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El director general de la Guardia Civil apunta a un homicidio imprudente en la caída de Julen

Félix Azón, en la comandancia de Málaga, donde ha acudido para reconocer el trabajo en la búsqueda de Julen

Néstor Cenizo

La hipótesis de que la caída y fallecimiento de Julen Rosello reúne los rasgos de un presunto homicidio imprudente va tomando forma entre los investigadores y mandos. Cuando este martes por la mañana se le ha preguntado si podría tratarse de un homicidio imprudente, el Director General de la Guardia Civil, Félix Azón, ha dudado, ha señalado que la investigación corresponde al juzgado de instrucción nueve de Málaga y, finalmente, ha declarado lo siguiente: “Creo que todos estamos pensando que no puede ser otra cosa”.

Azón ha avanzado que la investigación, que realiza la Guardia Civil en sus funciones de policía judicial, debería terminar “muy rápidamente”. “En días”, ha aclarado. Según ha explicado, se están realizando todas las pesquisas con la máxima celeridad, trabajando “al mil por mil”. Será muy importante el informe definitivo de la autopsia, que se espera en unos diez días.

El informe preliminar determina que el niño cayó de pie, en caída libre hasta una profundidad de 71 metros desde la boca, y topó con un fondo unos 40 metros por encima del teórico final del pozo, que debía estar a unos 110 metros. Este informe, que han realizado cinco médicos, también apunta la existencia de múltiples traumatismos compatibles con la caída, y un traumatismo craneoencefálico severo.

Uno de las claves que deberán desentrañar los investigadores es la composición del tapón que había sobre el cuerpo del pequeño, y del que las máquinas succionadoras sólo pudieron extraer una mínima parte cuando comenzaron las labores para sacar al niño de la montaña. Durante los días del operativo, algunos ingenieros mostraron su extrañeza por la dureza de ese tapón.

De la misma forma, la investigación deberá determinar si el pozo, situado en una parcela propiedad de un familiar de la madre del niño, estaba sellado, si estaba señalizado, por qué se había manipulado y horadado la tierra alrededor del pozo y si hubo una negligencia en la vigilancia del niño. En declaraciones a varios medios de comunicación, el pocero siempre ha mantenido que tapó el pozo con una gran piedra. El pozo carecía de permisos, según la Junta de Andalucía.

“La vida, desgraciadamente, es como es”

El director general ha acudido a Málaga para un acto de reconocimiento a los cerca de 400 agentes de la Guardia Civil que han participado en el operativo de búsqueda, que finalizó la madrugada del viernes al sábado cuando se recuperó el cadáver de Julen. El pequeño desapareció 13 días antes, mientras jugaba en una parcela, propiedad de un familiar, a la que habían acudido para celebrar un almuerzo de domingo.

Durante estas semanas, bomberos, voluntarios del 112 y protección civil, psicólogos, ingenieros y miembros de la Guardia Civil trabajaron para llegar al punto dentro de la montaña en el que finalmente encontraron el cuerpo sin vida del niño. Prueba del “carácter benemérito de la Guardia Civil”, según Azón, que ha asegurado que el dispositivo ha ido “todo lo bien que podía salir, dadas las circunstancias” y que el “estrés de la solidaridad” les ha hecho trabajar “rozando la perfección”.

“Tenemos la íntima satisfacción del deber cumplido. Nos habría gustado no haber tardado 13 días, sino haber sido capaces de haberlo hecho en 24 horas, y haber tenido la suerte de que Julen hubiera podido ir al hospital a curarse las heridas. Pero la vida, desgraciadamente, es como es”, ha declarado, antes de resaltar la “capacidad de afrontar un problema impensado”.

“Teníamos la esperanza de que la piedra fuese más fácil de romper”, ha señalado Óscar Leal, del servicio de desactivación de explosivos, que ha explicado que el trabajo de los artificieros fue algo así como “una especie de microminería”, a partir de “cálculos finos” que evitaran que las microvoladuras dañaran el cuerpo del menor: “Había que estimar muy bien la cantidad de cargas y cómo se hacía cada microvoladura”. Por eso, la última se realizó a unos 70 centímetros de donde estaba el cuerpo.

Nicolás Rando, miembro del equipo de montaña de la Guardia Civil en Álora, fue uno de los agentes que descendió al fondo del túnel excavado en el cerro. Se trataba de acompañar a los mineros para ayudarles en el rescate, si el niño estuviese vivo, o hacer las labores de policía judicial e inspeccionar ocularmente el lugar, en caso contrario. “Cuando se confirma que Julen está sin vida es un momento de tristeza, de sentimientos encontrados”, ha relatado este martes, acompañado de Alberto Ortiz y Francisco Maturana.

Fue en el turno de Maturana cuando el operativo llegó al pequeño: “Se te cae el alma al suelo, tienes que sacar fuerzas de donde sea para hacer tu trabajo”. Hubo, ha dicho Ortiz, un momento de desolación y silencio, a pesar de las máquinas. Había terminado el descomunal operativo de desmontar una montaña, y luego horadarla, para llegar al cadáver del niño que cayó, 13 días antes, por un estrecho pozo de Totalán.

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