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Observatorios ciudadanos para vigilar las cuentas públicas

Néstor Cenizo

“La transparencia no es un portal, sino una actitud”. Lo dice Joan Alors, uno de los integrantes del Observatorio Municipal Ciudadano de Málaga, que existe precisamente porque en las administraciones sigue faltando actitud para ofrecer al ciudadano lo que es suyo: toda la información sobre cómo se utiliza el dinero público. “Tapamos un hueco que esperamos que sea temporal. Tal y como lo presenta el ayuntamiento es imposible que un ciudadano de a pie sepa en qué se gasta el dinero”. Por eso han recogido los datos de los presupuestos y los ha presentado en un formato que incluye gráficos y la posibilidad de comparar la evolución anual. El observatorio de Málaga está integrado en una red de 150 plataformas similares, pero es pionero en Andalucía, donde empiezan a aparecer experiencias similares en Espartinas, Alcalá de Guadaíra, Alcantarilla, Marbella, Alhaurín de la Torre y Torremolinos. De todos los existentes, el de Málaga es el que se localiza en una ciudad mayor. Funciona desde hace julio de 2014, aunque acaban de completar una tarea que suena agotadora: volcar todos los registros de 2013 y 2014 (unos 40.000 por año) y presentarlos de forma inteligible.

El observatorio, explica Alors, pone los datos encima de la mesa y no hace juicios de valor ni trata de explicar los porqués. No hay entidades públicas o privadas detrás y recluta voluntarios para sus tareas. Todo “por amor al arte” o, dicho de otra forma, por conciencia ciudadana. La web del OCM presenta las cuentas claras, siguiendo los criterios contables legales (ingresos y gastos desglosados en varios niveles), con gráficos sencillos que se despliegan como muñecas rusas, y que permiten hacer una comparativa anual de cada partida. Es posible presentar los presupuestos de forma simple: “No es tan complejo como nos quieren hacer creer”. “Tenemos derecho a saber en qué se gasta hasta el último céntimo de euro del presupuesto público municipal”, recuerdan en su web. A partir de esa información, invita a los ciudadanos a plantear sus preguntas al consistorio y ofrece ayuda y mediación para hacerlo. También organizan talleres y han elaborado informes usando datos con los que se dieron de bruces: “¿Qué hago yo cuando me encuentro que ha subido de 6.000 a 70.000 euros el gasto de protocolo en la feria?”.

La frase que abre este texto podría pasar por eslogan pero explica algunas cosas. ¿Cuál es la actitud de las administraciones ante la nueva legislación? “Los datos tienen que ser entendibles, si no, no podemos hablar de transparencia. Y debemos empezar a hablar de permeabilidad”, razona Alors. Sin embargo, el ayuntamiento de Málaga presenta los presupuestos mediante columnas de Excel que identifican campos (“tipo”, “entidad”, “ejercicio”, “orgánico”, “programa”, “económico” e “importe”) mediante referencias numéricas. Por ejemplo, 10909 es, según se descubre en otro Excel, la Empresa Municipal de Aguas. No hay un solo gráfico, solo columnas con cifras, y si se pincha sobre el botón para descargar la Api de Datos aparece una subpantalla con el siguiente texto esclarecedor: “El API de Datos es accesible a través de las siguientes acciones de la API de acción de CKAN”.

Quizá esto explique que los presupuestos de Málaga hayan sido consultados 45 veces en tres meses en la flamante página de datos abiertos del ayuntamiento, estrenada en diciembre de 2014. Sin embargo, la ciudad recibió una puntuación del 98,8% en el último ránking 2014 Transparencia Internacional. Alors alerta de que esos indicadores no son cualitativos, ni valoran el nivel de desglose o los formatos: “Hay un indicador que dice: ”Publica los presupuestos: sí o no, y si pones una hoja con cuatro títulos ya te salta un sí. Habría que auditar a los auditores“.

“La auditoría ciudadana es hacerla entre todos y esto nace de la responsabilidad”

¿Alguien entiende algo? ¿Por qué el ayuntamiento no presenta los presupuestos con la claridad con la que lo hacen seis voluntarios sin conocimientos específicos? ¿Por qué muchas administraciones ofrecen la información en formatos como el PDF, no reutilizables? La infoxicación es la situación en la que el cerebro humano no puede asumir más datos, de modo que no diferencia lo importante de lo banal. Y esto es lo que ocurre. Hay tanta información  que lo esencial queda oculto. La clave, dice Alors, no está tanto en la malicia sino en cómo se organizan los datos: “Creen que colgar unos documentos es suficiente”. A veces solo cabe pensar mal: “Fuimos los únicos que consultamos el proyecto de presupuestos en los 15 días de exposición pública: unos tochos de papel en cajas hasta aquí [señala una altura a medio cuerpo]. Para llegar a eso ha habido que imprimir datos digitales, un esfuerzo extra…”. Y pone más ejemplos. “Se nos han dado respuestas, no en Málaga, diciéndonos: ”No le damos la información porque usted no sabrá manejarla“. Esto es inmadurez absoluta de los gestores y una pérdida absoluta de respeto al ciudadano”, opina Alors, al que alguna vez le han alegado el “secreto municipal”.

Al final, se trata de una responsabilidad colectiva. Por eso, el OCM llama a “crear cultura”: “La auditoría ciudadana es hacerla entre todos y esto nace de la responsabilidad. Si no maduramos será muy difícil. Tenemos la contracultura de que nos lo hagan todo y eso hace mucho daño”. Alors aspira a un diálogo con la administración en el que no haya “vasallaje”, de modo que el ciudadano, “dueño de algo, pregunta a quien está gestionándolo y este responde. No hay más”. “Nosotros intentamos que la gente se dé cuenta que a todo lo de alrededor se le puede poner una etiqueta de precio y que eso sale de su bolsillo. Que los presupuestos son nuestros”.

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