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22M: un año desde el día en que Andalucía marcó el rumbo para la complicada investidura en el Gobierno de España

Susana Díaz subraya la victoria "histórica e indiscutible" del PSOE

Olga Granado

Este Martes Santo se cumple un año desde el 22 de marzo de 2015, cuando tuvieron lugar las elecciones autonómicas de Andalucía que implicaron romper la tradición de que las elecciones municipales fueran las que inauguraran el calendario y marcaran el ritmo de los comicios posteriores. Los resultados en Andalucía supusieron mucho más que el primer triunfo de Susana Díaz en las urnas, la resistencia del PSOE en la comunidad autónoma más poblada y el aguante del bipartidismo en un momento en que muchos auguraban su fin. El 22M se convirtió en el primer ensayo en nuestro país de las dificultades que conllevaría conformar gobiernos con escenarios más fragmentados, como un claro anticipo no ya sólo de lo que ocurriría luego en los consistorios y en otras comunidades autónomas, sino especialmente tras las elecciones generales del 20 de diciembre.

Consciente de que Andalucía es determinante, como la comunidad autónoma que más escaños controla en el Congreso de los Diputados (61), que su presidenta adelantara los comicios hace un año supuso obligar a Podemos a concurrir a las urnas sin haber tenido tiempo para prepararse y asestar un primer golpe electoral que luego se tradujera en su ansiado sorpasso a los socialistas en las elecciones generales. Por eso, si las elecciones autonómicas en Andalucía no hubieran sido las primeras del calendario, el resultado no ya en este proceso, sino también el 20D, habría pintado distinto. Entre otras cosas, Podemos habría tenido relativamente más fácil ponerse por delante de los socialistas aportando muchos más de los 10 escaños que consiguió en esta comunidad autónoma hace casi tres meses. Basta con ver lo ocurrido en otros territorios donde fue primera o segunda fuerza el 20D.

Pese a que la medida en aquel momento fue muy cuestionada por la ruptura con IU y por la precipitación de la fecha, para los intereses del PSOE-A resultó clave reaccionar tras la sorpresa que había dado Podemos en su estreno en las elecciones europeas de 2014 con esos cinco escaños que les habrían permitido a los de Pablo Iglesias organizarse hasta que hubiera una cita para La Moncloa, que era su objetivo, y por eso de hecho no apreciaron con la debida medida las elecciones municipales. “Andalucía frenó el boom Podemos”, describe un dirigente del PSOE-A. Y no era baladí hacerlo porque están convencidos de que el objetivo de Podemos es acabar con el PSOE. Por eso, en paralelo se combate su fuerza con un cierto ensalzamiento de C's, lo que a su vez es matar dos párajos de un tiro porque los de Albert Rivera les comen terreno sobre todo a los populares.

Dos mensajes que se repiten machaconamente

Este año desde que ganó las elecciones autonómicas sumado a los 18 meses que ostentó la presidencia tras heredarla de José Antonio Griñán parecen suficientes para que Susana Díaz esté pensándose de nuevo dar el salto a Ferraz si Pedro Sánchez fracasa y por eso se insiste desde el PSOE-A en mandar dos mensajes. Por un lado, que no sólo ha conseguido mantener el fortín más importante del partido y encadenar cuatro victorias consecutivas desde que es secretaria general de la federación -incluidas las últimas elecciones generales donde mitigó algo el batacazo del PSOE- sino que ha logrado una estabilidad de gobierno envidiable en una coyuntura política donde hay muchos más protagonistas y por tanto es más complicado. Que fuera la primera y única comunidad autónoma en aprobar sus presupuestos en tiempo y forma, gracias a que el PSOE-A contó con el respaldo de sus socios de investidura de C's, ha sido el mejor ejemplo para ello. “Un modelo a exportar”, como han insistido en hacerle ver a Pedro Sánchez desde el PSOE-A.

Para que este mensaje se instale con fuerza ha resultado clave que no se vaya a los detalles, como que los socialistas no han dejado de perder votos en Andalucía. Ganaron el 22M con los peores resultados para su partido en unas elecciones autonómicas, con 1.409.042 votos (35,43%), frente a los 1.527.923 (39,56%) de José Antonio Griñán en la convocatoria previa, pese a que en los dos casos sumaron 47 escaños en el Parlamento de Andalucía. Como en todas las convocatorias posteriores, donde ha continuado la sangría de votos para los socialistas en Andalucía, a menos nivel que para el PP, eso sí. En las elecciones municipales del 25 de mayo fueron 1.318.517 sufragios para los socialistas en Andalucía (34,32%) frente a 1.324.278 (32,5%) en 2011. Pero sobre todo, en las elecciones generales, cuando fueron 1.400.399 votos (31,53%), frente a 1.594.893 (36,60%) de 2011, traducidos en 22 y 25 escaños, respectivamente. Pero lo que cuenta es que el PSOE-A rompió una racha de fracasos a favor de los populares. Mientras, C's y también Podemos, pese a que sus resultados en Andalucía fueran más pobres que en otras comunidades autónomas, han ido creciendo, si se compara con lo único que se puede hacer, o sea, con su balance del 22M.

El otro mensaje se centra en combatir la credibilidad de Podemos, acusándoles de ejercer de “pinza” con los populares desde el 22M. Es más, desde el PSOE-A trasladan permanentemente que estos dos partidos han formado un bloque para dificultar la acción de gobierno. Y que lo que ocurriendo con los intentos de investidura de Pedro Sánchez supone el traslado a nivel nacional del bloque entre populares y Podemos que se formaría en Andalucía hace un año, inaugurándose con el “calvario” para Susana Díaz a la hora de tomar posesión. Pero este mensaje también tiene sus contradicciones.

Se insiste, por ejemplo, en que se lo impidieron durante casi 80 días, cuando en realidad fueron 37: los transcurridos entre la primera votación el 5 de mayo en el Parlamento de Andalucía, donde no consiguió la mayoría absoluta necesaria, hasta el 11 de junio, cuando en el cuarto intento sumó votos suficientes con el apoyo de C's a cambio, entre otras cosas, de que sacrificara a sus dos predecesores en el cargo: Manuel Chaves y José Antonio Griñán.

Otro ejemplo: en las votaciones en el Parlamento de Andalucía, donde no sólo lo desmiente la aritmética, es decir, si se observa cuántas veces vota el Podemos con el PP-A, que son muchas menos de las que lo hace con los socialistas, sino incluso si se ve la importancia de esos pronunciamientos. Y es que cuando ha llegado la hora de la verdad, el PSOE-A ha encontrado en Podemos el aliado oportuno para evitar caer en la trampa de la derecha que representa C's porque le ha apoyado en votaciones claves desde el punto de vista de la ideología.

Marcaje desde el sur

Independientemente de estos mensajes, este primer año de Susana Díaz saboreando su victoria ha destacado, en lo orgánico, por el constante marcaje a Pedro Sánchez, recrudecido desde las últimas elecciones generales por poder comparar con los resultados del partido en Andalucía, en paralelo a una proyección nacional que lleva meses cultivando desde el marco que supone Andalucía -la defensa de la unidad de España se ha convertido en su recurso más usado- y a la referida estrategia de arrinconar a PP-A y Podemos como si fueran una misma cosa. 

En lo que es gestión pura y dura, no se pueden evaluar 12 meses, sino nueve, ya que son los que se pueden contar desde que se constituyera el nuevo Gobierno de Andalucía, con un perfil más solvente que el que adoptó de José Antonio Griñán. Cuantitativamente, el Gobierno de Andalucía lo resume en 12 medidas legislativas puestas en marcha: seis proyectos de ley remitidos ya al Parlamento de Andalucía, cinco decretos ley y un decreto. En lo cualitativo hay que decir que hay mucho pendiente de la legislatura previa con IU que se quedó a medio hacer y se está tramitando en la presente.

Lo que no ha conseguido Susana Díaz es huir de la sombra de la corrupción que persigue a su partido desde hace años, con dos hitos en el periodo: por un lado la imputación de Manuel Chaves y José Antonio Griñán, obligados de nuevo la pasada semana a hacer el paseíllo por los juzgados de Sevilla perdida ya la condición de aforados, y por otro, la constitución de la comisión de investigación en el Parlamento de Andalucía para buscar responsabilidades políticas en el presunto fraude con subvenciones para la formación, que ha dejado su comparecencia para el final, lo que previsiblemente tocará en junio. Sin duda, un momento que será muy utilizado, ya sea que le toque en campaña para ella o para otro candidato de su partido en una hipotética repetición de las elecciones generales, ya sea en la hipotética pugna por la secretaría general del PSOE si el congreso del partido cambiara de fecha, lo que no se descarta tampoco.

 

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