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PP y Ciudadanos buscan una alianza estable para acabar con “el sanchismo”

Pablo Casado y Albert Rivera vestidos iguales durante su última jornada de campaña en Andalucía

Carmen Moraga / Iñigo Aduriz

Pablo Casado y Albert Rivera han encontrado en los resultados obtenido por los dos partidos en Andalucía una justificación para unir sus fuerzas con un claro objetivo: luchar contra el “sanchismo” hasta desbancarle en las urnas.

El primer reto que tienen por delante es cerrar una alianza de Gobierno en Andalucía, que ya han empezado a fraguar ambos líderes tras las elecciones autonómicas del 2 de diciembre. La meta de Ciudadanos y PP es llegar a un acuerdo rápido e intentar convencer al PSOE de que “no lo obstaculice”, asuma su derrota y pase a la oposición después de 37 años ininterrumpidos al frente de la Junta. La decisión de Vox de no forzar su entrada en ese futuro Gobierno, dado que ahora no les interesa, les va a facilitar el terreno. 

El próximo lunes delegaciones de los dos partidos comenzarán oficialmente las negociaciones, encabezadas por sus respectivos secretarios generales: Teodoro García Egea (PP) y José Manuel Villegas (Cs). La intención de ambas organizaciones es que antes de que acabe la Navidad esté prediseñado el grueso del acuerdo para la formación de un gobierno de coalición en Andalucía. La base, según ha dicho Casado, serán los “47 escaños” que suman PP (26) y Ciudadanos (21). 

No obstante, todo estará supervisado al más alto nivel, según desveló Casado en un corrillo con los periodistas durante la recepción del día de la Constitución. De hecho, el líder del PP ya ha hablado al menos dos veces telefónicamente con Albert Rivera: la misma noche electoral y al día siguiente para emplazarle a ponerse a negociar de inmediato.

Aunque el clima es de buena sintonía, las primeras declaraciones de Casado sugiriendo también que ambos partidos pueden apoyarse mutuamente para poder gobernar tras los comicios municipales y autonómicos de 2019, captando a los votantes de centro derecha —el PP— y de centro izquierda —Cs—, para “optimizar espacios” de cara a las elecciones generales, no han sentado demasiado bien en Ciudadanos. En la formación de Rivera piden “discreción” y no adelantar acontecimientos.

De hecho, la senadora de Ciudadanos y diputada en el Parlamento de Cataluña, Lorena Roldán, ha considerado “poco oportuno” hablar ahora de pactos relacionados con futuros procesos electorales cuando ni siquiera se ha empezado a negociar sobre Andalucía.

El 27 de diciembre, fecha clave

Ese pacto empezará a plasmarse el 27 de diciembre, día en el que debe votarse la composición de la Mesa del Parlamento autonómico. Esta será la que dará las primeras pistas para saber el contrapeso que puede haber entre ambas instituciones.

En el PP no tienen duda de que Juanma Moreno se presentará a la investidura y logrará salir airoso con los votos de Ciudadanos y el apoyo de Vox. Pero dejarán que los de Rivera sigan manteniendo su discurso y escenificando que el único que puede encabezar ese gobierno “de cambio”, “limpio” y “dialogante” es Juan Marín, su candidato. “Ciudadanos tienen la llave de todo”, aseguran.

Una vez que ya esté diseñado el pacto, sería el momento de negociar con el PSOE su abstención. En ese sentido, en el partido de Rivera insisten en recordar que Susana Díaz estuvo durante toda la campaña electoral pidiendo machaconamente a sus adversarios de la derecha que no bloquearan la posibilidad de un gobierno encabezado de nuevo por el PSOE si tenía la mayoría. Como creen que no lo ha conseguido, ahora el PP y Ciudadanos le van a pedir lo mismo a ella: que “asuma su derrota”, que no impida “un gobierno de cambio”, y que “pase a la oposición”. 

A los de Rivera les consta que dentro del propio PSOE hay un fuerte debate sobre si deben pasar a la oposición sin más, o dar la batalla preservando para los socialistas andaluces el papel institucional que les corresponde como primera fuerza parlamentaria. Desde luego, tanto para ellos como para los de Casado sería mucho mejor que los socialistas decidieran remover del cargo a Díaz. Pero asumen que para Pedro Sánchez supondría un alto coste político abrir en estos momentos esa crisis interna y que no lo va a hacer, aunque hubo tentaciones tras el descalabro del 2D.

La cuestión de Vox

En cuanto al papel que va a jugar Vox en ese pacto, en el PP parecen haber asumido que si quieren poder llegar a un entendimiento con los de Rivera no pueden invitarles a la mesa a negociar. En Ciudadanos insisten en que no son ellos los que han alimentado a Vox.

“Ciudadanos es un partido de centro, liberal y europeísta”, no se cansan de recordar los dirigentes naranjas. Sobre todo después de que sus socios de Alde y el candidato a la alcaldía de Barcelona, Manuel Valls, ya le hayan hecho una advertencia a Rivera de que “con Vox no se puede pactar”.

El problema es que tampoco pueden hacer un “cordón sanitario” contra la formación ultraderechista, como sugirió Valls, porque necesitan sus votos. De modo que se limitarán a dejar que los de Abascal apoyen el pacto entre el PP y Ciudadanos desde fuera. A cambio, le cederían posiblemente un puesto en la mesa del Parlamento y algunas otras concesiones. 

Andalucía, pues, será el laboratorio del primer experimento de un bipartito de centro-derecha. Luego vendrán las elecciones de mayo: municipales, europeas y autonómicas, en las que ambos partidos ven la posibilidad de arrebatar al PSOE el gobierno en otras comunidades y en muchas de las alcaldías de grandes ciudades. Después, o quizá algo más tarde, vendrán las generales y tanto Casado como Rivera han puesto las luces largas con un objetivo común que les obsesiona: acabar con el “sanchismo” y su “gobierno Frankenstein” con “independentistas, populistas y los proetarras de Bildu”.

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