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Elena Anaya: “La cultura nos hace más inteligentes y a los políticos parece que les interesa todo lo contrario”

Miguel A. Parra Anguita

‘Positiva’, ‘llena de luz’, ‘divertida’, ‘entrañable’, ‘emocionante’… Elena Anaya agota los calificativos positivos para su última película, Todos están muertos, la ópera prima de Beatriz Sanchís. “A mí esta película me ha sentado muy bien, me ha dado muchas ganas de vivir, mucha fortaleza. Me hace sentirme más viva, y eso es un regalo”, asegura la actriz palentina, que reconoce que ésta ha sido “una de las veces que mejor me han dirigido”.

Todos están muertos es una suerte de comedia dramática con tintes de realismo mágico en la que Anaya da vida a Lupe, una mujer que lleva 14 años sin salir de casa por el trauma que le causó la muerte de su hermano, con el comparte un inquietante secreto. Una inesperada visita del pasado y otra del presente alterarán la vida de esta ex estrella del rock de los 80 que vive con su hijo, con el que apenas se habla, y con su madre, con la que choca constantemente. “Lupe es una mujer con mucho deseo de volver a sentirse viva. Es como una especie de animal en cautiverio que no admite visitas”, asegura la actriz.

El personaje de Elena Anaya tiene que hacer frente a sus propios fantasmas, del presente y del pasado, vivos y muertos. Pero, ¿cómo se hace eso en la vida real? “Viviendo muy en contacto con la realidad, atravesando la vida, con sus miedos y sus alegrías, con sus luces y con sus sombras”, afirma la intérprete. “En Lupe se despierta poquito a poco la luz, una luz que viene de muchos lugares. De ese hijo que cada vez la necesita más, que cada vez tiene más edad y más fuerza para plantarle cara; de esa madre que necesita absolutamente que su hija se despierte para hacerse cargo; y de ese amigo de su hijo, Víctor, ese personaje que es tan mágico, otro músico, otra estrella, otro chico lleno de luz, como ella la tuvo”, dice la actriz.

Anaya también se deshace en elogios para la directora de la cinta, cuyo trabajo define como “magistral” y “virtuoso”: “Beatriz tiene una sensibilidad extrema, una percepción minimalista, mira con lupa, sabe ver más allá, y sabe exprimir, pedir, trabajar y encontrar la manera de llegar al resultado que necesita. Creo que es alguien único que ha desarrollado un universo fantástico y ha contado una historia fascinante”.

En este sentido, la protagonista de Todos están muertos afirma que le gusta el cine que emociona, que conmueve, “porque no hay nada peor que una película que te deje indiferente y esta peli te atraviesa”. La cinta, rodada en Madrid a principios de 2013, fue una de las triunfadoras del último Festival de Cine Español de Málaga donde Anaya se hizo con el premio a la Mejor Actriz (ex aequo con Natalia Tena) y la película se llevó los premios Especial del Jurado, del Jurado Joven y a la Mejor Banda Sonora.

“La sociedad está despertando”

La actriz no se despista tampoco de la realidad de España. Reconoce que “la sociedad está despertando y dejando de conformarse con nuestros gobernantes”. “Creo que asistimos a un momento socialmente crudo, en el que la sociedad tiene que movilizarse y tiene que tener derecho a expresarse. Lo que pasa es que esto nos lo están quitando también”. Y añade: “A veces, las cosas se consiguen desde la individualidad y desde la fuerza y la decisión de cada persona, de luchar por algo y tener un sueño e intentar modificar las cosas y conseguir que todo vaya mejor, que cada uno tenga una vida más digna y más fácil”.

Todos están muertos es una coproducción entre España, México y Alemania, algo que le ha permitido conocer otro tipo de gente, otra forma de cine… “En mi experiencia, sin embargo, no existen rasgos ni colores de piel ni acentos ni idiomas. El idioma del cine es común y somos todos gente muy apasionada, con mucho deseo, con muchas ganas de poner lo máximo de cada uno. Si no esto no sale adelante. Es la suma de muchos esfuerzos”. En este sentido, Elena Anaya recuerda que coproducciones se han hecho siempre, si bien “ahora el mercado español necesita de ayuda, de un empujoncito de otros mercados y otras cinematografías”.

Respecto al fenómeno de 8 apellidos vascos, la actriz dice que es “un caso puntual, una excepción, pero no debería serlo”. “Es increíble que 9 millones de personas vayan al cine y disfruten de una película. Debería pasar más a menudo. Por eso, apoyo todas las propuestas para hacer más accesible que la gente disfrute de una película y que hagan que la gente se anime más a ver cine español”.

En este sentido, la actriz de Lucía y el sexo o La piel que habito es contundente: “La cultura es fundamental y los políticos son los que nos hacen accesible, por ejemplo, poder ir al cine o no, que haya películas interesantes o no. Y creo que la cultura nos hace más inteligentes, más humanos, más abiertos de mente y a los políticos a veces parece que les interesa todo lo contrario”. ¿Y qué le diría Elena Anaya al ministro Wert si se lo encontrara? “Me encantaría que viera esta película, Todos están muertos. Se la recomendaría como se la recomiendo a gente a la que me parece que les puede hacer bien. Creo que podría salir sintiéndose mejor”.

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