora de escribir...

P: ¿Cauta porque te daba miedo gestar historias que luego se te quedaran enquistadas?

ISABEL COIXET: Sí. Por ejemplo otro guión que escribí hace ya cuatro años (Panda eyes) lo estoy rodando ahora. Se ha tardado cuatro años en financiar, en encontrar la manera,... y estamos hablando de una película que tiene elementos comerciales. En el caso de Ayer no termina nunca yo no podía ir a un productor y explicarle que son dos personas, y que hablan y que están en un sitio que no sabemos realmente dónde es. Pero en el caso de la película que estoy rodando en estos momentos, Panda eyes, tiene elementos que se los cuentas a un distribuidor y lo ve claro: y ha costado cuatro años financiarla. También tiene que ver con esta industria, que va a generar cada vez menos productos, y mucha menos gente va a poder acceder a dirigir películas; se va a convertir en un privilegio a menos que decidas tirar por la calle del medio, como yo, decir: bueno, tengo un texto en el que creo, tengo dos actores que están en mi cabeza y que lo escribí para ellos y sé que estarán conmigo aunque no se lo había preguntado (eso también es un riesgo que uno tiene que medir). Me gustó mucho. Decir: voy a hacer esto, pase lo que pase, con mis medios, con un equipo que conozco, que va a estar conmigo, con gente próxima a mí, que me va a echar una mano... Para mí ha sido también muy importante pensar que es posible hacer una película, no con 2 pesetas pero con 200 sí. Y vamos a ver qué pasa ahora.

P: Me interesa mucho esto que dices de dos personas que hablan en un sitio desconocido. En realidad, yo tengo la sensación de que esa es la historia de nuestra vida ahora mismo. En los últimos años, hablamos mucho más entre nosotros de todo lo que nos está pasando...

ISABEL COIXET: ¡Y no llegamos a ninguna conclusión!

P: … y estamos en un lugar que no sabemos cuál es.

ISABEL COIXET: Hay una frase que dice Javier (Cámara) en la película que es una frase que yo he dicho también en otros contextos, que es “Nadar en una oscuridad sin principio ni fin”. Yo me siento como en la canción de REM, nadando en la oscuridad (bueno, la canción de REM es Nightswimming). Esa imagen de Nightswimming, que estás nadando y no sabes muy bien por dónde tirar; las imágenes marinas tienen mucho peso en las cosas que pienso. Esa imagen que es de Woody Allen, que una vez lo dijo, que “cuando una relación termina es como llevar un tiburón muerto entre los brazos”. Pues yo también lo pienso.

P: Estamos en un lugar que no sabemos cuál es, a oscuras. Por eso no nos conocen. A mí, por ejemplo, me sorprende mucho la diferencia que hay entre la Isabel Coixet que yo conozco con la imagen que se proyecta de tu personaje público. Porque tú te tienes que ver como una desconocida cuando alguien está hablando de ti. Tienes muchísimo humor, no tienes nada de esa solemnidad que se te ha dibujado. ¿De dónde crees que viene esa imagen tuya ajena y lejana?

ISABEL COIXET: Viene del patio del colegio. Viene del rollo bullying. Yo era una niña bullyied total: yo era una niña gordita, con gafas y que se tomaba lo de los estudios en serio. Vamos, carne de cañón. Entonces, bueno, los comentarios que se hacen me hieren en el sentido de que me retrotraen a la niña del patio del colegio, pero también he aprendido a distanciarme mucho. Ayer, por ejemplo, tres de la mañana, Barrio de Gracia, la gente muy borracha: desde chicos que se hacían una foto conmigo en plan “nos encanta lo que haces, eres un ejemplo para nosotros”, hasta el tío de 40, amargado, que dice “Isabel Coixet: ¡odio tu cine!” Yo ya he aprendido a distanciarme de las dos cosas. Hago lo que hago; a alguna gente le gusta... claro, que a las tres de la mañana, un señor con 25 cervezas te diga esto, pues no es bonito, ¿no? Yo creo que si lo hace también, igual que el que se toma el tiempo en internet para llamarme lo peor, es porque ahí hay un problema de amargura... como que yo soy el detonante de sus frustraciones en un momento dado. Pero hay que tomárselo con distancia, no puedes amargarte porque si no, no acabarías. Y es que aparte, soy una mujer. Tela marinera.

P: Que eres una mujer y que, además, estás a las tres de la mañana en la calle. Quiero decir que a Almodóvar esto no le pasa porque no sale a la calle.

ISABEL COIXET: Yo no soy una persona que se proteja, yo voy al Mercadona. Y tengo que decir que siempre las muestras de cariño son más grandes que las otras. Pero, joder, hay mucha bilis y mucha mala leche por ahí. Y en un momento, yo paso por ahí, soy la gordita con gafas y “¡pues vamos a darle un pescozón!”

P: Y tú crees que además de ser gordita y con gafas, ¿ahora también tiene algo que ver con la edad?

ISABEL COIXET: No, en ese sentido tengo que decir que una actriz lo tiene peor. Yo no creo que tenga que ver con la edad, sino con un personaje que la gente ha querido alimentar. Un personaje que puede hacer mucha gracia: yo soy la primera en reírme cuando me sacan en Muchachada Nui; también es verdad que cuando llevo flequillo, gafas, … lo pongo fácil. Pero también siento que hay mucho respeto por lo que hago y que eso es lo que cuenta, más que cuatro tíos que no van a ser mi público. Pero hay cierta gente que sí, como que les provoco una cosa ¡que me pasaba en el colegio igual!

P: Yo creo que a le gente también le pone nerviosa que hables de sentimientos...

ISABEL COIXET: Yo creo que a la gente le pone muy nerviosa que hable de sentimientos. Y les jode. Y lo noto. Lo noto con una ferocidad que por otro lado, ahora, hasta cierto punto me lo puedo tomar como algo hasta halagador. Desde luego, yo no dejo indiferente, y eso está bien. Yo cuando firmo un manifiesto —que tampoco es que me encante firmar manifiestos, pero muchas veces no sé decir que no— sé que a la persona a la que van a poner más a parir va a ser a mí. Y pienso “Oiga, yo no he escrito este manifiesto: me adhiero porque creo que tiene cierto sentido...” El último este sobre el federalismo... que a mí lo que me gusta del federalismo es que yo creo que en este país es imposible. Pero por eso firmé el manifiesto. Y te tienen que llamar desde aguafiestas, españolista, ¿cómo era lo otro! ¡Ah, sí, cosmopolita! Me gustó mucho que utilizaran como insulto lo de cosmopolita.

P: A lo mejor te estaban llamando adicta a los Cosmopolitan, a lo mejor era eso y te estaban llamando un poco borrachuza...

ISABEL COIXET: Va por ahí, sí...

P: Al igual que tú generas sentimientos, emociones, remueves cosas a través de tus ficciones, supongo que a ti ahora la realidad también te provoca algo similar. ¿Qué estás haciendo para controlar todos los golpes que nos está dando la realidad? ¿Cómo lo dosificas?

ISABEL COIXET: Para mí ha sido muy saludable estar estos tres últimos meses en Cardiff y no encontrar un kiosco donde comprar un periódico español. Eso sí, en las portadas de The observer y The Independent y The Guardian y de todos estos, seguían saliendo artículos sobre España que yo intentaba evitar porque encima estaban escritos con un tono apocalíptico que ya te parecía que ibas a volver aquí y la gente iba a asaltar los camiones del DIA. No sé. Leo ahora los periódicos con los ojos entrecerrados y de todas formas en España tenemos la gran fortuna de que exista alguien como El Roto, con lo cual tú lees la viñeta de El Roto del día y ya no hay que saber nada más. Llevo en el teléfono la viñeta esta del avión cayendo y el texto ese que dice: “Mientras el avión caía, en la cabina seguían hablando del plan”. Es que es lo que nos pasa, ¿no? No lo hemos hecho bien como país, está claro que en algún punto hemos fallado; hemos escogido a la gente equivocada y todos nos hemos equivocado mucho. Hasta la gente que parecía un poco más inteligente está atrapada en esa red donde les parece más importante el partido que el país. Lo del servicio público se ha olvidado completamente. La corrupción existe desde que el hombre existe, pero la corrupción en la política y el nivel que veo aquí es escandaloso. Me parecen moralmente peor los casos que estamos viendo, de todos los partidos, que la mafia. Me parece mucho peor. De la mafia yo ya asumo que hay gente que se va a ganar la vida matando, pero lo otro, me parece terriblemente peor.

P: Pero también por lo que tiene de traición a lo público.

ISABEL COIXET: Esto es lo que me sobrecoge. Y lo que me sobrecoge más es que no hay ningún partido que diga “¡Ostras, lo hemos cagado, vamos a limpiar esto!” No. Veo los pasillos de las sedes de todos los partidos con un silencio cómplice. Cómplice con la corrupción.

P: ¿Por qué? ¿Qué ha pasado?

ISABEL COIXET: ¿Dónde están los orígenes de esto? ¿Los orígenes de esto están en una Transición que llevó a una euforia que llevó a la cultura del pelotazo? ¿Cuál es el momento en que todo empezó a pudrirse? Los que tenemos una edad recordamos cuando el alcalde de Madrid era Tierno Galván y el de Barcelona, Maragall, y oíamos sus discursos y sentíamos que las palabras tenían un sentido... yo recuerdo ese momento bonito pero no sé qué pasó. En ese momento, la gente que parecía realmente cabal, inteligente, con ganas de hacer cosas, ¿perdió? No sé lo que pasó, no lo sé, me lo pregunto muchas veces.

P: ¿Y qué hacemos?

ISABEL COIXET: Yo la sensación que tengo —y cuidado que no me libro, no me libro de hacer algo que me parece hasta moralmente reprobable— y tengo la sensación de que está pasando: el “Sálvese quien pueda”. Yo ahora me he centrado en unas historias que contar y voy a contarlas, no sé cómo más actuar. A mí, como a Sábato, me emocionan los detalles y no las generalidades; como no puedo tener una imagen global de lo que está pasando. Sí que lo de “Think global, act local” es lo único que me mueve. Una de las historias que he seguido más desde Inglaterra, que me ha impresionado más, es la historia de esta mujer que ha perdido el ojo. Ese vídeo que vi, que me envió una amiga, donde ella cuenta y su madre cuenta. Cuando ves a su madre piensas “Es como mi madre”, es como mi familia. Me podía haber pasado a mí. Y hay un señor que niega: eso es lo que más impresiona: la negación: “No, que estaban en una manifestación...” Hay unos policías con unas órdenes cuyas consecuencias son que esta mujer pierde el ojo, ¡reconócelo, por favor! ¿Cómo puedes negar esta evidencia? Y eso es lo que está pasando: niegan las evidencias. Repiten las mentiras hasta que se convierten en una verdad. Me gustaría ayudar a esta mujer, pero sobre todo me gustaría que tuviera justicia, que se hiciera justicia. Me gustaría ayudarla, no sé. Porque la oigo hablar y me parece más que los testimonios de los desahucios, pienso mucho en ella. De hecho, hasta he soñado dos veces con ella. Pero bueno, me gustaría hacer algo práctico para ayudarla.

P: Yo muchas veces la imagino a ella, después de haber perdido el ojo, escuchar a Felix Puig negar que esto hubiera sucedido como sucedió. Imagínate ser tú esa persona y que alguien te esté negando tu realidad...

ISABEL COIXET: Pero, además, la imagen de alguien que ha perdido el ojo, pero alguien que ve más que ese señor que no quiere ver y no quiere actuar y no quiere nada. No sé. Me gustaría tener la cabeza más clara, me gustaría tener la lucidez que no tengo para, al menos, saber dónde estamos y por qué estamos aquí y en diez años dónde vamos a estar.

P: Antes cuando hablabas de las historias que se te quedaban ahí, de los personajes con quienes convivías, me preguntaba, ¿los personajes de tus películas tienen relación entre sí, se conocen?

ISABEL COIXET: Sí. De hecho, mi sueño sería hacer una película con todas las actrices con las que he trabajado, juntas. Y lo he pensado muchas veces. Pero sí hay alguna conexión. Esta última película, claro, es en español, no salen lavanderías,... pero hay gestos y miradas y momentos y tempo y maneras de vivir el amor que tienen mucho que ver con Mi vida sin mí, por ejemplo. Y con La vida secreta de las palabras también.

P: Sería una bonita película de Isabel Coixet donde todos tus personajes se encontrasen y se ayudaran...

ISABEL COIXET: Yo quiero hacer una película con Rinko (Mapa de los sonidos de Tokio) y con Candela (Ayer no termina nunca); yo creo que de ahí saldría algo. Pero bueno, yo creo que todas las mujeres de mis películas se parecen, tienen algo, cada una es un rollo totalmente diferente pero tienen algo: ser de una honestidad brutal. Las mujeres de mis películas son las mujeres que son mis amigas, mis amigas de verdad, no hay bullshit. Así me gusta la gente también a mí, hombres y mujeres. Que no me vendan la moto.

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