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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Podemos se asoma a Despeñaperros: el desfiladero de las primarias andaluzas

Pablo Iglesias besa a Teresa Rodríguez en un mitin, mientras ella sostiene la bandera de Andalucía.

Daniel Cela

Estos días convulsos de primarias en Podemos Andalucía corre una broma maliciosa por los círculos del partido morado: “Si seguimos así, terminaremos llamándonos PO DE MOS”, ironiza un dirigente en retirada. La formación violeta está viviendo el proceso de elección de su candidata a la presidencia del Gobierno andaluz como una verdadera catarsis, como si estuviera en juego la supervivencia de Podemos, y no la posibilidad de disputar el poder a un PSOE que lleva 37 años ininterrumpidos gobernando esta comunidad.

Este lunes se cierran las urnas a mediodía, están llamados a votar los 45.000 inscritos de Podemos Andalucía, aunque sólo 11.000 (el 24,4%) se han acreditado para hacerlo. Su decisión se dará a conocer el martes, pero nadie se atreve a firmar ahora que al día siguiente el partido no vaya a saltar por los aires. “Existe un riesgo cierto de ruptura con Madrid. Ellos están obsesionados con que nosotros queremos escindirnos y nosotros creemos que ellos quieren doblegarnos”, dice un miembro de la ejecutiva de Rodríguez. La crisis interna en Podemos Andalucía se vive con vértigo desde dentro, y con regocijo desde fuera.

El marco de debate en estas primarias es el enfrentamiento entre el centralismo madrileño y la autonomía andaluza por el control del partido. Hay quien cree que haber asumido este esquema mental otorga ya una ventaja a Teresa Rodríguez sobre su principal competidora, Isabel Franco. El discurso de la gaditana está plagado de reminiscencias al proceso autonomista andaluz de principios de los 80, es una especie de 28F orgánico con el que pretenden decirle a Pablo Iglesias que Podemos Andalucía no quiere ser más, pero tampoco menos que el Podemos de Cataluña (En Comú Podem) y el de Galicia (En Marea), agrupaciones ambas con estructura orgánica autónoma y grupo parlamentario propio en el Congreso. “Madrid no entiende el andaluz”, murmuran en la dirección regional. Todavía recuerdan que “el profesor universitario de Ciencias Políticas” [Pablo Iglesias] “confundió” la histórica manifestación por la autonomía andaluza del 4 de diciembre de 1977 con un “movimiento de autodeterminación”, un desliz con el que Iglesias asimiló el ejemplo andaluz con el conflicto independentista de Catalunya.

El andalucismo es un discurso muy potente y con muy buenos resultados que el PSOE andaluz ha gestionado casi en exclusividad desde hace tres décadas. Teresa Rodríguez reconoce haberse inspirado en los socialistas: “Hay que admitir que eso lo han hecho muy bien”, dice. De hecho, la mayor disputa entre la líder de Podemos Andalucía y Susana Díaz no es por la bandera de la hegemonía de la izquierda, sino la reivindicación autonomista, la bandera blanca y verde.

Enfrente, la gaditana tiene a la diputada en el Congreso por Huelva, Isabel Franco, que empezó a armar una candidatura alternativa el día después de abandonar la ejecutiva de Podemos Andalucía, acusando a Rodríguez de querer escindirse del partido para “montar una organización política independiente”. Franco viene avalada por la dirección estatal y su relato político en esta campaña también es un pulso entre dos fuerzas contrarias, en este caso Podemos contra Anticapitalistas, una corriente minoritaria de la que Rodríguez es su rostro más visible. “No, no se trata del centralismo madrileño frente a Andalucía, eso es un recurso muy manido. En Andalucía el conflicto interno siempre ha sido entre las que somos Podemos versus Izquierda Anticapitalista. Hoy Anticapitalistas se ha hecho fuerte y lo quieren todo”, dejó escrito la diputada andaluza Begoña Gutiérrez, muy crítica con la dirección regional. La diputada se lo reprochó a su rival en el debate: “Se están dando carnés de andalucistas y centralistas, ya está bien de este falso debate”.

Anticapitalistas se presentó en el congreso de Vistalegre 2 en 2016 con una propuesta de partido confederal más ambiciosa que la de Pablo Iglesias en cuanto al modelo de descentralización del poder, pero fue barrida por la candidatura del secretario general. Ahora Franco -y por extensión la dirección estatal- acusa a Teresa Rodríguez de forzar esa “fórmula perdedora” en Podemos Andalucía “camuflada en el proceso de confluencia con IU”. Desde hace semanas denuncian el intento de formar un nuevo partido -bajo las siglas Adelante Andalucía-, con un nuevo código ético pactado a medias con IU, con un reglamento interno distinto al estatal, y con un censo de inscritos paralelo. La gaditana lo desmiente categóricamente. Hace 72 horas dijo que “se cortaría las manos” antes que “hacer desaparecer Podemos”, pero los recelos de Madrid no se han disipado.

A principios de año, un grupo de dirigentes próximos a Rodríguez inscribió en secreto en el registro de partidos políticos del Ministerio de Interior el nombre de Marea Andaluza, la marca que la gaditana había utilizado en su campaña de las primarias a la secretaría general de Podemos Andalucía. La dirección estatal se enteró por la prensa. Ella negó estar detrás de este movimiento, y luego admitió que sí lo conocía, pero le restó importancia y descartó que fuera un amago de escisión: “Es para que no nos roben el nombre otros”, dijo. La marca Adelante Andalucía, con la que se viene promocionando la confluencia Podemos-IU, aún no aparece registrada como partido político en Interior, pero los dirigentes que la impulsan no lo descartan. “No es definitivo y, en todo caso, sería el nombre para la coalición electoral, nunca para sustituir a dos fuerzas que van a seguir existiendo de forma autónoma”, explican desde ambas formaciones.

La tensión entre el secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique, y Teresa Rodríguez, se ha ido recrudeciendo a medida que se aproximaban las urnas. El jueves, la gaditana se quejó de “quienes señalan a personas por sus ideas, como los nazis”. Lo escribió en su Facebook en respuesta a la pregunta de un afiliado sobre estas primarias. Franco entendió que era un insulto a la dirección de Podemos y amagó con no presentarse al debate el día siguiente, pero finalmente la rectificación de Rodríguez apaciguó la situación.

La rival preferida de Susana Díaz

Si se pregunta al PSOE y al Ejecutivo de Susana Díaz si temen a la confluencia Podemos-IU en las elecciones, o si les preocupa el tándem de Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo, la palabra más repetida en todas las respuestas es siempre la misma: “Echenique, Echenique, Echenique”. Los socialistas no esperaban que el binomio Podemos-IU prosperase, tienen muchos contactos con veteranos dirigentes del PCA, y ahí se palpa el cabreo y los recelos de la vieja guardia comunista. Desde hace unos meses, sin embargo, ven la confluencia como algo irreversible. Y les preocupa. “Aunque sean las mismas caras, son los únicos que van llevar un juguete nuevo a las elecciones. Si les sale bien”, dice un dirigente del PSOE-A.

El entorno de Susana Díaz ha pronosticado, primero, una fractura entre Podemos e IU, luego una fractura interna en Podemos Andalucía. Cada vez que tiene ocasión, la presidenta le afea a Rodríguez que cualquier portavoz adjunta de su grupo muestra más predisposición al diálogo que ella, y vuelve a parafrasear aquel grito que la gaditana lanzó hace un año en la tribuna del Parlamento. “¡Con el PSOE, ni muerta!”. Cualquier vía de negociación entre Podemos y el PSOE andaluz conduce irremisiblemente a aquel grito de Rodríguez. Un grito que, como reconocen en el grupo parlamentario morado, ha torpedeado cualquier iniciativa propia en la Cámara. “Cada vez que hacíamos una propuesta en cualquier comisión parlamentaria, nos soltaban la frase de Teresa y ahí se acababa la negociación”, dice una diputada morada.

Susana Díaz suele votar a la rival de Rodríguez, lo mismo elogia a la diputada Carmen Lizárraga –adversaria interna en las últimas primarias- que menciona una docena de veces el nombre de Echenique e Iglesias en sus réplicas de las sesiones de control. “Con cualquier otra portavoz de su grupo es más fácil entenderse que con usted”, le ha dicho la presidenta a la gaditana. Cuando se le pregunta al PSOE andaluz por qué en otras comunidades -Aragón, Valencia- los socialistas pueden entenderse e incluso cogobernar con Podemos, y por qué ahora Pedro Sánchez puede aliarse con Pablo Iglesias, mientras en Andalucía la desencuentro entre Díaz y Rodríguez es total… suelen responder así: “El Podemos andaluz es el más radical, aquí mandan los Anticapis”.

Probablemente no hay nadie en Podemos Andalucía más diferente a Teresa Rodríguez en su forma de hacer y decir la política que Carmen Lizárraga. La diputada en el Parlamento andaluz por Granada llevó esas diferencias hasta su máximas consecuencias hace tres años, cuando promovió y encabezó una candidatura alternativa para disputarle el liderazgo del partido. El estilo de Lizárraga en la tribuna del Parlamento es crítico, pero moderado; directo, pero sin estridencias. Sus formas son menos efervescentes que las de Rodríguez, menos enérgicas, si se quiere. Jamás se le ha escuchado un grito en el hemiciclo, es más, su timbre de voz apenas sube dos puntos del nivel del susurro, algo que desconcierta al rival político que suele tardar unos minutos en darse cuenta de que aquella diputada de cara amable y voz suave le está dando un repaso dialéctico.

El 'efecto Despeñaperros'

Estos días, Lizárraga ha querido salir al paso a explicar por qué ahora ella y su equipo se han integrado en la lista electoral de su antigua adversaria, donde sólo un tercio de los candidatos pertenece a Anticapitalistas. “Lo que nos ha unido a Teresa es Susana Díaz”, bromea la diputada, “y unir fuerzas frente al proyecto centralista de la ejecutiva estatal de Podemos”. “Esto no es una movida interna más de Podemos, nos jugamos el futuro de Andalucía”, avisa. Para Lizárraga sí hay “injerencias de Madrid” en estas primarias, dice que lo tuvo claro cuando Echenique visitó Sevilla y dijo que “no conocía el proyecto de Teresa Rodríguez, en el que está volcada toda la organización desde hace tres años”.

Ella lo llama 'el efecto Despeñaperros', un virus del centralismo que ha infectado, dice, a Felipe González y a Alfonso Guerra cuando se marcharon a Madrid, a Pedro Sánchez y a Susana Díaz en su pugna por el control del PSOE, “por descontado” a los presidentes del PP, recientemente a la ministra andaluza de Hacienda, María Jesús Montero, y desde luego a la dirección estatal de Podemos. “Despeñaperros es un desfiladero atravesado por la A4, la principal autovía que conecta Madrid y Andalucía. Es un tobogán por el que caen las modas, las banderas, los productos audiovisuales y los proyectos políticos; pero es un ocho mil a escalar cuando se trata de hacer comprender en Madrid lo que sentimos, padecemos, proponemos y deseamos como andaluces”, ha escrito recientemente la diputada.

Lizárraga ha hurgado en las “contradicciones” de Iglesias, que “defiende la plurinacionalidad para España, pero le niega autonomía política a Podemos Andalucía”. “¿Por qué se entiende tan mal que queramos decidir sobre nuestro futuro político en Andalucía y no así en Galicia, País Vasco o Cataluña?”, se pregunta. Y añade: “El actual proceso de primarias en Podemos Andalucía parece un conflicto interno más en las agitadas aguas moradas, otra lucha de poder entre familias, pero es mucho más que eso. Las primarias de Podemos Andalucía quieren romper con una historia de dependencia y colonialidad. En Madrid parece que no lo entienden”. Algo así le espetó Rodríguez a Franco en el debate: “Por evitar las baronías territoriales, Podemos está auspiciando una monarquía. Y eso no es justo”.

La alianza de los antiguos errejonistas con Teresa Rodríguez y el pacto de la confluencia sellado ya con la IU de Antonio Maíllo ponen en un aprieto a la dirección estatal de Podemos. Lo que viene después de estas primarias son unas primarias conjuntas con los comunistas en las que se decidirá el orden alterno en las listas electorales, un proceso que se sale del reglamento del partido morado. No se sabe aún cómo se regulará este sistema y cómo reaccionará la ejecutiva estatal. “Desgastar el liderazgo de Teresa es debilitar a Podemos Andalucía y el esfuerzo titánico que se ha hecho contra el todopoderoso PSOE andaluz. Teresa es Podemos, nadie la imagina fuera de este partido”, dice Lizárraga.

El futuro inmediato es incierto. La política actual, desde los diferentes procesos de primarias en los partidos hasta las consultas populares, ha demostrado ir a contracorriente de los poderes establecidos, del aparato. Podemos es un partido que nace de la crisis de las instituciones y de la indignación ciudadana del 15M. En teoría afronta unas primarias con más convicción y menos sobresalto que PSOE o PP, pero después de tres años ocupando despachos, el riesgo de que las bases le den la espalda al aparato es el mismo.

El 30% de los inscritos de Podemos votó por la dimisión de Pablo Iglesias e Irene Montero tras la compra de su chalé con una hipoteca de más de medio millón de euros. Las dos candidatas de Podemos Andalucía lo saben, por eso ambas han hecho un ejercicio de contorsión dialéctica para presentarse como alternativas al aparato. Las dos lo son, pero las dos niegan serlo. Teresa Rodríguez es aparato de Podemos Andalucía -es la líder del partido- pero se presenta como outsider de la dirección estatal. Isabel Franco forma parte del aparato de Podemos en Madrid -su discurso está arropado por Echenique- pero se presenta como voz de las bases contra la dirección andaluza de Rodríguez.

Podemos se asoma al angosto desfiladero de Despeñaperros, una frontera natural entre Madrid y Andalucía por el que se han despeñado muchas cosas a lo largo de la historia. Y las elecciones andaluzas están a la vuelta de este desfiladero.

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