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“Queremos hacer hegemónico un discurso: crecer repartiendo”

López, este lunes en la Plaza de la Concordia de Sevilla, junto a la sede de CCOO-A

Lucrecia Hevia / Javier Ramajo

En su primer lunes como secretaria general, Nuria López (Écija -Sevilla-, 1978) no para de recibir felicitaciones. Estrena con cierto pudor el mismo despacho que durante doce años ocupó Paco Carbonero, su antecesor y valedor. La mesa, aún casi vacía. Concede su primera entrevista con un medio de comunicación poco antes de mantener su primera reunión oficial con la presidenta de la Junta. La mujer que desde el viernes lleva las riendas de un sindicato que tiene un año más de vida que ella desprende “ganas” y reitera dos ideas complementarias: crecer repartiendo y detener los ataques del capital.

¿Cuál ha sido su primera decisión como secretaria general?

Pues recibimos una llamada de la Presidencia de la Junta de Andalucía para tener la primera reunión con la presidenta y, como principal institución de Andalucía, a nosotros nos parece oportuno y de valorar que se haya dirigido en tan corto tiempo, teniendo además una próxima comparecencia parlamentaria sobre el estado de la comunidad. Es importante que la función social que cumple el sindicato se nos reconozca.

¿Y qué es le lo primero que le va a pedir a la presidenta?

Lo tengo claro: que Andalucía necesita abandonar ya las tasas de paro que tenemos y que necesitamos crecer en empleo y en calidad del empleo, y que tiene que desplegar todo el Estatuto de Autonomía.

¿Ese es el principal problema de Andalucía?

El principal problema que tiene Andalucía es que no tiene financiación. Cada uno tenemos una responsabilidad y la comunidad autónoma tiene unas competencias que tiene que desarrollar, pero siempre que haya partidas presupuestarias a través de los PGE que canalicen las mismas. Y el Gobierno de España ha estado quitando partidas a Andalucía con un sistema de finaciación que se tenía que haber revisado y que es injusto con Andalucía porque no nos reconocen. Siguen pensando que somos un 13% de la población cuando realmente somos un 18%. Esos son muchísimos millones de euros.

En todo caso, usted ya ha dicho que va a luchar contra “la dejadez de las administraciones”, y eso también incluye a la andaluza. ¿Cómo prevé que será su relación con el Gobierno de Susana Díaz?

Vamos a seguir defendiendo el diálogo social, la concertación o como quieran llamarlo porque es como se redistribuye la riqueza. Lo que se hace es intervenir desde la posición de los intereses de los trabajadores en el diseño de las políticas públicas. Cuando aparece la crisis, desaparece el diálogo social, y lo que estamos viendo es que los gobiernos están imponiendo las políticas públicas.

¿En Andalucía también ha desaparecido el diálogo social?

En Andalucía es muy débil el grado de intensidad que existe a la hora de concertar políticas públicas. Hay un momento en el que el capital ataca esa forma de redistribuir la riqueza, confundiéndose la política con la gestión, y los gobiernos utilizan esa excusa para abandonar el diálogo social cuando realmente lo que había detrás era una falta de voluntad de los gobiernos para no comprometerse a lleva a cabo determinadas políticas, para un no hacer políticas.

¿Aquí también?

Sí, sí, aquí también. Yo creo que esto Paco Carbonero lo ha denunciado por activa y por pasiva. El problema es que el diálogo social, o la concertación, es una forma de diseñar políticas de forma compartida, desde distintas visiones. Si no existe, si hay uno que tiene más poder para ejercer la presión, tendremos menos capacidad para decir qué es lo qué opinamos o qué es lo que viene bien a los trabajadores.

Su discurso de cierre del congreso muestra esa línea agresiva que ya anunció cuando presentó su candidatura. ¿Qué quiere decir que ahora van a ir “a la ofensiva”?

Llegado el momento de la crisis en el que nos encontramos, donde estamos viendo que los beneficios de las grandes empresas siguen aumentando y donde no se crece repartiendo sino generando desigualdad, el sindicato después de un tiempo a la defensiva para que la lesión de los derechos fuera la menos posible, ahora tenemos que reaccionar con esa posición de salir a la ofensiva a disputarle esos beneficios que muestran sin pudor. Especialmente en nuestra tierra se perciben las desigualdades, estamos con ganas. Siempre hemos sido beligerantes, pero ahora tenemos ámimos renovados.

¿Cómo se va a materializar ese nuevo rumbo?

Exigiendo a la patronal y a los gobiernos que miren para que ese crecimiento no sea solo para una parte de la población sino para una mayoría social. Y lo vamos a llevar a cabo generando una hegemonía social y cultural distinta en nuestra comunidad, para lo cual tendremos que contar con otras organizaciones, para hacer hegemómico un discurso, que es el de crecer repartiendo. No decimos que no ganen las empresas, evidentemente, pero que el reparto no sea solo a sus accionistas sino también a sus trabajadores y que, como empresa que está en la sociedad con una función, hagan que el entorno sea mucho más sostenible y equilibrado.

Una de las críticas que se les ha hecho a los sindicatos es que su lenguaje está algo alejado de la ciudadanía. ¿Cree que este discurso llegará?

Quizás no hemos sido capaces de proyectarlo en la sociedad, pero sí en los centros de trabajo. En Andalucía, después de mucho tiempo, hemos vuelto a ser la primera organización sindical. Lo que creo es que se nos ha ocultado de un discurso social porque hemos estado más preocupados de la resistencia en los centros de trabajo. Ahora, con las ganas, con el momento político y económico en el que nos encontramos, es la hora de proyectarlo y de no quedarnos solo en las empresas sino de radiarlo también en la sociedad.

¿Se les ha ocultado del discurso social con un objetivo concreto?

Sí, el discurso social se ha ocultado para que no se viera que hay otras formas de hacer las cosas. Se nos ha inundado con que la austeridad era la única solución a los problemas que estábamos viviendo, y realmente lo que nos estaban haciendo era darnos sus recetas. Esas recetas añejas más propias del siglo XIX que del XXI, y es que se crece en base a la desigualdad y a quitar derechos, cuando estamos viendo cómo en otros países se puede crecer de otra manera. Portugal está abriéndole las costuras a las reglas impuestas, cumpliendo los objetivos europeos pero utilizando espacios distintos (subiendo salarios mínimos, haciendo pactos sociales,...). Creo que a nosotros nos han ocultado. El capital ha sido listo con su derecha política y toda su artillería a su disposición para hacer creer que solo la austeridad era la solución. Hay una base ideológica detrás que quiere establecer una sociedad de ricos y otra de pobres. Es ahí donde tenemos que hacer ver al conjunto de la sociedad que hay otras formas posibles.

¿Ese espacio del discurso social en la sociedad lo han podido ganar partidos políticos o movimientos sociales en detrimento del sindicato?

El espacio del sindicato no se ha perdido porque hemos ganado las elecciones. Nosotros nos arraigamos en la empresa, porque somos un sindicato de trabajadores. No somos ni un partido ni llevamos la bandera de ningún mesías. Tenemos un concepto de transformación de la sociedad, con pequeñas dosis de utopía pero con los pies asentados en la realidad de los centros de trabajo. Nosotros no vendemos humo. En este momento de cambio y de transiciones, sí que hay que reconocerle a un movimiento que generó ilusión, como fue el 15M, por el revulsivo que significó. También es verdad que cuando se está todo el día en la crítica pero no se hace propuestas, vienen las frustraciones.

Cuando nosotros salimos a la calle lo hacemos con objetivos concretos, porque luego en los centros de trabajo nos piden cuentas, y si no llevamos resultados, frustramos, y luego puede venir la desilusión, y con ella opciones que quizás sean hasta más reaccionarias que las que se están imponiendo. El capital nos ataca por tantos sitios que una de las formas de atacar ha sido desmembrar la sociedad civil. Hay muchos grupos y colectivos pero no hay un tronco de una lucha que canalice, sino que cada uno hace su guerra particular.

¿Cuáles son sus aliados naturales en esa lucha contra el capital?

La diversidad de la sociedad tiene que tener canalizaciones plurales, pero si queremos organizar una hegemonía y combatir al capital sus tesis políticas y culturales que han arraigado en la sociedad, tenemos que compartir unos mínimos con aquellas organizaciones que crean que la sociedad tiene que girar hacia una sociedad más igualitaria, sostenible y solidaria. Nuestros aliados naturales van a ser los que estén en ese proyecto. Cada uno con sus señas de identidad. CCOO es una organización generosa, pero creo que tenemos la obligación de tirar del carro, porque desde el centro de trabajo gestamos pluralidad y somos capaces de ensamblarla. CCOO es el hilo conductor y ese es el papel que vamos a jugar.

¿Unidad de acción?

Por supuesto la UGT va a ser uno de nuestros aliados, pero también muchas organizaciones sociales con las que hemos compartido este camino y muchas de ellas se han batido el cobre, y están muy debilitadas porque también han sido resistencia en este momento de lucha. Facua es una organización hermana en el plano del consumidor, por ejemplo. Con la plataforma de afectados por la vivienda también trabajamos perfectamente con ellos. ONG, entidades que están con las personas en riesgo de exclusión, ... No se ha valorado el trabajo de estas organizaciones como colchón de protección y de resistencia. Tenemos que montar entre todos una transición ideológica, porque las políticas del capital han arraigado mucho, con una mentalidad cada día más individualista, más competitiva, que no productiva, y de enfrentamiento entre los trabajadores y no de solidaridad que es la que debemos gestar. Va a ser dura la tarea pero creo que lo vamos a conseguir.

¿Cómo se podría atajar los elevados números de la siniestralidad laboral?

Es un tema de gran preocupación para el sindicato. Estamos viendo cómo muchos trabajadores que se están ganando la vida en los tajos acaban perdiéndola. La reforma laboral es una gran losa encima de la cabeza de los trabajadores, cuya más dramática consecuencia es la siniestralidad. Pero la precariedad, la incertidumbre laboral, las jornadas largas de trabajo, el miedo a que si no terminas el trabajo no vuelves, la falta de medidas de protección, todo eso la reforma laboral lo ha movido como un cóctel explosivo. Si a los empresarios les costó entrar en la cultura preventiva, ahora la han abandonado. Siguen pensando en la cultura del pelotazo, del corto plazo, y todo lo demás lo ven como un costo. Tenemos que cambiar esa tendencia con mentalidad empresarial distinta y, por otro lado, es necesario recuperar la capacidad de la autoridad laboral. Las administraciones no pueden ponerse de perfil. No pueden dar solo el dato. Detrás hay mucho más.

¿Pasa algo similar con la violencia sobre las mujeres y los asesinatos que se siguen produciendo?

Igual. Recorte tras recorte en los presupuestos. Pero hay que tener voluntad. Con pocos recursos se pueden hacer muchas cosas. En las empresas tenemos mecanismos para detectar muchas cosas y, sin embargo, no entendemos cómo todas las políticas que había en los convenios colectivos en torno a esto ya no están. Y los gobiernos tienen la capacidad para decir que los planes de igualdad en las empresas tienen que estar, o que tiene que haber protocolo de violencia o acoso. Creo que sabemos perfectamente cómo se tiene que combatir la violencia de género y los gobiernos deberían ponerle un poquito de voluntad. Y eso es intransigencia y educación.

¿Cómo va a plasmar el sindicato el interés creciente que parece estar mostrando por los temas de la mujer?

El mundo del trabajo ha sido muy machista porque relegaba a la mujer al trabajo doméstico y a no ser visible, pero fruto de la lucha de muchas mujeres y de muchos hombres, la mujer ha ido conquistando muchísimos espacios y uno de ellos en el trabajo. Las primeras compañeras de CCOO abrieron brecha para que la mujer se incorporara con plenitud a todas las acciones del sindicato. Y la consecuencia de esa tarea que emprendieron es que una mujer está dirigiendo CCOO en Andalucía de manera natural, con muchísimas compañeras en órganos de dirección. Todo eso ha impregnado al conjunto de la organización. Los compañeros están también en esa tarea que con naturalidad se ha dado. En CCOO siempre se ha llevado lo de la igualdad muy a gala.

La propuesta de renta básica andaluza que encabezaron los sindicatos con decenas de organizaciones sociales se quedó en el camino. ¿Es una espinita que aún tiene clavada?

Fue doloroso después del esfuerzo que hicimos. Doloroso por lo que significaba en un momento en el que el paro estaba álgido, en una comunidad con mayor índice de parados de larga duración. Doloroso que ni siquiera se debatiera, ni se discutiera en el Parlamento andaluz. Somos conscientes de las limitaciones que tiene la comunidad en materia presupuestaria pero, mientras se concreta a nivel estatal, pensamos que era necesario hacerlo en Andalucía. Se nos dijo que a finales de 2016 iba a haber un debate en torno a esto.

Pero no lo ha habido

Sabiendo las limitaciones presupuestarias y sabiendo que el marco estatal es el que debe articular la red de protección social para que todos los ciudadanos seamos iguales, al menos el debate tendría que darse para también posicionar a todos los grupos políticos de Andalucía, porque creo que también en esto hay mucha demagogia, y lo que se pide aquí luego en el Parlamento de España no se hace, y lo que no se hace aquí después se pide en Madrid. Como comunidad con las tasas de paro más elevadas y con más falta de cobertura, la obligación de todos los grupos políticos es hablarlo y pelearlo y pedir financiación suficiente a Madrid para ello, porque los trabajadores lo están pasando mal.

¿Les haría falta a ustedes reivindicar una imagen diferente de la que se ha podido trasladar de los sindicatos con todo el tema de la formación, de organizaciones subvencionadas o de ser parte del sistema?

Bueno, una mentira repetida mil veces parece que se convierte en verdad. Pienso que esto ha sido un ataque del capital sabiendo perfectamente que las organizaciones sindicales son las que damos solidaridad desde el centro de trabajo y las que somos capaces de ensamblar la pluralidad de las cosas. Da igual que hubiese sido eso o cualquier otra cosa. CCOO no tiene ningún caso abierto por nada, y eso demuestra que era mentira, que era falso y que era un ataque porque éramos resistencia. El principal perjudicado ha sido la persona en paro, cuyo derecho a la formación se ha visto cercenado, y además era una estrategia para privatizar un derecho de los trabajadores.

¿A qué se refiere?

Si no se da de manera gratuita, tienes que ir a comprarlo a las empresas de formación, y eso solo lo puede hacer quien tiene recursos económicos, algo que no tienen los trabajadores en paro, y no han podido acceder a la formación. Lo que querían era otra vez más parados y más gente en peores condiciones. Lo que está claro es que aquí no hay formación para el empleo y que eso significa un lastre para mejorar la productividad del país y para mejorar las capacidades de los trabajadores para estar en las nuevas formas de trabajo.

¿Pero también puede tener cabida algo de autocrítica?

En CCOO somos muy autocríticos con nosotros mismos. Cuando no hemos sido capaces de trasladar lo que hacíamos, hay que hacer autocrítica. Seguramente algún error habremos cometido pero siempre dentro de la legalidad. Tenemos responsabilidades pero somos trabajadores. Me preocupa que se haya hablado mucho de eso de la formación pero no se hable de qué formación tenemos que tener para no perder pie con la revolución tecnológica que ya se está dando y donde España no está. Y Andalucía ni está ni se le espera.

Hay nuevos trabajos y no hay formación ni cualificación ahora mismo para abordarlos. Y habrá que pedirle transiciones justas al sistema para la gente que no está trabajando. La gente no puede quedarse sin redes de cobertura. Pero no se habla de esa formación necesaria, porque se quiere tener una bolsa de trabajadores que esté como ejército de reserva para que haya mano de obra barata a bajo costo para las empresas. De esas grandes cosas son de las que hay que hablar en este país.

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