Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Sobre este blog

Este blog corresponde a Alternativas Económicas, una publicación mensual que te explica la información económica desde un punto de vista social.

Mujeres y enfoques guasones, compasivos o degradantes

La jugadora de bádminton Carolina Marín, en un acto como embajadora de Carbonell

Ariadna Trillas

Los académicos piensan. Los activistas actúan. Hombres y mujeres somos iguales ante la ley. Vale. Y de pronto, te desayunas con el titular “Hasta se ha echado novio” para describir el año estupendo de una espléndida jugadora de bádminton. Y recuerdas que, entre los académicos y los activistas, andamos chapoteando, en medio, ciudadanos que hacemos lo que podemos, lo que hemos interiorizado.

Los activistas –sobre todo, en este caso, las activistas- actúan y los académicos piensan. ¿Pero dónde se desaprenden las cosas? Cuando leí que una universidad (la UAB) iba a poner en marcha este curso “el primer” Máster en Comunicación y Género, me sonó a tongo, a déjà vu. En un entorno donde la mujer llena las universidades, es dueña de su cuerpo y hasta tiene el privilegio de poder abrir una cuenta bancaria sin permiso del marido, sabe a iniciativa innecesaria. Es uno de los espejismos en los que vivimos. Es “todo está ya en su lugar”. Pero a mi sobrina, que trabaja en la industria textil, la acaban de apartar de su supercargo tras dar a luz a su segundo hijo por si acaso puede viajar menos, y en la tele vemos que andan sueltos ciertos lobos solitarios que las siguen matando porque eran suyas, y que no consideramos como un problema social compartido. Son sucesos, cosas que ocurren.

Busqué por Internet y encontré una larga lista de programas de postgrado en los que se estudia o se investiga de modo riguroso sobre género. Y desde luego, si uno quiere formarse en estudios relacionados con la mujer, la oferta es muy amplia. Existen Estudios de Mujeres, Género y Ciudadanía (U. de Barcelona), Estudios Interdisciplinares de Género (Autónoma de Madrid, máster oficiales en Género e Igualdad (U. de Málaga), Estudios de Género y Desarrollo Profesional (U. Sevilla), Estudios Feministas y de Género (U. del País Vasco), Másters Universitarios en Estudios Feministas (Complutense), programas oficiales de Postgrado sobre Género y Diversidad (Universidad de Oviedo), Centros de Estudios de Género (UNED), Estudios de las Mujeres y Género (U.de Granada), Instituto Universitario de Estudios de Género (Universidad Carlos III). Hasta escuelas virtuales de Igualdad. Muchos, apoyados por el Instituto Interuniversitario de Estudios de Mujeres y Género (IIEDG), por el Instituto de la Mujer o por sus réplicas autonómicas.

Seguro que estos programas, una pequeña selección de una lista mucho más larga, permiten desarrollar competencias profesionales para realizar “investigaciones de género”, para aprender a aplicar planes de igualdad en una organización, para bucear en la historia de los movimientos feministas y las conquistas sociales, para formar a profesionales que estudien y promuevan valor de la igualdad entre hombres y mujeres, para mejorar la igualdad de oportunidades en el ámbito jurídico, de los servicios sociales, en la empresa o en la administración.

Lo chocante es que los medios de comunicación y las redes sociales, erigidos en el ágora del espacio del entretenimiento, el ocio, la publicidad y por supuesto la información, no hayan sido antes el hueso del estudio. En el espacio sideral de los medios (los que van de serios y los que ni siquiera lo intentan) conviven análisis rigurosos y bien hechos sobre la persistencia de la desigualdad real con una transmisión de mensajes confusos a través de noticias con titulares y enfoques guasones, compasivos y degradantes. Ni siquiera nos damos cuenta de que los transmitimos, cuando lo hacemos. Lo llamativo prima. Es como si todo el trabajo de hormiguita que se hace en los márgenes del sistema no acabara de empapar el núcleo. Porque las mujeres con las que te topas en la vida suelen tener poco que ver con las que llenan los medios: seres infantilizados, tías buenas sin coco, sombras de grandes hombres, mandamases masculinizadas o víctimas aisladas de algún loco que las envía al otro mundo de un navajazo. Houston, seguimos teniendo un (viejo) problema. Así que a ver si la academia, en este caso la UAB, logra cambiar algo.

[Este artículo pertenece a la revista Alternativas Económicas. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]

Sobre este blog

Este blog corresponde a Alternativas Económicas, una publicación mensual que te explica la información económica desde un punto de vista social.

Etiquetas
stats