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Susana Díaz y Pedro Sánchez calculan el adelanto electoral en fechas separadas

Pedro Sánchez y Susana Díaz se saludan en su primera reunión en Moncloa.

Daniel Cela

Susana Díaz fue el lunes a Moncloa a decir que “Andalucía es estable política y económicamente”, y que sus expectativas ahora -con Pedro Sánchez de presidente- son mejores que ayer. “Andalucía siempre gana con un Gobierno socialista en España”, dijo. Si Andalucía es “estable política y económicamente”, ¿hay razones para convocar un adelanto electoral dentro de un mes? ¿Puede ser el mes de agosto, con el Parlamento inhábil y sus señorías de vacaciones, tan convulso como para celebrar un Consejo de Gobierno el 4 de septiembre que convoque las elecciones el 28 de octubre, como le han recomendado a la presidenta algunos asesores? Ese sería el plazo más inminente, ajustado a lo que establece la Ley Electoral: 54 días después del Consejo de Gobierno tras el verano.

La última vez que Susana Díaz disolvió el Parlamento por sorpresa y adelantó las elecciones andaluzas fue en enero de 2015, justo después de otras vacaciones. Un mes antes había aprobado los Presupuestos Autonómicos con sus socios de Gobierno: Izquierda Unida. También le preguntaron entonces si había estabilidad política, y ella asintió: “Hay presupuestos, por tanto hay estabilidad económica y política”.

Las cuentas regionales son la traducción en números de las medidas que quiere hacer un Gobierno. La inestabilidad política siempre ha sido el leit motiv -algunos lo llaman excusa- para disolver el Parlamento antes de tiempo. Luego está, claro, la potestad exclusiva de un presidente para convocar cuando él/ella quiera, informando previamente al Consejo de Gobierno. Díaz dijo el lunes en Moncloa que ahora hay estabilidad, pero cuatro días antes, en una entrevista en Canal Sur Radio, había introducido por primera vez el término contrario: “Mi voluntad es agotar la legislatura, pero no dependerá solo de mí. Algunos están exclusivamente en generar inestabilidad”, dijo. Y muchos entendieron el inicio del relato para justificar un adelanto electoral.

El relato: Rivera y Casado

La presidenta andaluza ya ha empezado a confrontar duramente con el líder nacional de Cs, Albert Rivera, que pasó por Sevilla junto a Inés Arrimadas para anunciar que se pondrá al frente de la campaña electoral andaluza, y que su objetivo es impedir que el PSOE se prolongue hasta los 40 años en la Junta. Luego ha llegado a la presidencia del PP el joven Pablo Casado, que ha virado su partido hacia la derecha más dura, y ya ha anunciado que no apoyará la senda de déficit propuesta por el Gobierno central. Esto último es más desestabilizador para Sánchez que para Díaz, aunque la presidenta aprovechó la tribuna de Moncloa para atizar ya al joven Casado. “Que no se tire al monte, ni siquiera ha pisado aún su despacho de Génova”.

En el Consejo de Gobierno andaluz hay quien dice que Susana Díaz es pretendidamente ambigüa sobre el adelanto electoral porque aún no lo tiene del todo decidido. En Moncloa le preguntaron cuatro veces la misma pregunta. ¿Está pensando en adelantar los comicios?: “Eso no puedo decírselo yo. Mi voluntad de agotar el mandato ya la conoce, pero los demás [por la oposición] están en ese lío. Pregúnteles a ellos”. ¿Qué ha querido decir?, preguntaba un periodista de Madrid a otra andaluza. La presidenta planteará que la oposición está generando inestabilidad política en Andalucía y son los responsables de forzarla a adelantar, como hizo en 2015, cuando justificó el adelanto en una supuesta radicalización de sus socios de Gobierno (IU). “Pues si Susana Díaz tiene inestabilidad política en Andalucía, ¿qué es lo que tiene Sánchez aquí?”, se preguntaba el redactor de Madrid.

Generales y andaluzas, ¿juntas o separadas?

En la capital, el tropiezo de la RTVE, las dudas sobre la aprobación de la senda de déficit, el ascenso de Pablo Casado en el PP y el control de Carles Puigdemont del PDeCat también han empezado a agitar los tambores que avisan de unas elecciones generales inminentes. Susana Díaz aseguró a los periodistas que en las dos horas de reunión con Pedro Sánchez no habían abordado el escenario electoral, ni el andaluz ni el nacional. El presidente no le habría preguntado a la andaluza cuándo está pensando convocar y la andaluza no se habría interesado por si las generales pueden precipitarse a finales de año o comienzos del 2019. Es el margen que la Ley Electoral da a Díaz para poner las urnas.

En 2011, el entonces secretario general del PSOE y líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, le pidió al ex presidente andaluz, José Antonio Griñán, que adelantase las autonómicas para que coincidieran con las generales. Griñán se negó, pese al cabreo de su jefe político. Pensó que el descalabro del PSOE en el conjunto el país era inevitable, y que la gestión de la crisis económica de un nuevo Gobierno del PP podía dar margen a los suyos para salvar la Junta de Andalucía. Y así fue. Ahora los tiempos están invertidos porque, a priori, el calendario electoral obliga a Susana Díaz a convocar antes que a Pedro Sánchez. “Pero el calendario electoral no manda en política, mandan las circunstancias”, dice una persona muy próxima a la presidenta andaluza. Ahora el entorno de la presidenta de la Junta no tiene tan claro como hace dos meses que no les beneficie que generales y andaluzas coincidan, aunque Díaz se inclina por convocar por separado para que las urnas decidan sobre “un debate estrictamente andaluz”.“Cuando se convoquen las elecciones autonómicas serán elecciones en andaluz, con acento andaluz y hablando de Andalucía”, insistió este martes en una entrevista en la Cadena Ser. Un dirigente del PSOE-A añade: “Me preocupa más que coincidan con las catalanas que con las generales”.

En la reunión de Moncloa, según Díaz, los dos líderes no han hablado sobre la conveniencia de convocar juntos o separados, algo difícil de creer, aunque la escasa sintonía entre ambos dirigentes y el acumulado de roces y desconfianza mutua puede hacerlo verosímil. Fuentes próximas sí admiten que el adelanto electoral, ligado a la inestabilidad política en ambos territorios, “sobrevoló” en la reunión, aunque “no ocupó el tema principal”. Díaz salió contenta de la reunión y, más allá de los compromisos adoptados por Sánchez, lo más destacable fue “la lealtad” que la andaluza brindó en privado y el público al presidente del Gobierno y viejo rival en las primarias del PSOE.

Inestabilidad y “balón de oxígeno”

Pedro Sánchez ha recibido en Moncloa a cuatro presidentes autonómicos, pero la andaluza es la primera líder regional de su mismo partido político. Se necesitan. Es difícil saber ahora quién de los dos aporta “el balón de oxígeno” a quién. A juzgar por todas las crónicas del día después, no queda claro; se diría que hay una obligada coincidencia de intereses. La mayor discrepancia está en el relato previo a unas elecciones:

Dos presidentes juntos, dos líderes socialistas, uno pilota el Gobierno de España desde hace mes y medio; la otra ha cumplido tres años de legislatura al frente de la Junta de Andalucía. El primero gobierna con una fragilidad parlamentaria sin precedentes en democracia -84 diputados en el Congreso, mayoría absoluta del PP en el Senado- y está obligado a llegar a acuerdos multilaterales con partidos antagónicos: nacionalistas, independentistas, Podemos. Su máximo rival es el partido del Gobierno saliente (PP) y el que más se beneficiaba de su desgaste (Ciudadanos). La segunda gobierna con una mayoría cómoda, a 15 diputados del PP y 33 de Podemos, aunque necesita el apoyo del mismo partido que pugna a cara de perro con el PSOE en Madrid (Cs).

Pedro Sánchez gestiona ahora unos Presupuestos Generales heredados del PP, Susana Díaz ha sacado adelante tres presupuestos autonómicos con el respaldo de Ciudadanos. Sánchez ha impulsado leyes de marcado perfil izquierdista en apenas mes y medio, pero ha tropezado en asuntos clave, como la reforma de la RTVE, se antoja difícil sacar adelante la senda de estabilidad -que incluye una relajación del déficit beneficiosa para las comunidades (2.400 millones extra de margen fiscal) y más aún pactar los próximos Presupuestos para 2019. Díaz ha cumplido más de la mitad del acuerdo de investidura con Ciudadanos, ha aprobado un ramillete de leyes y medidas significativas (la semigratuidad de las matrículas universitarias, la Ley contra la Violencia de Género...) y ha frenado todas las iniciativas que la oposición le proponía y ella descartaba. El recién nacido Gobierno de Sánchez se muestra vigoroso, el Ejecutivo de Díaz da muestras de agotamiento.

Los ERE, la Faffe y el prostíbulo

¿Se dan las condiciones para agotar la legislatura o es inminente el adelanto electoral? La presidenta andaluza salió de la Moncloa habiendo respondido cuatro veces la misma pregunta, porque todo el mundo en su entorno político -oposición y miembros de su Gobierno y su partido- barruntan un adelanto electoral el próximo otoño. No es algo que Díaz haya perfilado al detalle, porque desde su inesperada y dramática derrota en las primarias del PSOE, es más escéptica al escuchar a los asesores que le susurran que es el momeno idóneo para convocar. Que la llegada de Sánchez a Moncloa y los primeros pasos del Gobierno han refrescado la marca PSOE, que los sondeos les son propicios, que mientras más espere más opciones de que sobresalte la sentencia del caso ERE y que la oposición anda desnortada y “entretenida” en primarias.

Todo eso ya se sabe. Además ahora la oposición está creciéndose por el fracaso del proyecto personal y político de Susana Díaz para abordar la reforma de la financiación autonómica. El Gobierno de Sánchez no asumirá el acuerdo aprobado por amplia mayoría en el Parlamento andaluz ni tiene margen para inyectar 16.000 millones de euros a las comunidades, ni 4.000 millones a Andalucía. PP, Podemos e IU firmaron ese pacto con el PSOE, y ahora se ven con legitimidad para acusar a Díaz de “traición”. Por último los populares, personados en la causa judicial sobre la Faffe, presionan a la Junta por el gasto de 15.000 euros de fondos públicos en un prostíbulo en marzo de 2010, una información que la Consejería de Empleo ocultó al Parlamento. El PP ha pedido una comisión de investigación en la Cámara, y Podemos, Cs e IU se inclinan por apoyarla.

Todo esto agita las aguas, pero forma parte de la actividad parlamentaria habitual entre Gobierno y oposición. El PSOE andaluz sigue disfrutando de 47 diputados, 15 más que el PP y 33 más que Podemos. En septiembre prevé empezar a negociar sus cuartos Presupuestos Autonómicos del mandato, Cs se presta a pactar y la formación morada también ha tendido la mano. “Están demasiado nerviosos sólo pensando en las elecciones. Con todo lo que estamos haciendo, algunos sólo están pensando en el adelanto electoral, como si fuera distinto lo que van a votar los andaluces si las elecciones son en octubre, en noviembre o en diciembre”, ha vuelto a decir este martes Susana Díaz en Canal Sur Televisión. “En octubre, en noviembre o en diciembre”.

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