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Redes sociales y representación política

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Pablo Barberá / Gonzalo Rivero

El incremento en el uso de redes sociales ha generado grandes expectativas con respecto a su potencial para transformar la comunicación política y la relación de los representantes públicos con los ciudadanos. Sin embargo, el modo en que herramientas como Facebook o Twitter impactan en diferentes modos de participación política es un debate abierto a nivel académico. En los últimos años, se ha discutido ampliamente sobre cómo las redes sociales afectan la coordinación de protestas y revoluciones, hasta qué punto facilitan que las voces más débiles sean escuchadas, cómo incrementan nuestro acceso a una mayor diversidad de opiniones, o incluso si es posible utilizar estos datos para predecir eventos políticos como elecciones o manifestaciones.

Un elemento común en muchos de estos análisis es el argumento sobre el efecto democratizador de las redes sociales en el acceso a la comunicación pública. Al reducir de manera homogénea el coste de emitir mensajes en masa, independientemente de quién sea el emisor, con frecuencia se sostiene que las redes sociales deberían contribuir a una mayor calidad de la representación política. Sin embargo, como demostramos en un estudio utilizando datos de Twitter, recientemente publicado en la revista Social Science Computer Review, éste no es el caso. Por el contrario, los agentes políticos que son más oídos en el debate público “offline” siguen teniendo una mayor presencia en las redes, lo cual intensifica los sesgos que encontramos en la participación política. Este resultado también pone en cuestión la capacidad de esta fuente de datos para convertirse en una herramienta fiable de medición de la opinión pública.

El resultado que encontramos es intuitivo, e ilustra las dificultades que presenta el uso de este tipo de datos. Analizar Twitter no es diferente de entrar en un bar ruidoso. Escuchamos muchas voces pero tenemos poca información sobre los sujetos. Podemos oír a la gente hablar y podemos observar quién escucha y quién es escuchado por cada individuo, pero no podemos preguntar nada. Estamos rodeados de datos, pero como en casi todos los ámbitos de la investigación sobre política e Internet, todavía estamos en la infancia de entender cómo poder explotar la información a la que tenemos acceso. Nuestro artículo contribuye al desarrollo de herramientas que nos permitan entender mejor Twitter como paso previo a teorizar y estructurar relatos acerca del poder de los medios sociales en la arena política.

Nuestro análisis forma parte de un proyecto más amplio, tuitómetro.es, que pusimos en marcha en 2011 con el objetivo de medir el sentimiento en tiempo real de los tweets relacionados con diferentes eventos políticos. En concreto, en este artículo utilizamos una base de datos que incluye todos los tweets enviados en los 70 días anteriores a la elecciones generales españolas de 2011 y las presidenciales norteamericanas de 2012 que contenían referencias a alguno de los partidos o candidatos en cada elección, lo cual representa un total de 3 millones de tweets en el caso de España y 62 millones de tweets en Estados Unidos. Con el objetivo de analizar la desigualdad en la participación, estos datos son complementados con un análisis en profundidad de una muestra aleatoria de 12.000 y 50.000 usuarios que participaron de manera activa en la discusión política en Twitter en cada caso, para los cuales hemos estimado variables sociodemográficas y políticas de interés.

Nuestro estudio arroja cuatro conclusiones principales. En primer lugar, encontramos que una amplia mayoría de los usuarios que escriben en Twitter sobre política en ambos países son hombres. En segundo lugar, aunque la distribución geográfica de los usuarios de Twitter se acerca a la de los habitantes en cada región, existe un claro sesgo hacia las zonas urbanas. En tercer lugar, la discusión política entre los usuarios de Twitter está fuertemente polarizada, ya que son los ciudadanos con una identificación ideológica más fuerte los que monopolizan gran parte de la conversación. Por último, encontramos marcadas diferencias en la estructura de la conversación a lo largo del tiempo: en ambos países, ciertos eventos de campaña afectan la desigualdad en la participación en Twitter, haciendo que la discusión política esté dominada en mayor o menor medida por un grupo reducido de usuarios que son muy activos.

Quizás el resultado más interesante es el relativo a la relación entre ideología y participación, que mostramos en el gráfico bajo estas líneas. En lo que respecta a la distribución de los usuarios por orientación ideológica, los usuarios de Twitter se dividen en proporciones casi idénticas entre derecha e izquierda en ambos países. En segundo lugar, encontramos que la actividad de los usuarios con un marcado sesgo ideológico, en lo que respecta al número de tweets, retweets y “@-replies” publicados durante nuestro período de análisis, es significativamente superior a los usuarios con posiciones más moderadas. En otras palabras, este resultado sugiere que la discusión política en Twitter está protagonizada por aquellos ciudadanos con valores extremos en la escala de partidismo. Al dividir entre usuarios de derecha e izquierda (o conservadores y liberales), también encontramos importantes asimetrías. En el caso español, aunque el número de total de tweets enviado por cada grupo es similar, los usuarios en el primero de ellos envían significativamente más retweets, lo cual sugiere que la discusión política en la derecha está más jerarquizada y estructurada, con la mayoría de los tweets procedientes de un número limitado de usuarios. Por el contrario, en Estados Unidos sí encontramos diferencias significativas entre grupos ideológicos, y los usuarios que identificamos como conservadores tienden a ser más activos en Twitter.

Ideología y participación

Este resultado tiene una conexión directa con el hecho de que la desigualdad en la participación en Twitter varía de manera sustancial a lo largo de la campaña. En el caso español, estos eventos incrementan la desigualdad y hacen que el núcleo de usuarios activos en la discusión política en Twitter se muestre aún más activo. En Estados Unidos, el efecto depende del tipo de evento. Por un lado, los debates electorales atraen a un mayor número de participantes, lo cual genera una distribución de tweets enviados más homogénea; por otro, eventos como el ataque a la embajada en Líbia tienen el efecto contrario, posiblemente generando una respuesta intensa por parte de los votantes del partido Republicano. Con ello, nuestro resultado sugiere que cualquier tipo de análisis basado en datos provenientes de Twitter que no tenga en cuenta las distintas pautas de comportamiento en respuesta a eventos exógenos corre el riesgo de introducir importantes sesgos derivados de la participación desigual de diferentes tipos de usuarios.

Las consecuencias de nuestra investigación dependen en gran medida de la esfera en la que uno se fije. En sus efectos más prácticos, y pensando en la utilización de Twitter como fuente de datos para el análisis político y social, nuestros resultados apuntan hacia la paradoja de usar Twitter como fuente para el análisis de la opinión pública y la predicción del comportamiento electoral, cuando estamos observando una muestra sesgada de la población. Un análisis basado en el volumen de tweets o su “sentimiento” agregado estará inherentemente sesgado si no se estratifica o pondera para controlar por el efecto de los factores antes expuestos. En este sentido, nuestra crítica tiene un componente positivo ya que cuantifica las variables que requiren más atención, en un tratamiento estadístico de los datos, para poder usar Twitter para entender mejor las características de la población. A un nivel más general, nuestros resultados reflejan la idea de que Twitter, así como cualquier otro instrumento de comunicación refleja las desigualdades existentes. Twitter transforma pero no revoluciona.

A pesar de toda la actividad investigadora sobre redes sociales y política, todavía sabemos poco. Es posible que Twitter esté capturando la opinión de una minoría informada e influyente que causa trasvases en la opinión de los demás, incluso aquellos que no están presentes en las redes sociales. La investigación sobre la conexión entre comportamiento político “offline” y “online” está dando aún sus primeros pasos sólidos, pero es prometedora. Para analizar esta información de manera rigurosa, es necesario desarrollar nuevos métodos más sofisticados y fiables, a los que esperamos contribuir con nuestra investigación.

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