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La reforma de la Ley del aborto pone en riesgo medidas del programa de Salud Sexual de Andalucía

Un usuario pide cita en un centro de salud.

Ángeles Huertas

El proyecto de Salud Sexual y Reproductiva estaba valorando la pertinencia de incluir el aborto farmacológico en la oferta de servicios del Servicio Andaluz de Salud. “Que los médicos de nuestro sistema sanitario”, explica Elisa Vizuete, miembro de la Consejería de Salud, “pudieran asistir a las mujeres en el proceso sin tener que trasladarse a una clínica con concierto. Algo que se realiza de forma habitual en Francia y Portugal”. Sin embargo, esta petición junto a muchos de los materiales utilizados para formar a los sanitarios o la visión de la sexualidad como un derecho, están en el aire hasta que se concreten los trámites de la nueva reforma de la Ley del aborto del ministro Gallardón.

La atención sanitaria en aspectos sobre sexualidad debe enmarcarse desde la perspectiva de la Organización Mundial de la Salud y de la ONU, “en la que el desarrollo de la sexualidad y la reproducción es un derecho en el que la persona decide cómo vivirla, cuándo y cómo ser padre/madre y qué opción sexual quiere. Todo ello de una manera saludable”, matiza María García Calvente, profesora de la Escuela Andaluza de Salud Pública y coordinadora del programa de Salud Sexual y Reproductiva de la. “Porque tenemos la fea costumbre de imponer nuestros criterios y nuestra moral”. Y esta es la parte en la que el sanitario, dice la experta, debe tener sensibilidad y ser profesional.

Esta visión, argumenta García Calvente, desgraciadamente choca de frente con el anteproyecto de reforma de la Ley del Aborto: “Primero, porque es una ley que parte del Ministerio de Justicia y no del de Sanidad, y segundo porque no se deja opción a la elección”. Y es que en Andalucía de las 22.947 interrupciones voluntarias del embarazo realizadas en 2012, el 93,2% de ellas (21.398) fueron a petición de la mujer, el 3,7% por riesgo para la embarazada, el 2,8% por anomalías del feto y el 0,2% por riesgo extremo del feto. Con la nueva ley, dice Vizuete, “la libertad desaparece y las mujeres se verán obligadas a justificar su decisión quedando atrapadas en un proceso imposible en el que los problemas crecerán con abortos más tardíos, se creará desigualdad entre clases y probablemente las secuelas físicas y psíquicas aumenten”.

“Tememos -dice la coordinadora del proyecto María del Mar García- que estas medidas vayan a más porque ya ha habido restricciones en ciertos aspectos de la sexualidad, como en la reproducción asistida, y estas cosas –advierte– no vienen nunca solas. Sin duda, se trata de limitar la educación sexual, los derechos y sobre todo el respeto a la mujer”.

A petición de los profesionales

Una prueba de hacia dónde hace avanzar este programa a la sanidad pública es la colocación del implante subcutáneo anticonceptivo, que se ha convertido en una práctica más en los centros de salud del Distrito Sanitario del Poniente Almeriense. Este dispositivo, que tiene una duración de tres años y cuyo precio varía dependiendo de la situación económica de la mujer, es administrado en esta zona por los médicos de Atención Primaria, al contrario que en la mayor parte de Andalucía donde la mujer es remitida al especialista.

La medida fue adoptada hace escasos meses tras la petición de profesionales sanitarios almerienses. “Es el método más barato para la usuaria y tiene una gran fiabilidad, por eso para nosotros era esencial que estuviera al alcance de los médicos de familia, ya que nuestra población tiene unas características especiales al contar con una presencia masiva de inmigrantes con un alto número de embarazos no deseados”, explica María Teresa Granados, enfermera de la zona.

La puesta en marcha de esta estrategia conlleva un intensivo trabajo de análisis que nació con el programa de Salud Sexual y Reproductiva de la Junta en el cual se forma a profesionales del sector salud en temas de sexualidad saludable, anticoncepción, interrupción voluntaria del embarazo y prevención de infecciones de transmisión sexual.

“Se trata -relata María del Mar García Calvente, profesora de la Escuela Andaluza de Salud Pública- de un sistema en red que comenzó en 2011 para apoyar la implantación y el desarrollo de la Ley Orgánica 2/2010 de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo”. La coordinadora de este proyecto, junto con Elisa Vizuete, miembro de la Consejería de Salud, afirma que este método ayuda a “unificar criterios en la atención a los usuarios y, sobre todo, actualiza a los profesionales en temas de sexualidad”.

Formación en red

El paso inicial en este programa fue la creación un grupo de trabajo que educó a 65 profesionales de diferentes centros de salud para convertirlos en formadores de formadores y así, a través de un entramado en cadena, extender los conocimientos a otras unidades andaluzas. La primera hornada, formada por 440 de personas, finalizó el curso en 2013 y ellos serán los encargados en 2014 de impregnar a sus compañeros en este campo. Precisamente, un grupo de estudiantes de esta promoción inaugural fue el artífice de la implantación del anticonceptivo subcutáneo en los centros de salud del Poniente almeriense.

La razón de esta medida no es otra, dice Granados, que “evitar los embarazos no deseados”, uno de los retos del sistema sanitario que comienza en Atención Primaria y para el que muchos de los profesionales no están preparados. “No saben, por ejemplo que el DIU es el método más fiable o que el preservativo es estupendo para prevenir enfermedades de transmisión sexual, pero que en determinados casos las parejas que no desean tener hijos tienen otras opciones”, explica Vizuete.

Qué hay detrás

Qué hay detrásLos anticonceptivos son sólo una parte de las consultas a las que enfrentan los sanitarios en los centros de salud. “Muchas veces nos encontramos con depresiones, cefaleas, dolores crónicos… y luego resulta que detrás hay un problema de fondo que esconde cómo esa persona está viviendo su sexualidad”, relata Carmen Escalera de Andrés, médico del Centro de Salud del Alamillo de Sevilla. “Mujeres mayores que no saben cómo asumir su cambio hormonal y físico, hombres con disfunción eréctil, temas de homosexualidad o transexualidad para los que nos faltan herramientas”, apunta la facultativa. “La prevención de las enfermedades y, sobre todo, el lograr la empatía con el paciente, que te cuente qué le está pasando y qué hay detrás, son esenciales”, apostilla. “Porque el usuario -razona la doctora- es un todo y no lo puedes parcelar”.

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