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Sobre este blog

Amnistía Internacional es un movimiento global de más de 7 millones de socios, socias, activistas y simpatizantes que se toman la lucha contra las injusticias como algo personal. Combatimos los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación y el activismo.

Estamos presentes en casi todos los países del mundo, y somos independientes de todo Gobierno, ideología política, interés económico o credo religioso.

La indignante segregación de las personas gitanas en Roma

Desalojo forzoso de familias gitanas que vivían en el campamento de Via Salviati, al este de Roma, el 12 Septiembre de 2013. © Amnistía Internacional

John Dalhuisen

director del Programa de Amnistía Internacional para Europa y Asia Central —
  • En Roma, con los sucesivos gobiernos de los 10 últimos años, la segregación de las personas gitanas en campamentos ha pasado de fenómeno geográfico a política social activamente aplicada. Amnistía Internacional publica un nuevo informe donde denuncia la segregación que sufren las comunidades gitanas y pide que tengan los mismos derechos que otras personas. Una cuestión básica de derechos humanos.

El acceso de las comunidades romaníes a una vivienda adecuada en Roma es un asunto cargado de emotividad.

El dinero escasea para todo el mundo y la vivienda social solicitada supera ya con mucho la disponible. Italia tiene un gran problema de vivienda, y en Roma las cosas no son diferentes.

Somos conscientes de ello.

Pero no es posible eludir –o justificar– el hecho de que las personas gitanas se encuentran obstáculos adicionales cuando intentan acceder a una vivienda adecuada; obstáculos que tienen su origen no en duros datos económicos, sino en algo más elemental: los prejuicios.

En el informe que hemos publicado recientemente describimos cómo el Ayuntamiento de Roma lleva tiempo aplicando una política de vivienda social de dos niveles que condena a miles de personas gitanas a vivir en malas condiciones en campamentos segregados situados a las afueras de la ciudad.

No se trata de gitanos itinerantes o recién llegados, sino de comunidades bien asentadas, muchas de las cuales ya llevan tres generaciones viviendo en Italia, y cuyos miembros, en su mayoría, tienen permiso de residencia legal en el país o son ciudadanos italianos. Son personas con los mismos derechos y las mismas necesidades que las demás. Y, aunque no se diga casi nunca, con las mismas aspiraciones: un trabajo, seguridad, una casa, la oportunidad de mejorar su situación. Ciertamente, algunos están acostumbrados a vivir en campamentos y les gusta. Pero a otros muchos no.

La segregación de la población gitana de Roma tiene sus orígenes en las circunstancias de su llegada desde la antigua Yugoslavia hace más de 40 años. No es sorprendente que los asentamientos informales se anquilosaran, y es fácil comprender por qué las autoridades municipales respondieron inicialmente proporcionando servicios básicos a estas estructuras de manera que las perpetuaban.

Es comprensible.

Sin embargo, con los sucesivos gobiernos de los 10 últimos años, la segregación de las personas gitanas en campamentos ha pasado de fenómeno geográfico a política social activamente aplicada.

El proceso culminó con el Plan Nómada, del que ni siquiera se esforzaron en disimular el nombre. Este plan se basaba en la suposición prejuiciada, políticamente conveniente y esencialmente falsa de que los gitanos son nómadas y la vida en campamentos es la única forma de alojamiento adecuada para ellos, y la única que las autoridades estaban de algún modo obligadas a proporcionarles.

Durante años, un complicado sistema de puntos para clasificar a los solicitantes de vivienda social impedía que las personas gitanas que vivían en campamentos tuvieran acceso a una vivienda social, ya que nunca podían demostrar que antes habían sido desalojados de un alojamiento privado que no podían pagar.

Cuando a finales del año pasado se modificó el sistema de clasificación para dar prioridad a las personas que estaban en alojamientos sociales temporales, el Ayuntamiento de Roma, de manera vergonzosa y calculadora, emitió una circular para aclarar que esto no era aplicable a las personas gitanas que vivían en campamentos. Ellos, para resumir, podían quedarse ahí para siempre.

En una reunión celebrada esta misma semana, Assessora Cutini, representante del Ayuntamiento de Roma, indicó que el Plan Nómadas había concluido, y que el municipio estaba estudiando derogar la orden de excluir del acceso a vivienda social a los gitanos que viven en campamentos. Sería un paso importante en la dirección correcta.

Queremos animarles a complementarlo con planes concretos a corto plazo destinados a mitigar la segregación y las precarias condiciones de vida de los residentes de estos campamentos, y a elaborar planes a más largo plazo para poner fin a un sistema de vivienda de dos niveles que condena a miles de personas gitanas a vivir en campamentos.

Amnistía Internacional no pide que los gitanos que viven en campamentos en Roma tengan acceso prioritario al limitado conjunto de viviendas sociales disponibles en la capital italiana. Pide que tengan igualdad de acceso a la vivienda social con independencia de su origen étnico. Y que se adopten políticas que pongan fin progresivamente a su segregación en alojamientos deficientes.

Para nuestra organización, no es algo controvertido ni idealista. Es una cuestión básica de derechos humanos.

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Amnistía Internacional es un movimiento global de más de 7 millones de socios, socias, activistas y simpatizantes que se toman la lucha contra las injusticias como algo personal. Combatimos los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación y el activismo.

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