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El campo canario ofrece una segunda oportunidad a jóvenes que han cometido infracciones

El joven grancanario de 18 años Ismael Travieso EFE/Ángel Medina G.

Laura Bautista (EFE)

Arucas (Gran Canaria) —

Una cooperativa agrícola de Gran Canaria está ofreciendo una segunda oportunidad a chicos que acaban de dejar atrás un pasado complicado, gracias a la iniciativa de una jueza de Menores que pensó que podía hacer algo más que ponerlos en lista de espera para una medida de libertad vigilada.

“Este proyecto me ha dado una oportunidad, algo que nunca habían hecho antes por mí. Me ha permitido cambiar mi estilo de vida, que era lo más importante”, explica Ismael Travieso, de 18 años, uno de los protagonistas de esta iniciativa del programa Up2U, que ya forma parte del sector platanero gracias a la formación que ha recibido en la Cooperativa Agrícola del Norte de Gran Canaria.

La historia de Ismael es la de otros muchos chicos que pasaron siendo adolescentes por el despacho de la juez de Menores de Las Palmas de Gran Canaria, Reyes Martel, con un historial salpicado de problemas familiares, escarceos con las drogas y algunos delitos.

“Estaba en libertad vigilada y me dijeron que nos iban a dar una segunda oportunidad a través de una formación profesional con posibilidad de contrato”, relata Travieso, que estos meses ha descubierto cómo se ha transformado su vida al tener la oportunidad de aprender una profesión y empezar a trabajar.

En un descanso de su jornada en una plantación de Arucas, este joven explica que ya tendía ganas de “cambiar y dejar atrás” su anterior vida, pero recalca que no siempre se encuentran las fuerzas ni la ayuda adecuada para hacerlo. Él las ha hallado en esa iniciativa de reinserción laboral en la agricultura puesta en marcha por Up2U con el apoyo de la Fundación Mapfre Guanarteme.

El programa Up2U (acrónimo de depende de ti, en inglés) nació de la experiencia de Reyes Martel al frente del juzgado de Menores, de la constatación práctica de que, si no se hace algo pronto con adolescentes que cometen una infracción leve con 14 años, es posible que su mochila se vaya cargando de delitos aún más graves.

“La idea es ayudar a chicos en esa fase crítica, tratando de corregir y educar”, relata Martel, que como otros jueces de Menores del país se encontró con que cuando quería imponer una medida correctiva, con fines educativos, los recursos que le ofrecían las administraciones públicas soportaban una lista de espera de hasta seis meses, toda una eternidad para un menor en ese ambiente.

“Si empiezas a intervenir con seis meses de retraso, es posible que ese menor ya haya cometido otros cinco o seis delitos, y más graves seguramente, y sus problemas se habrán multiplicado. Si tenías a un menor que empezaba con las drogas, ahora lo tendrás con un problema serio, o a un menor que falta de vez en cuando al colegio, probablemente lo habrán expulsado. Lo peor de todo es que eso genera en estos chicos una sensación de impunidad absoluta y, además, los coloca en una situación de riesgo horrorosa”, relata.

Esta juez pensó que una opción era pelearse con la administración, exigir medios, deducir testimonio, activar una denuncia por desobediencia... “Pero, entre tanto, los menores seguían creciendo, se nos iban de las manos y esto no conducía a nada”, explica, así que decidió impulsar su propia alternativa.

Up2U cuenta en la actualidad con el apoyo de instituciones, empresas privadas y clubes deportivos que le ofrecen financiación o espacios donde ofrecer ayuda a los chicos del Juzgado de Menores.

Entre las entidades privadas que creyeron en la iniciativa figura la Fundación Mapfre Guanarteme, que ha financiado la formación de 20 jóvenes con la mayoría de edad recién cumplida durante un año: dos meses de cursos teóricos y diez de trabajo práctico en el campo.

“Nosotros trabajamos con personas en riesgo de exclusión social, entre ellos los jóvenes. Y creemos que la palanca principal es la formación: la formación da empleabilidad y la empleabilidad, inclusión social”, defiende su presidente, Ignacio Baeza.

Otro de los artífices del curso que le ha cambiado la vida a Ismael Travieso es Yeray Manuel Hernández, agricultor de Gran Canaria con una finca platanera de siete hectáreas y 13.000 plantas, que produce medio millón de kilos al año. En su negocio trabajan de forma fija cinco personas a diario, a los que este mes se ha sumado Ismael Travieso.

“Este proyecto me lo presentó la Fundación Mapfre Guanarteme y la Cooperativa Agrícola del Norte”, detalla, “me pareció un proyecto ilusionante y necesario, porque en el campo hay falta de personal cualificado y requerimos de mano de obra formada y joven”.

A su juicio, la labor que hacen con chicos como Ismael “cumple una doble función, al dar la oportunidad a los jóvenes de una salida laboral y a los productores mano de obra cualificada”.

Hernández relata que para seleccionar a los candidatos han dado prioridad “a aquellos que mostrasen interés e ilusión por formarse y trabajar”, aunque nunca antes hubiesen pisado una finca.

Es el caso de Ismael Travieso. “En octubre le propuse estar todo el mes trabajando con nosotros para así acelerar el proceso”, explica su tutor, que cree que el chico “tiene muchas posibilidades de continuar en este proyecto profesionalizándose y trabajando”.

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