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Julio Muñoz @rancio : “Los filósofos subterráneos de Sevilla están por reivindicar”

Julio Muñoz en la Feria del Libro de Sevilla

Miguel A. Parra Anguita

Dejó de ser “el muchacho al que casi se le cae encima el campanario de Lorca” para convertirse en “el de la Regañá”. Pero Julio Muñoz (Sevilla, 1981) es, ante todo y sobre todo, periodista. Curtido como reportero en televisión, dio la campanada –nunca mejor dicho- con la publicación de una serie de novelas humorísticas sobre la idiosincrasia sevillana. El asesino de la regañá, El crimen del palodú, El prisionero de Sevilla Este y El misterio del perro, la mermelada y el cantante (Almuzara) ya han vendido lo que muchos quisieran para sí: en total más de 40.000 ejemplares. Antes, Muñoz ya había empezado a revolucionar las redes sociales gracias a su alter ego, Rancio Sevillano (@Rancio), que tiene casi 50.000 seguidores en Twitter. Sevillano hasta la médula, bético declarado y padre primerizo, reconoce que su cabeza no para de inventar y si tuviera que elegir un hashtag para sí mismo sería #jibia, “porque soy un poco pesaete”. Parlanchín, divertido y de gran rapidez mental, Julio Muñoz ha sido uno de los autores que más ejemplares ha firmado en la última Feria del Libro de Sevilla, y eso que desde que publicó su primera novela se prometió a sí mismo no repetir nunca ninguna dedicatoria (“una locura que, de momento, cumplo”).

¿Se puede ser ingenioso todos los días, a todas horas?

Tengo un amigo que dice que no se puede ser divertido 24 horas al día, salvo si eres ‘El Fly’, que es uno de Triana que es muy gracioso. Yo tampoco me presiono mucho. La mayoría de las veces es de manera orgánica, cuando oyes alguna tontería o se te ocurre algo. Yo voy al trabajo en tren por las mañanas y el ratito ese me pongo a pensar tonterías y me las apunto, pero no tanto porque tenga una necesidad de suministro sino porque en realidad me gusta. Además, después es muy divertido el ‘peloteo’ con la gente, porque yo intento responder a todo el que me dice algo, aunque a veces es imposible.

Usted debe ser un caso de estudio para los especialistas en redes sociales: no utiliza hashtags, no tuitea nunca a una hora concreta y, sin embargo, suele ser Trending Topic en Sevilla con cierta frecuencia…

Tengo cierta relación con la gente de Twitter España y les hace mucha gracia mi fenómeno. Me dicen: ‘Eres un desastre. ¿Cómo tuiteas a las 4 de la mañana?’. Y yo esas cosas no me las planteo. Me dicen que en mi fallo está mi acierto, porque es tan orgánico y tan natural que a la gente le hace gracia. El 80% de las veces son tuits que me salen y los publico. Creo que en el momento en el que esto sea una imposición, dejaría de tener gracia. La primera consigna fue ‘Me lo voy a pasar bien con esto’ y creo que eso se destila. La idea es generar una imagen amable para que el lo lea diga: ‘Este tío me cae bien en 140 caracteres, lo mismo en 140 páginas también me gusta’. Seguramente, nunca me hubiesen publicado el libro si no hubiese tenido la cuenta porque a la editorial los 20.000 seguidores en Twitter le parecerían interesantes como potenciales compradores, pero también hay muchísimos lectores que no tienen Twitter.

Tampoco le cuesta hacer retuits al que se lo pide…

Yo le hago RT a casi todo el mundo. El otro día se perdió un perro en Pamplona y me pidieron un RT. Ya ves, que la mayoría de la gente que me sigue a mí es andaluza, así que es complicado que tú encuentres el perro en Pamplona… Otro me pidió un RT porque había abierto un bar de copas. Y hay gente que me dice ‘Se te notan los RT patrocinados’ y yo no cobro nada. Cuando se abrió la cuenta de Twitter del Acuario de Sevilla, yo empecé a decir: ‘Los excedentes, pa’ shoco frito’ y cosas así, y la cuenta lo petó: creció unos 2.000 seguidores. Luego vino un colega, experto en Social Media, y me dijo: ‘¡Qué bien se lo has hecho al Acuario! ¿Cuánto te han pagado?’, y a mí nadie me pagó un duro nunca.

¿Cómo lleva eso de haber vendido todo lo que ha vendido?

Hay estrellas de la televisión que venden 4.000 ejemplares y flipan. Lo mío es tan marciano y tan raro… Porque no es sólo que vendas el doble que Christian Gálvez, es que lo vendes en Sevilla. ¡Es la aldea de Astérix!

Pero también vende fuera. ¿Sus historias se entienden fuera de Sevilla?

Según me dicen, los libros se venden en toda Andalucía, y también funcionan en Extremadura, Valencia, Barcelona y Madrid. Yo a veces también tengo ese complejo de que si no eres sevillano del 41002 al 41006 no lo vas a entender y, ¡qué va!, al contrario.

Usted ahora trabaja en Prensa de la Selección Española de Fútbol, da charlas, imparte cursos de reporterismo, escribe novelas y es especialmente activo en Redes Sociales. Se puede decir que responde al perfil de periodista multimedia que se busca hoy en día. ¿Dónde se encuentra más cómodo?

Es un tema polémico. Todas las charlas de Periodismo a las que he ido, cuando el modelo periodístico era otro, siempre estaban enfocadas a la especialización, te decían que fueras experto en algo. A mí eso nunca me convenció y mi carrera nunca la enfoqué por ahí. Me especializo en cada trabajo que tengo: ahora en fútbol; cuando estaba en Las mañanas de Cuatro, en política; cuando estaba en Andaluces por el mundo, en viajes… Creo que hay que ser lo más multidisciplinar posible porque así abres tu abanico de posibilidades. Además, siempre intento estar a la última de las cosas que salen. Ahora mismo, donde mejor me siento es en on line porque te da tantas posibilidades y está todo tan efervescente.

¿Qué sería del periodismo actual sin las redes sociales?

No es que no haya periodismo sin redes sociales, es que no hay ni webs sin redes sociales. Nadie prácticamente va ya a la web de El País, excepto los que tenemos ese hábito de consumo de información. La gente va a la web de El País porque hay un tuit que le llama la atención y es el que lo pesca. Antes tú leías El País o el ABC. Ahora no, ahora lees el enlace del tuit que te llama la atención, sea de El País o del ABC o de La Vanguardia. La importancia de la gente que hace Social Media es crucial. Son los portadistas de antes. Ahora todo es mucho más volátil y si tú tuiteas bien, con gancho, te llevas los clics. Y esto tiene una lectura súper negativa: la guerra por el clic, en la que da igual mentir, ser poco riguroso…

¿Y que sería de usted sin las redes sociales?

La verdad es que soy un poco intenso y siempre tengo la lavadora puesta. Supongo que habría encontrado una salida por otro lado o, si no, habría explotado. Tendría más tiempo y habría hecho proyectos distintos. A mí esto me ha venido bastante bien, creo que se me da bien. Mi humor no es narrativo, es más de broma rápida, que encaja con algo tan instantáneo como Twitter.

Pero, ¿no se nos está yendo un poco la olla?

Sí, pero yo ya me he quitado la máscara. Me gusta, me lo paso bien. Es verdad que tenemos menos relaciones físicas y da un poco de miedo ver que en el autobús todo el mundo va pendiente del móvil, pero yo vivo ahora en Madrid y tengo un nivel de cercanía que no tendría sin las redes sociales. Siempre depende de cómo lo uses. Bien orientado, nos hace bien. Mal orientado, ¡hasta los garbanzos!

¿Qué le ha cambiado más la vida: las redes sociales o ser padre?

Siendo padre tengo poca experiencia, de momento, pero no me está resultando traumático. Es algo que me ha llegado en el momento en el que lo he elegido. Debe ser un terremoto absoluto si te viene con 15 años o algo así. Yo tengo sensación de renuncia pero es una renuncia elegida. Yo, todas las burradas que he tenido que hacer, las he hecho, así que no tengo la sensación de dejar cosas por hacer. Fue una etapa y ahora voy a disfrutar del nota éste.

¿Le tratan bien los de Sevilla Este?

Sí. La gente de Sevilla Este es encantadora. De hecho, es una broma que buscan ellos. Tiré al principio por Sevilla Este como también por el Aljarafe, pero ellos mismos son los que lo han alimentado*. Uno me dijo una vez: ‘Vivo al lado de Fibes y mi novia, en la calle Águilas. Voy corriendo. ¿Me patrocinará Red Bull?’. Creo que todo el que vive allí tiene la sensación de que se la han metido, que eso está tela de lejos y nos vendían que no.

(*Durante la entrevista, una lectora le pide que le firme el libro argumentando que ha venido desde Sevilla Este “pagando el peaje y todo”)

Usted reivindica a Silvio, a Paco Gandía o a Pepe el Muerto, entre otros. ¿Quién más cree que no está suficientemente valorado en Sevilla?

La gran ilusión de mi vida es escribir un libro sobre la Sevilla subterránea, todos esos personajes que no son muy conocidos pero que son alucinantes. Por ejemplo, Ignacio Sánchez Mejías, que a todo el mundo le suena por la calle, pero era torero, intelectual, piloto… O el poeta Villalón, otro intelectual vinculado al 27 que era ganadero. Era tan lorquiano que su gran proyecto vital era hacer toros de lidia con ojos verdes. Y por supuesto, personajes de calle: Joaquín El Lata, La Pantojita… Todos esos filósofos de madrugada están por reivindicar. Hay tal cantidad de material sobre esa gente que ha formado el imaginario de Sevilla que daría para una exposición. Los madrileños reivindican la Movida hasta la saciedad y nosotros tenemos aquí a Silvio, El Pali, los Smash, Triana… ¡Jesús de la Rosa está enterrado en Madrid, en vez de en Sevilla! Somos muy poco cuidadosos con nuestro legado. Tenemos a unos tíos que eran fenómenos y los tenemos marginados.

Sus novelas son muy visuales. ¿No le han propuesto llevarlas al cine o la tele?

Puede ser la pregunta que más me hacen los fans. Es algo que siempre está ahí. Hay gente que ha mostrado cierto interés pero, de momento, no hay nada.

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