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Sobre este blog

Amnistía Internacional es un movimiento global de más de 7 millones de socios, socias, activistas y simpatizantes que se toman la lucha contra las injusticias como algo personal. Combatimos los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación y el activismo.

Estamos presentes en casi todos los países del mundo, y somos independientes de todo Gobierno, ideología política, interés económico o credo religioso.

80 razones para seguir peleando por el respeto a las personas LGBTI

Pintada homófoba en la puerta de la organización Domine, antes de la celebración del Día del Orgullo en Split, Croacia, Junio 2011. Por Tomislav Ladišić

Carlos Sanguino

Responsable del trabajo sobre Diversidad Afectivo-Sexual en Amnistía Internacional —

Releer el testimonio de Stosh me pone los pelos de punta. El 17 de mayo es el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia. ¿Sabíais que hasta el 17 de mayo de 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideraba la homosexualidad una enfermedad mental? O, dicho de otro modo, durante la mayor parte de su vida personas como el cantante Freddy Mercury fueron, aplicando la consideración de la OMS, enfermos mentales. Bendita “enfermedad mental” que produjo -entre otras- Bohemian Raphsody.

De eso hace 23 años. Muy poco. Y aún hay mucho por lo que pelear cada 17 de mayo. Cerca de 80 países siguen estigmatizando, multando, encarcelando e incluso matando a las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI) en todo el mundo. En el plano internacional se sigue considerando la identidad transgénero como un trastorno mental; y al menos mil personas transgénero fueron asesinadas en todo el mundo entre 2008 y 2012.

Los países son al fin y al cabo gente, y por cada uno de los casi 80 países en donde se persigue la homosexualidad, hay personas con nombres y apellidos que sufren constantes violaciones de derechos humanos. Y no se libra ningún continente, ojo. En África, 36 estados criminalizan las relaciones entre personas del mismo sexo como Camerún, Nigeria o Uganda. En Europa, hay países como Ucrania o Rusia donde nunca se ha podido celebrar una marcha del Orgullo -aquí las cosas son de otro modo, por suerte-. En otros como Croacia o Bulgaria las personas LGBTI sufren crímenes de odio que no son investigados por la policía. En otros como Jamaica hay leyes homófobas que no suelen aplicarse, pero que sirven para que tu vecino y el mío -por ejemplo- estigmaticen a las personas homosexuales.

Maurice es un apasionado del reggae y quizás todos los días, mientras camina a grandes zancadas hacia su trabajo oye la voz potente de Bob Marley cantando su triste Redemption Song. Puede que en las pasadas Olimpiadas de Londres empujara a Usain Bolt frente a su televisor para que corriera unas décimas más rápido.

Es jamaicano, pero no puede vivir en Jamaica. Es gay y abogado de personas homosexuales en un país donde te podrían meter en la cárcel por serlo. O sea, es un valiente y un tipo que merece la pena. Una noche, después de una redada en un bar de ambiente de Bahía Montego decidió que había que denunciarlo públicamente. Comenzaron las amenazas de muerte, y cuando Maurice informó a la policía el agente que le tomó declaración le dijo que “odiaba a los gays”. Tuvo que marcharse y hoy vive en otro país.

Pienso en los muchos Maurices que hay en cada uno de los casi 80 países que aún criminalizan la homosexualidad. Recuerdo a Mykola, golpeado por ser gay en Ucrania. O a Pavla, maltratada por explicar a unos hombres en Croacia que intentaban ligar con ella que era lesbiana. Y sobre todo a Stosh, violado y amenazado por ser hombre transgénero en Uganda. Celebrar el 17 de mayo es por ellos y ellas, y porque dentro de un tiempo el 80 pase a 0.

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