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Sobre funcionarios: si queremos debatir, seamos rigurosos

Santiago Lago Peñas

Como señalaba en mi anterior aportación en este blog, 'Funcionarios y disonancia cognitiva', hablar de funcionarios públicos es abrir la caja de los truenos. Los espíritus se agitan y las críticas al columnista de turno pierden mesura y se conducen huérfanas de raciocinio. En mi caso concreto, una entrada en el blog RES PUBLICA y una columna en El País Negocios han generado críticas en diversos foros a mi juicio poco fundamentadas. Con el objetivo de aclarar los términos del debate, ahí van unas cuantas aclaraciones.

Lo primero que se critica es que para comparar entre países se utilice el porcentaje de empleados públicos sobre la población activa y no, por ejemplo, el ratio empleo público/empleo privado. Otros argumentan que es mejor utilizar el cociente entre empleo público y PIB. Lo primero a aclarar es que el indicador que utilizo no es mío. Es el que usa la OCDE en sus informes sobre empleo público. Lo que pretende medir este indicador es la proporción de la fuerza laboral dedicada a la producción de bienes y servicios producidos por el sector público.

Una alternativa sería utilizar empleo público por habitante, lo que nos daría una idea de la relación entre recursos humanos dedicados a la producción pública y la población a atender. Bien es verdad que en ambos casos, las comparaciones internacionales están sesgadas, por ejemplo, porque en algunos países la privatización de servicios es mayor que en otros. No obstante, es cierto que en España privatización en sanidad, educación o servicios sociales es hoy baja o muy moderada en perspectiva internacional. Por tanto, aunque se corrigiese este sesgo, España seguiría siendo un país con un empleo público claramente por debajo de la media de la OCDE y de EE.UU, por ejemplo.

En cambio, usar los ratios empleos público respecto a empleo privado o al PIB no me parece lo más razonable. Para medir el número relativo de empleados público son mejores los indicadores anteriores. Y para medir su coste, para saber si la economía española se puede permitir esa estructura de empleo público, es preferible irse directamente al peso de su coste sobre el PIB. Es técnicamente más preciso y conceptualmente más claro usar de forma complementaria a los ratios anteriores el peso del gasto de personal sobre el PIB. En este frente y como señalaba en el artículo en El País antes referido, en 2013 estaremos también claramente por debajo de la media de la OCDE. Y bajando.

No se trata de recortar, sino de reformar. Los verbos riman y la grafía se parece, pero su significado es muy diferente.

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