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La Inspección Educativa denuncia la “soledad” del profesor en determinados casos de acoso escolar

El 70 % de niños que sufre acoso escolar lo hace a diario y muchos lo ocultan

Javier Ramajo

Profesores aislados ante supuestos de acoso escolar en los centros educativos, sin apoyo siquiera del resto del equipo docente. Es una de las dificultades que advierte la Inspección Educativa al analizar este tipo de situaciones. Un asunto “muy delicado y muy difuso” en cualquier caso y que, entre otras adversidades para afrontarlo, también se encuentra con cuestiones organizativas del propio centro o con “el divorcio familia-escuela”.

Según opina Pedro García, miembro de la Inspección Educativa de Andalucía y de la asociación Redes, actualmente existe una “hipersensibilidad” entre los padres y madres respecto a posibles casos de acoso escolar, principalmente durante las semanas posteriores a que algun caso extremo aparezca en los medios de comunicación. “Los acosos más sangrantes no tienen por qué ser los mas visibles”, asegura, al tiempo que apuesta por tener “un buen ojo educativo” para diferenciar supuestos de acoso y otras cuestiones que requieren de “otros tratamientos educativos”.

En ese sentido, García señala que los centros “tienen problemas para afrontar el acoso escolar”, entre otras cuestiones por ser “dificil” individualizar caso por caso dentro del propio centro, porque la formación en esos aspectos a veces no es suficiente entre el profesorado o por la “insuficiencia de agentes externos” de apoyo a la escuela como psicólogos, profesionales del ámbito social, etc. “De fondo” también apunta al “divorcio familia-escuela” y el “difícil momento que atraviesa esa relación” como causa de no atajar de forma definitiva casos de acoso escolar.

Acerca de cómo advertir este tipo de casos, el inspector educativo indica que el centro tiene la obligación de aplicar el protocolo previsto por la Junta de Andalucía “al menor síntoma” de que pueda estar ocurriendo algo así en el colegio, y asegura que “se suele pecar más por exceso que por defecto”. “Aunque luego no quede en nada, el protocolo tiene que aplicarse”, explica. Los centros están “muy encima” de esta cuestión, asegura, y si el profesorado decide no hacer uso del protocolo será porque no tiene la certeza de que así sea. El “doble filo” que supone el procedimiento “garantista” tiene el “peligro para la víctima” si se está produciendo un caso de acoso, que indica “está más en el ambiente que en casos concretos”. “Muchos quedan en nada, pero la preocupación está ahí y hay que tener los ojos bien abiertos”.

Cuando se empieza a aplicar el protocolo en supuestos de acoso escolar, el centro se lo comunica a la Inspección. García señala que actualmete existe “especial preocupación y sensibilidad” tanto en las instancias politicas como en los propios centros, donde advierte en ocasiones un “efecto llamada” entre los padres que a veces derivan en verdaderos casos de acoso y otras veces no.

El inspector destaca la importancia del “trabajo en red” y la conexión con los equipos de orientación educativa. Según el caso, el centro procede a actuar con cambios internos en el propio centro o con el traslado del acosador, la sanción máxima que se establece en casos de acoso escolar. La Inspección supervisa la aplicación del protocolo y gestiona los cambios de centro en los casos que así lo requieran, explica.

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