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ENTREVISTA | Director de Finanzas Sostenibles en Oxford

Ben Caldecott: “En la industria de los combustibles fósiles hay mucho marketing y poca acción”

Ben Caldecott, Director de Finanzas Sostenibles de la Universidad de Oxford

Laura Vilaça

¿Es posible sobrevivir al cambio climático y mantener el sistema financiero? Ben Caldecott (Londres, 1985) cree que sí, siempre y cuando se cambie la forma en la que se mide el crecimiento global y el éxito empresarial. Especializado en medio ambiente, energía y sostenibilidad, Caldecott es el director del programa de Finanzas Sostenibles de la Universidad de Oxford.

Para este economista, que se siga invirtiendo en combustibles fósiles supone una grave amenaza financiera por los llamados activos varados: bienes que se quedan obsoletos por un cambio de sistema o una evolución tecnológica y se convierten en pérdidas. Como explica, estos pueden provocar una crisis política y económica si las instituciones no se preparan con planes de desinversión y reciclaje de sus negocios, y el problema crece con la falta de transparencia de empresas y bancos, que no declaran su auténtico nivel de implicación en la industria fósil. No obstante, el británico cree que la tecnología está a punto de abrir una nueva era de control sobre las corporaciones y sus activos.

¿Qué son los activos varados?

Los activos varados son una parte natural de la evolución económica. El sistema económico avanza a través de nuevas tecnologías, y las viejas quedan obsoletas. Piensa en los barcos de vela, que fueron reemplazados por barcos de vapor, o en los carros de caballos, que fueron reemplazados por vehículos a motor. Estos son ejemplos de tecnologías que se quedaron varadas. Sin embargo, lo que a mí me interesa es cómo han influido los factores relacionados con el cambio climático en esta tendencia a que ciertos activos queden varados antes de haber recuperado la inversión. Y la respuesta es que ya están teniendo un impacto muy significativo.

Por ejemplo, en el sector de la energía eléctrica en Europa se ha perdido más de un billón de euros porque las empresas del sector no han participado de políticas ambientales y nuevas tecnologías relacionadas con la sostenibilidad. La aparición de las renovables ha hecho bajar el precio de la energía, afectando al desempeño financiero de las centrales eléctricas de carbón y de gas.

¿Pueden los activos varados de la industria de los combustibles fósiles convertirse en un riesgo importante para la economía?

Hay tanto carbono integrado en nuestro sistema económico que, si intentamos cumplir con los objetivos del Acuerdo de París contra el cambio climático, gran parte de ese valor económico y financiero quedaría varado. Y ese es un desafío enorme porque, si se implementa una restricción del presupuesto de carbono, gran parte de las inversiones en combustibles fósiles que tenemos ahora no se podrán usar, lo que supondrá implicaciones para empresas que cotizan en bolsa como BP, Shell o Total.

Tiene también implicaciones importantes para empresas estatales y para los gobiernos que dependen de los ingresos de exportación de combustibles fósiles como Qatar, Arabia Saudí o Australia. Los bancos centrales y reguladores financieros (el Banco de Inglaterra, el Banco de Francia, el Banco Central Europeo y el Banco Popular de China) ya han mostrado su preocupación por esto. Han reconocido que el valor que podría perderse o quedarse varado si se restringe el presupuesto de carbono sería significativo y podría tener consecuencias sobre la estabilidad financiera.

¿Cómo de consciente de este problema es la comunidad inversora?

Hemos pasado de no reconocer que se trataba de un problema hace menos de diez años, a hoy en día, cuando muchas instituciones sí lo hacen. Por ejemplo, este año el Banco de Inglaterra hizo una encuesta a bancos británicos que representan 11.000 millones de libras en activos, revelando que el 10% de esos bancos veían el cambio climático como un problema estratégico al que hacer frente. Hace una década, ese número hubiera sido impensable.

Hay evolución, es cierto, pero aún queda mucho por hacer. La gestión de los riesgos del cambio climático requiere inversiones en datos, en personas que entiendan estos problemas y en las capacidades del banco o la empresa en particular. Eso es un largo camino, pero que ha sido acelerado por los bancos centrales y asesores financieros, que ya están empezando a recomendar a las empresas e instituciones financieras que desarrollen planes integrales y coherentes para abordar este problema. Si no lo hacen, serán reguladas o multadas en consecuencia. Ese es el primer paso en el Reino Unido y, por supuesto, al ser un centro financiero importante, otras jurisdicciones seguirán su ejemplo.

¿Qué soluciones hay para lidiar con los activos varados en la industria de los combustibles fósiles?

Bueno, lo primero es dejar de empeorar el problema. Dejar de invertir en activos que probablemente se queden varados. Y, por desgracia, cuando observamos los números, vemos que las compañías de combustibles fósiles todavía están invirtiendo mucho dinero en proyectos que aumentan su exposición al riesgo. Lo segundo sería administrar y reducir su exposición al riesgo existente.

Eso significa desinvertir de diferentes combustibles fósiles, significa crecer e invertir en otras tecnologías, otras actividades, otros sectores que están menos o nada expuestos. También significa asegurarse de que aplican recursos internamente para medir, comprender y gestionar estos riesgos a lo largo del tiempo, porque son riesgos generalizados y sistémicos.

Ha comentado que una solución es desinvertir de activos que están varados o pueden estarlo en el futuro cercano. ¿Pero buscar compradores no es pasarse la 'patata caliente'?

 No todos ven el riesgo de inmediato, así que salir más temprano es una ventaja. Pero tienes razón: es como una 'patata caliente'. O como el juego de las sillas musicales: la música se detendrá en algún momento y no todos van a poder salir. Esta lógica se vio claramente en la crisis financiera global y en otros momentos en los que el mercado se da cuenta de repente. “Oh, Dios mío, estas cosas no valen lo que pensábamos”, y entonces se amontonan para salir, pero la salida es demasiado estrecha. Lo que queremos es promover una salida gradual de los sectores en riesgo, no una estampida, porque eso tendría implicaciones para la estabilidad financiera.

¿Están las empresas inversoras realmente desinvirtiendo de combustibles fósiles?

Algunas de ellas sí, pero depende del sector. Mira la industria del automóvil: ha habido un gran impulso hacia los vehículos eléctricos, y ha aparecido competencia seria en la gama alta del mercado, como Tesla. Muchas de las grandes empresas del sector automotriz están abandonando el diésel, prefiriendo centrar sus presupuestos de innovación en vehículos eléctricos o de hidrógeno. Sin embargo, en la industria de los combustibles fósiles hay mucho marketing y poca acción porque, si se observan los números, el 98% o el 99% del nuevo presupuesto de inversión de estas compañías todavía se está destinando a combustibles fósiles. Sin embargo, viendo el marketing de BP, Shell, Exxon o Total, uno pensaría que toda su inversión, o por lo menos una parte sustancial de ella, se dedica a la transición energética.

¿Cree que las relaciones históricas entre bancos y empresas pueden suponer un problema a la hora de desinvertir en los combustibles fósiles?

Sí, estas relaciones estructurales son un problema importante, pero creo que los bancos tienen algunas formas realmente interesantes y efectivas de apoyar la transición energética. Por ejemplo, esta idea de préstamos ligados a objetivos de sostenibilidad, que es un nuevo tipo de préstamo donde el prestatario obtiene una tasa de interés más baja, o sea un préstamo más barato, si cumple con ciertos objetivos de sostenibilidad. La idea aquí es que cumplir esos objetivos se traducirá en un riesgo menor.

Y así un banco puede negociar con una empresa y decir “le daremos una baja tasa de interés, si cumple con estos parámetros”. Esa es una forma muy importante de llevar a las empresas al cambio. Los bancos tienen un papel desproporcionado en la transición. A menudo es muy difícil cambiar de banco... No hay muchos bancos que atiendan a necesidades particulares en muchos mercados. Es un mecanismo muy poderoso.

Respecto a la dicotomía entre crecimiento y el cambio climático: ¿Es posible tener crecimiento sostenible?

Creo que es posible, pero depende de qué crecimiento midamos. Es realmente importante que nos concentremos en los activos y en la riqueza, no en el ingreso o en la producción anual. Por lo tanto, el Producto Interior Bruto es la medida equivocada. La medida importante es la riqueza neta. Los activos que tenemos –activos productivos, incluidos los activos naturales que tenemos en nuestras sociedades, que pueden seguir creciendo– seguirán generando mejoras en los ingresos, en el bienestar, en la salud, etc. Sí, podemos tener un crecimiento sostenido de la riqueza, en términos generales, si se incluye el entorno natural y los activos naturales.

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