Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Sobre este blog

Amnistía Internacional es un movimiento global de más de 7 millones de socios, socias, activistas y simpatizantes que se toman la lucha contra las injusticias como algo personal. Combatimos los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación y el activismo.

Estamos presentes en casi todos los países del mundo, y somos independientes de todo Gobierno, ideología política, interés económico o credo religioso.

Atrapados como espíritus en el mundo material

Restos del derribo del lugar de culto de El Gallinero, llevado a cabo durante un operativo del Área de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid el pasado 9 de octubre. © Amnistía Internacional /JIC

Juan Ignacio Cortés

Área de Medios de Amnistía Internacional España —

Anochece tristemente sobre Madrid. Son las siete de la tarde de un otoño con la hora ya cambiada, y hace un frío desolador. Mis pies pisan un suelo de barro pringoso y húmedo. A mi alrededor se extienden las precarias viviendas de El Gallinero, un asentamiento habitado por personas de etnia gitana de origen rumano en el sur de Madrid.

Justo a mis pies yacen los restos de lo que hasta el pasado 9 de octubre era uno de los pocos sitios en que los habitantes de El Gallinero se podían reunir a compartir un refresco, jugar una partida de billar o ver la televisión juntos sin estar a la intemperie.

El local, construido como el resto de los precarios ¿edificios? de la barriada con materiales de desecho -maderas, plásticos, cuerdas- fue derribado durante un operativo del Área de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid, acompañados por decenas de agentes de la Policía Municipal. Una incursión que se produjo de madrugada, a la prudente hora de las 7:30 de la mañana, justo cuando los niños salían del poblado rumbo a la escuela.

Enfrente de mí, el sol se pone tras una colina hecha de escombros de pasados derribos y de restos de chatarra, colchones, carros de bebé ya inservibles... Alguien ha encendido una hoguera. No hay agua corriente ni calefacción en las viviendas de El Gallinero. Los habitantes del poblado tan sólo cuentan con una fuente a la entrada del poblado y escamotean electricidad a través de empalmes ilegales que, tras las lluvias que han caído estos últimos días en Madrid, se antojan especialmente peligrosos. Dudo que la hoguera consiga paliar el frío y la humedad cuando lleguen las tres o las cuatro de la madrugada.

Tal vez se pregunten qué hace un periodista de Amnistía Internacional en un poblado chabolista de Madrid. Bueno, en nuestra organización no nos ocupamos tan sólo de denunciar violaciones y abusos contra los derechos humanos en África, Oriente Próximo o América Latina. Tristemente, algunos de esos abusos y violaciones se producen también en España.

En el caso concreto de El Gallinero nos preocupa que los desalojos que se producen en la zona se hacen violando los derechos humanos: la comunidad no es informada, ni existe diálogo alguno con ella y se derriban las viviendas de personas a las que no se les proporciona ningún alojamiento alternativo. Todo ello convierte las actuaciones del Área de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid en el Gallinero en un desalojo forzoso, lo que constituye una grave violación de los derechos humanos

Esta situación afecta al menos, sólo en la ciudad de Madrid, a las 90 familias que viven en El Gallinero, a las 54 familias que viven en el asentamiento de Puerta de Hierro y a las miles de personas que habitan la parte correspondiente al término municipal de Madrid en el poblado de Cañada Real.

Para poder denunciar las violaciones de los derechos humanos que sufren los habitantes de el Gallinero, Giulia Tamayo, una de nuestras investigadoras, se ha desplazado hasta aquí para recoger el testimonio de R., parte de cuya vivienda fue derribada el pasado 9 de octubre sin orden judicial. Y me ha pedido que la acompañe para documentar fotográficamente los derribos/desalojos que tuvieron lugar ese día.

Así que aquí estoy. Mientras contemplamos la poco romática puesta de sol, amenizada por una pareja de perros que escarban en la basura, P. me comenta. “La vida es dura aquí. Yo tengo 24 años y llevo 13 años viviendo en El Gallinero. Veníamos buscando una vida mejor, y esto es lo que tenemos. Estamos atrapados. Como si fuésemos espíritus. Sueño con una casa para mí y mi familia (P. tiene cinco hijos), pero sólo tengo esa chabola que ves allí”.

P. -no es el único- me comenta diversos casos de irrupciones policiales en el poblado a horas intempestivas llevadas a cabo con una actitud -digamoslo así- poco respetuosa. Nada nuevo bajo el sol. Ya lo denunciamos en nuestro informe de 2011 Derechos a la intemperie.

Giulia ya ha recogido el testimonio de R. y de otros afectados por los desalojos de este año en el Gallinero. Ha llegado la hora de emprender el camino de vuelta. Hemos aparcado el coche junto a otras ruinas. En este descampado se alzaba, hasta el pasado 9 de octubre, el lugar de culto que servía también de centro comunitario de los pobladores de El Gallinero. El Ayuntamiento lo derribó. Fue lo primero que hizo esa madrugada.

Antes de meterme en el coche, le echo un último vistazo a El Gallinero, a sus casas construidas entre basura y ruinas, a la gente que se junta alrededor de alguna hoguera o que sigue barriendo el agua acumulada en los tejados de sus precarias viviendas. Y pienso en lo que me ha dicho P. Es verdad: están atrapados. Lo peor de todo es que, además, hay instituciones y personas dispuestas a dar nuevas vueltas de tuerca para hacer todavía más duro su cautiverio.

Sobre este blog

Amnistía Internacional es un movimiento global de más de 7 millones de socios, socias, activistas y simpatizantes que se toman la lucha contra las injusticias como algo personal. Combatimos los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación y el activismo.

Estamos presentes en casi todos los países del mundo, y somos independientes de todo Gobierno, ideología política, interés económico o credo religioso.

Etiquetas
stats