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Fortalezas y debilidades de los 4 candidatos andaluces en un debate electoral televisado

Díaz, Moreno, Rodríguez y Marín protagonizan este lunes en Canal Sur TV el primer 'debate a cuatro' de la campaña

Daniel Cela

El debate televisado entre candidatos suele ser un punto álgido en una campaña electoral, algo que los aspirantes se preparan con sumo cuidado y para lo que suelen retirarse el día antes a estudiar sus debilidades y fortalezas, las suyas y las del contrario. El formato, pactado previamente por los partidos, suele ser tan rígido y poco permeable a la dialéctica, que el resultado más previsible es una sucesión de monólogos inconexos de los candidatos. Casi no hay resquicio para lo imprevisible porque los partidos lo han acordado así y, sin embargo, son ellos mismos quienes buscarán la rendija para sorprender a su contrincante con algo inesperado.

Hay dos debates televisados en la campaña de las elecciones andaluzas del 2 de diciembre: este lunes en Canal Sur y el próximo lunes en TVE. Participan cuatro candidatos a la Presidencia de la Junta, dos hombres y dos mujeres: Susana Díaz (PSOE); Juanma Moreno (PP); Teresa Rodríguez (Adelante Andalucía) y Juan Marín (Ciudadanos).

Los cuatro se han pasado esta legislatura debatiendo cara a cara cada 15 días en las sesiones de control al Gobierno andaluz, aunque ahí el formato siempre es menos favorable a los líderes de la oposición que a la presidenta Díaz, que se reserva la última palabra en cada intervención (además su bancada, la más numerosa con 47 diputados, hace más ruido al jalearla a ella y desconcentrar al contrario). Un debate televisado en directo, por muy acartonado que sea el formato, tiene un margen de error mayor para cada candidato. 

Los políticos que más se la juegan en este cara a cara son siempre los que más tienen que perder. En este caso sería Susana Díaz, que es la actual presidenta a batir y que parte como favorita en las encuestas; y en segundo lugar Juan Marín, a quien los sondeos otorgan el mayor repunte de votos de todos. Por el contrario, quienes más necesitan este debate y esta campaña electoral son los políticos con peor pronóstico -Juanma Moreno según todas las encuestas- o quien más confía en su capacidad de movilizar a los indecisos a través de la televisión.

Teresa Rodríguez no participó en los debates televisados entre candidatos en la campaña de 2015, porque entonces su formación (Podemos) no tenía representación parlamentaria. Ahora ella es la única novata en este formato y, sin embargo, es quien más control de la telegenia tiene de los cuatro, quien más ha explotado el poder de la imagen en esta legislatura. Todas sus intervenciones en la sesión de control eran grabadas y difundidas por las redes sociales minutos después de que se produjeran en el Parlamento.

Podemos viralizaba el discurso de Rodríguez ante Susana Díaz, sin réplica de la presidenta, de modo que el mensaje de la líder morada llegaba enseguida todos los seguidores de Podemos. Este lunes, mientras planta cara a la presidenta en televisión, también peleará con ella en otro debate paralelo -el de las redes sociales- donde la formación morada ha demostrado un poder de movilización superior al resto. Hay que estar atento en este debate a la dialéctica entre Díaz y Rodríguez, ya que la socialista ha evitado mencionarla en lo que va de campaña, quizá en previsión de tener que pactar con ella tras el 2 de diciembre. La gaditana, en cambio, lo está jugando todo a distinguirse política e ideológicamente del susanismo y de Susana Díaz, a quien presenta como una dirigente de derechas que “dio el Gobierno a Rajoy” e “usó los medios de la Junta para sacar a Pedro Sánchez de Ferraz”.

Discursos, estrategias y control de nervios

Cada candidato acude a Canal Sur con sus asesores, que conocen perfectamente las debilidades y fortalezas de su político. Susana Díaz es buena en el cara a cara, tiene su discurso y su estrategia de campaña muy aprendido, y hará lo posible por no moverse un milímetro del guión. Los imprevistos, los juegos de manos del oponente, las interrupciones propias de un debate en directo... todo eso puede sacar de quicio a la presidenta, tirar por tierra su esfuerzo por aparecer tranquila y mostrarse ante los espectadores como una persona tensa y desafiante.

Así le ocurrió en los debates de la campaña de 2015. Sus asesores saben que a Susana Díaz “se le nota todo en la cara” y la han entrenado para no perder los nervios. Lo logró con mucho esfuerzo la semana pasada, en su comparecencia de seis horas en el Senado para hablar por el fraude de los ERE a petición del PP. La candidata socialista quiere trasladar que en esta campaña todos están contra ella, todos buscan encanallar la política y se precipitan a hablar del bloqueo postelectoral, cuando los andaluces aún no han votado.

Sus rivales creen que el punto débil de Díaz en un debate público es “la soberbia y la prepotencia, que le hace perder los nervios aunque se haya preparado concienzudamente para no perderlos”. Los ataques le vendrán por la derecha y por la izquierda: por los casos de corrupción, el enchufismo de familiares y amigos del PSOE y los vicios que han traído a la política andaluza los casi 40 años de gobiernos socialistas en el poder.

El líder popular, Juanma Moreno, necesita hacerse con el pulso de este debate y cambiar el marco mental de estas elecciones, en las que todos le dan por derrotado de antemano. La mayor fortaleza de Moreno es que puede arriesgarlo todo, como le sugirió esta semana su líder nacional, Pablo Casado. “Todo lo que sea necesario” para lograr un gobierno de cambio. Habrá que estar atento, para ver si Moreno aprovecha para atacar por igual a sus dos oponentes en estos comicios: Díaz y el candidato de Ciudadanos, que amenaza con arrebatarle un tercio de su electorado.

La formación naranja es, a la vez, la oportunidad para enterrar al PP andaluz o para abrirle la puerta de San Telmo. Sus líneas de ataque contra Susana Díaz pueden también volvérsele en contra: la corrupción, que también inunda al PP nacional y que ha supuesto el declive del Gobierno de Mariano Rajoy; y las décadas de gobierno del PSOE en Andalucía, que también son décadas de fracasos en la oposición del PP.

Por último, Juan Marín también se estrena en este debate televisado. Es, junto con Moreno, el que menos pulsión dialéctica tiene, adolece del colmillo político de Albert Rivera, su líder nacional. “Albert tiene su estilo y yo el mío”, dice. Marín es un hombre moderado en el tono y en las formas, no es para nada un animal televisivo, y los suyos le han sugerido que salga “a no perder”. Ciudadanos está jugando estas elecciones andaluzas a la marca, muy sólida en el conjunto del país y con muchos visos de crecimiento en Andalucía. El candidato, que ha sido aliado cómodo de Díaz durante tres años y medio, lleva consigo un rosario de ataques contra la presidenta que justifican la ruptura del pacto que les ha unido. También lleva la promesa de que no volverá a hacer presidenta a la socialista, como en 2015, y que si suma un escaño más con el PP, facilitará un gobierno de cambio.

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