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El líder tuareg acusa al gobierno de Mali de fomentar los conflictos iétnicos

El líder tuareg acusa al gobierno de Mali de fomentar los conflictos iétnicos
Rabat —

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Rabat, 12 jul (EFE).- El líder del Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA, movimiento tuareg), acusa al Gobierno central de Mali de sembrar discordia entre los diferentes grupos étnicos en uno de los países del Sahel mas amenazados por el integrismo islámico.

En una entrevista telefónica con Efe, el secretario general del MNLA, Bilal ag Acherif, presidente rotatorio de la Coordinadora de Movimientos del Azawad (CMA) acusó además al gobierno de obstaculizar la aplicación del acuerdo de paz firmado en Argel en 2014, y asegura que las milicias tuareg no piensan desarmarse mientras no se implante una verdadera autonomía en el norte del país.

Originalmente de cultura bereber, los tuaregs son el grupo étnico principal del tercio noreste del país (llamado Azawad), en conflicto histórico con el poder central, en manos de etnias negroafricanas, lo que se ha traducido en varios levantamientos armados, el último de ellos en 2012, cuando los tuaregs se aliaron con los yihadistas y proclamaron la independencia unilateral, hasta ser derrotados.

EL GOBIERNO FOMENTA CONFLICTOS INTERÉTNICOS

Ag Acherif acusó al Gobierno maliense de fomentar primero la discordia étnica en el Azawad, y posteriormente en el centro y el sur del país, en una estrategia según él tendente a debilitar a los distintos grupos étnicos para asentar así la autoridad del Estado.

La región maliense de Mopti, en el centro del país, es escenario en los últimos años de enfrentamientos de carácter étnico entre peuls (de mayoría musulmana) y dogon (animistas), que terminan con frecuencia en matanzas.

El Gobierno ha tolerado más o menos abiertamente la existencia de milicias armadas que atacan a los “peuls” por considerar a estos últimos cómplices de los grupos yihadistas, como ha sido denunciado por organizaciones como Amnistía Internacional (AI) o Human Rights Watch (HRW).

Según Ag Acherif, esa política del gobierno en Bamako no hace sino fomentar la violencia y propiciar masacres y flujos incesantes de refugiados.

Sostiene que el gobierno ha armado a milicias afines para combatir a la CMA, lo que causó una guerra civil no declarada en el norte durante tres años (2015-2018), además de intentar sembrar discordias tribales dentro de los propios grupos tuaregs norteños.

Para contrarrestar esa política, se ha iniciado un proceso de unificación de los movimientos del Azawad y que está abierto, según Ag Acherif, incluso a los grupos locales leales al Gobierno, “porque sus vínculos con las autoridades no son ideológicos sino pragmáticos y pueden cambiar su postura de un momento a otro”.

NO AL DESARME

Respecto al desarme de los grupos no estatales estipulado por los Acuerdos de Argel de 2014, Ag Acherif explicó que la CMA no está dispuesta a dejar las armas y pide como alternativa que el Estado integre a los milicianos de estos grupos en las fuerzas de seguridad y militares.

El acuerdo de paz precisa que la vuelta del Ejército maliense al Azawad está condicionada con la formación de las tropas que operarán en el norte con una mayoría de población local en cuanto a sus efectivos y comandancia, algo que todavía no se ha cumplido.

El líder tuareg considera que esta es una de las razones de la persistencia de la violencia y el terrorismo, del que se desvincula por completo.

“Los movimientos del Azawad son las primeras víctimas del terrorismo”, recordó, y señaló que las armas de las milicias son imprescindibles para protegerse de los terroristas y de las redes del crimen organizado.

Señaló que el hecho de calificar a Kidal como bastión de Al Qaeda “no es correcto, (es una idea que) pretende justificar todas la políticas injustas contra la región, así como el retraso de la aplicación del acuerdo de paz”.

Para el político tuareg, la erradicación del terrorismo requiere una esfuerzo transversal, además del esfuerzo militar, pues, en su opinión, el extremismo se alimenta de la ignorancia, la pobreza y los crisis sociales y políticas.

Asimismo, lamentó que el ejército maliense dedique sus esfuerzos a combatir a la CMA y no a los terroristas, y señaló que la guerra continuará si el Estado no se construye sobre bases federales y la concesión de autonomías regionales.

ADMINISTRACIÓN LOCAL

Ag Acherif subrayó que la CMA despliega esfuerzos para garantizar un mínimo de servicios básicos en los territorios que controla, como servicios de enseñanza, salud, seguridad, justicia o agua potable, sobre todo en la provincia de Kidal, y partes de Menaka, Gao y Tombuctú.

Ante la escasez de escuelas, la CMA anima a los ciudadanos a educar a sus hijos en sus casas, pues el estado maliense solo paga una cantidad mínima de maestros, mientras que en otras zonas son jóvenes voluntarios los que imparten clases.

En cuanto a la seguridad, la CMA se coordina sobre el terreno con las fuerzas de la ONU, la fuerza francesa Berkhane, el Ejército maliense y las milicias de la plataforma, afines al gobierno.

“Los lugares donde está desplegada la CMA son los más seguros en Malí en este momento”, precisó.

Por otra parte, explicó que la CMA está explotando las minas de oro, que se encuentran bajo su control en el norte de Mali, lo que proporciona puestos de trabajo para los jóvenes y fondos para financiar los servicios públicos, pero la explotación se realiza de forma tradicional.

“Esta actividad tiene impacto positivo sobre la seguridad también e impide que las organizaciones terroristas o criminales recluten a nuestros jóvenes aprovechando su pobreza”, recordó.

UN ERROR EN EL DIAGNÓSTICO

Ag Acherif sostiene que existe un “error en el diagnóstico” de las verdaderas raíces de la crisis del Azawad, y el gobierno maliense y la comunidad internacional, incluida la ONU y la Unión Africana, que no tienen en cuenta sus “orígenes políticos históricos”.

Explicó que la lucha del pueblo del Azawad, que cuenta con una población de entre 3 y 3,5 millones de personas, se remonta a la época colonia francesa, y ha continuado después de la independencia en forma de revueltas que reivindican el derecho a la autodeterminación, aunque actualmente la reclamación de la independencia haya sido aparcada.

Insistió en que “el problema no es que los movimientos del Azawad impidan la vuelta del Estado a esa región, sino que el Gobierno obstaculiza el establecimiento de una autonomía en el norte, tal como lo estipula el acuerdo de Argel”.

El documento otorga, entre otras medidas, una autonomía administrativa amplia a los consejos elegidos en las provincias norteñas, y esa es la formula mínima que pueden aceptar los grupos integrantes de la CMA.

Mohamed Siali

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