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Carolyn Steel: La agroalimentación moderna es la mayor catástrofe ecológica

Carolyn Steel: La agroalimentación moderna es la mayor catástrofe ecológica
Madrid —

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Madrid, 25 (EFE).- “El sistema agroalimentario moderno constituye la mayor catástrofe ecológica de nuestro tiempo” debido a su devastador impacto sobre el equilibrio de los ecosistemas, la conservación de la biodiversidad y la vida humana, advierte la arquitecta y profesora Carolyn Steel.

Steel, que acaba de editar en español su libro “Ciudades hambrientas: cómo el alimento moldea nuestras vidas” (Capitán Swing), asegura en entrevista con Efe que la agricultura industrial genera “un tercio del total de emisiones mundiales de gases de efecto invernadero”, lo que la convierte en “la actividad humana que más daños ocasiona al planeta”.

“La agroalimentación moderna y la deslocalización de la producción, en el marco de una economía capitalista y un mercado globalizado”, representan en conjunto “uno de los principales factores que contribuyen al cambio climático”, destaca.

Así, “cualquier planteamiento que pretenda combatir los desafíos socioambientales debe estar atravesado por la perspectiva del alimento como entidad más preciada”.

Según Steel, “la búsqueda de comida barata” ha conducido a una “guerra contra la naturaleza” con la deforestación de bosques, la degradación del suelo a causa de los productos químicos, la reducción del número de insectos y aves o el despilfarro de recursos hídricos irremplazables.

La interacción de estas “dinámicas insostenibles” no sólo destruye los “medios de subsistencia”, sino que también “enferma a los seres humanos”.

Las patologías de elevada incidencia en los países occidentales -cáncer, diabetes, ataques cardíacos-, así como las “condiciones de salud subyacentes que han hecho a las poblaciones vulnerables al COVID-19”, están provocadas, directa o indirectamente, por entre otros factores una “dieta deficiente compuesta por alimentos ultraprocesados”, señala la autora

En el contexto de los países altamente industrializados, como Estados Unidos y Reino Unido, se está dando una paradoja histórica que demuestra “la ineficacia del modelo vigente”: “las personas pobres padecen sobrepeso y están desnutridas al mismo tiempo”.

“La soberanía alimentaria es la base de la vida digna y satisfactoria”, señala Steel, quien recuerda que en los países del sur global “la inexorable marcha de la Gran Agricultura” obliga a los trabajadores rurales a “abandonar sus tierras, perder su fuente de sustento y volverse dependientes del sistema alimentario instalado en Occidente”.

Sostiene que se está iniciando una “Era Neo-geográfica” y defiende “la configuración de un nuevo modelo sostenible y multidimensional”, que tenga en cuenta las “limitaciones geográficas” y “especifidades locales” de cada territorio, a fin de “maximizar la interfaz urbano-rural” e impulsar “una coexistencia armónica entre los distintos ecosistemas de la ciudad y el campo”, además del “respeto por los ciclos de proximidad”.

Por ello es imprescindible “restablecer el vínculo con el mundo natural” y “recuperar elementos de la relación tradicional de la ciudad con la comida”.

Según la autora, “muchas de las soluciones necesarias para alimentar a los enclaves urbanos en el futuro se encuentran en las ciudades preindustriales del pasado”, que evolucionaron en sintonía con su interior productivo.

Para Steel, “las dos relaciones más significativas que caracterizan a los seres humanos son las que estos mantienen con la naturaleza y las que forjan entre sí, y la comida está en el corazón de ambas”, así que “valorar la comida implica transitar hacia sociedades sostenibles y equitativas, que sitúen la vida de todas las especies en el centro”.

“El alimento es el nexo que une todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, afirma, por lo que “resulta conveniente reflexionar sobre la importancia de la comida y concebirla como una poderosa herramienta para lograr su cumplimiento”.

La autora considera “urgente” detener los efectos perjudiciales del paradigma productivo actual “incorporando prácticas regenerativas”, como la agricultura orgánica mixta, la agrosilvicultura y el pastoreo colectivo.

“Si deseamos alimentarnos de manera sostenible será preciso emplear técnicas que imiten a la naturaleza” porque “como el padre de la agricultura orgánica moderna, Albert Howard, dijo una vez: la naturaleza es el mejor agricultor”.

Asimismo, propone “reducir el consumo de carne y lácteos e internalizar los costes de la producción de alimentos”; esto último supone “pagar un precio mayor por los alimentos procesados, mientras que el de los alimentos orgánicos artesanales permanece invariable”.

Iluminada Abellán Miñarro

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