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IU Andalucía se resiste a ceder autonomía política a Madrid

Alberto Garzón junto con el equipo parlamentario de Antonio Maíllo.

Daniel Cela

La federación andaluza de IU, la más potente y de mayor implantación territorial de todas, ha recibido con cierto sobresalto un documento interno de la dirección federal que plantea modificar la estructura de partido: Propuestas e hitos para la construcción del Movimiento Político y Social. La propuesta obliga a las federaciones territoriales de IU, que nacieron incluso antes que el federal, a renunciar a su personalidad jurídica, perdiendo autonomía política y financiera, y a “disolver o modificar el nombre de partido que tengan registrado de tal forma que IU (y sus siglas) no figuren en la denominación de dicho partido”. La propuesta será debatida este sábado por las federaciones territoriales, y votada posteriormente en la asamblea político social del 12 de mayo, con idea de que la reestructuración del partido esté consumada en un plazo de dos años.

Andalucía es la mayor federación de IU, también es la más firmemente alineada con la dirección de Alberto Garzón, por eso la reacción que adopte ante este documento será crucial para el futuro de esta formación política y, por extensión, de su proyecto de confluencia con Podemos. El coordinador andaluz de IU, Antonio Maíllo, no conocía el borrador este jueves, cuando se han filtrado algunos extractos a los medios. “Los términos de concreción de la propuesta” de Garzón han causado cierto estupor porque plantea lo contrario por lo que está peleando Podemos Andalucía, su socio virtual en una futura confluencia para las elecciones autonómicas de 2019. La dirigente morada Teresa Rodríguez lleva un año y medio forcejeando con la dirección central de Pablo Iglesias para lograr más autonomía política, orgánica y financiera para la organización andaluza, con el objetivo de tener personalidad jurídica propia, controlar su censo de inscritos, decidir sus candidatos electorales y tener manos libres para firmar alianzas electorales con otros partidos.

Maíllo ha seguido este “debate interno” en Podemos desde la barrera, tratando de no inmiscuirse, pero en alguna ocasión ha reprochado a Iglesias ese “afán centralista” que limita la capacidad política de Teresa Rodríguez. Ahora la federación andaluza de IU, con mucha más historia y tradición que Podemos en esta comunidad, se expone a una situación similar.

“Vamos a tener nuestro CIF en las elecciones autonómicas”

Maíllo ha querido espantar a los fantasmas diferenciando “el modelo político del tema jurídico”, explicando que perder el CIF propio nada tiene que ver con la pérdida de autonomía política. “IU no va a disolver sus siglas de ninguna de las maneras. Va a seguir siendo soberana políticamente”, ha dicho. Al ser preguntado expresamente si defenderá que su agrupación conserve la personalidad jurídica propia, Maíllo ha dicho: “Vamos a tener nuestro CIF en las elecciones autonómicas”. Dado que los comicios están previstos para 2019, y la reestructuración de IU se plantea para 2020, se le ha vuelto a preguntar: ¿Usted defiende que IU Andalucía conserve su CIF propio y el federal otro? “Ahora mismo sí”, ha zanjado.

Herencia política

Todo por lo que está peleando Podemos Andalucía para tener más margen de maniobra política y mayor control interno de sus estructuras ya lo tiene desde hace 36 años Izquierda Unida Convocatoria por Andalucía, que nació en 1984 (dos años antes que el federal) de la mano del histórico dirigente comunista, Julio Anguita. La nueva estructura que propone Garzón puede limitar la independencia política y económica de las federaciones territoriales: Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana, Asturias, Islas Baleares y Euskadi. De todas ellas, el papel que jugará la dirección andaluza es fundamental, porque su peso político e histórico en el conjunto de la organización es mayor que el del resto.

Maíllo comparte la tesis general de Garzón. De hecho, así está plasmado en los documentos que salieron de las asambleas federal y regional: pasar de ser un partido convencional a un movimiento político y social. Pero la concreción de esta tesis, la repercusión jurídico y política que puede tener la centralización de IU, también le genera dudas. Hay miembros de la coalición de izquierdas que creen que si ceden autonomía al federal, y luego el federal pacta una fusión con Podemos, Iglesias habrá logrado desde arriba la implantación territorial de su partido que las agrupaciones negocian desde abajo (al menos, en Andalucía). Maíllo rechaza rotundamente esta lectura, pero es evidente que ha hecho mella en la organización. Este mismo jueves, a tenor de la filtración del documento, la presidenta Susana Díaz ya ha atacado al líder comunista acusándole de haber cedido a la “absorción de IU” por parte de Podemos.

Ante el Tribunal de Cuentas

Todo el mundo está nervioso este jueves en Izquierda Unida. Alberto Garzón ha querido encuadrar su propuesta en el marco de la Ley de financiación Partidos, que obliga a tener un mayor control sobre la contabilidad interna y rendición ante el Tribunal de Cuentas. Para ello, dice, es preciso fulminar los CIF de las federaciones territoriales, porque de otra manera es imposible para la dirección central fiscalizar sus cuentas. “No hay ninguna formación cuyas federaciones tengan personalidad jurídica propia, a excepción de las catalanas”, dicen. La idea de centralizar el poder jurídico de IU en Madrid para adaptarse a la Ley de Partidos es compleja. En Andalucía, la agrupación territorial que dirige Maíllo ya rinde cuentas de forma individual ante el Tribunal de Cuentas (es el único partido con representación parlamentaria que lo hace de forma desgajada de su dirección federal).

Cabe pensar, por tanto, que la propuesta de Garzón no tiene tanto que ver con Andalucía como con la dirección de IU en Madrid, cuyos miembros se vieron implicados en el caso Bankia y de las tarjetas black, sin que la ejecutiva federal pudiera intervenir la organización regional o cambiar a sus dirigentes, porque los estatutos se lo impiden. “La dirección central no puede tener acceso a las cuentas de sus federaciones, eso hay que revertirlo porque deja a IU federal sin respuesta ante el Tribunal de Cuentas por lo que hagan sus agrupaciones territoriales”, advierten desde la dirección andaluza. Garzón ha ofrecido una lectura “técnica” y “burocrática” del polémico documento, pero el texto plantea repercusiones políticas de mucho mayor calado.

El mismo proyecto de reconversión

Es difícil encontrar algún punto de discrepancia interna entre Alberto Garzón y Antonio Maíllo. El primero es el coordinador federal de IU, el segundo dirige la federación andaluza. En proporción a su población, IU Andalucía tiene más peso específico -más militantes, cargos públicos y representación institucional- que IU federal. Garzón y Maíllo son amigos y comparten el mismo proyecto de reconversión de Izquierda Unida, tendente a confluir con otras fuerzas políticas en las futuras elecciones, principalmente con Podemos. La organización andaluza, que nació dos años antes que el federal (1984), fue el principal sostén de Garzón en su proyecto de confluencia (que derivó en la coalición electoral Unidos Podemos), en una asamblea removida por las críticas de parte de la vieja guardia, que acusaron al joven líder de querer “disolver” el partido para “regalárselo” a Pablo Iglesias.

Garzón y Maíllo han llegado hace mucho a la conclusión de que IU, por sí sola, nunca tendrá fuerza suficiente para convertirse en alternativa de Gobierno en España. La respuesta política que han encontrado, y que fue refrendada en una asamblea federal y regional, se sintetiza en una frase simple que, sin embargo, esconde una realidad compleja: “IU dejará de ser un partido político para convertirse en un movimiento político y social”.

Esta frase lleva dos años circulando por los documentos internos de IU y ha dado lugar a diversas lecturas: algunos dirigentes, los más escépticos, creen que esconde la “disolución” de IU y su futura fagocitación por parte de Podemos. Sus defensores, entre quienes se encuentran Garzón y Maíllo, aseguran que es una vuelta a los orígenes de la coalición de izquierdas, una forma de despojarse de las dinámicas de partido convencional en el que se ha convertido IU, alejándose de sus bases ideológicas.

Sin embargo, aún quedan preguntas por responder: ¿Seguirá existiendo IU como entidad política con personalidad jurídica propia? ¿Seguirá teniendo autonomía orgánica y financiera? ¿Cambiará sus estatutos fundacionales? ¿Mantendrá las siglas que se reconocen en las papeletas electorales? ¿En qué condición quedarán sus alcaldes, concejales y cargos públicos cuando IU mute, cuando el federal absorba a las agrupaciones territoriales o una vez que la organización converja con otras formaciones? El documento de Garzón ha acentuado la incertidumbre dentro de la coalición de izquierdas. Es difícil encontrar a dos dirigentes de IU que ofrezcan la misma interpretación del borrador filtrado. Maíllo insiste en que la soberanía política de IU Andalucía no se verá alterada con la nueva estructura de partido, ahora debe conjugar su tesis y la de Garzón dentro del mismo documento.

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