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Los dos frentes andaluces que se le abren a Susana Díaz tras la derrota

Susana Díaz a su llegada a Ferraz

Lucrecia Hevia / Olga Granado

Parafraseando a la propia Susana Díaz, los militantes la han puesto en la cola del partido. Ella aspiraba a liderar el PSOE a nivel nacional. Susana Díaz ha perdido las primarias del PSOE este domingo y por un margen de 10 puntos. Lo que significa que, de momento, tiene que volver a Andalucía de donde ella dice que nunca se ha marchado.

Muchos son los socialistas que coinciden en una cosa: “Llega tocada, pero defenderá esta parcela”. No descartan que se recomponga lo suficiente en dos años como para volver a presentarse en Andalucía. Es más, algunos creen que podría ser para dirigir el PSOE cuando haya nuevas internas e incluso a las primarias abiertas para ser candidata. De momento, Susana Díaz va a hacer gala de la disciplina de partido de la que presume: ha sido la primera en felicitar a un Pedro Sánchez victorioso.

Lo que no va a ser es un escenario fácil, ni nacional ni regional. La posición de Susana Díaz en el partido en España se debilita y en Andalucía -donde habrá congreso en julio o septiembre- también. Cierto es que queda por delante el congreso federal, donde puede disparar sus últimas balas, que seguro que lo hará, ya que a Pedro Sánchez no le va a dar tiempo a quitarle tan rápido fuelle orgánico y la delegación del PSOE-A sigue siendo la más potente de España.

Sin embargo, su foco tendrá que ser Andalucía porque “en una posición así, no puede jugar a la oposición interna al secretario general”, recuerdan fuentes socialistas. En el camino inverso, algunos creen que Pedro Sánchez podría entrar a acabar con los “barones” que no han estado a su lado, y otros consideran que no lo va a hacer “porque no puede y no le interesa”. En el caso de Susana Díaz, puede hacerse valer con el válido argumento de que “la han votado millones de andaluces”, sacar la bandera de que es la mayor comunidad autónoma que gobiernan los socialistas, así como sacar pecho de ese más del 60% de los militantes que la han apoyado en Andalucía. En cualquier caso, está condenada a entenderse con Pedro Sánchez.

Pese a todo esto y el control que pueda ejercer sobre la futura ejecutiva del PSOE, tiene que volver a casa y no lo va a tener fácil una mujer que ha visto pasar tres trenes por delante y cuando se ha decidido a subirse en el cuarto, se ha topado con el destino que menos quería o, de forma más gráfica, ha sido directamente arrollada. Y en esto tiene dos frentes claros.

Primero, con el Gobierno de Andalucía. No cabe duda de que con esta derrota la oposición tiene capital de sobra para jugarlo con inteligencia y minar el Gobierno de Andalucía. Le va a tocar aguantar un argumentario que ha puesto en bandeja: “Si su modelo no sirve para España, por qué va a servir para Andalucía”, “No la quieren ni los suyos”, “Andalucía no es segundo plato” y hasta un hipotético “Váyase señora Díaz”. El próximo jueves, en la sesión de control del Parlamento de Andalucía, no cabe duda de que se encargarán de recordárselo. Eso sí, los mismos socialistas, con el amargor de esta derrota todavía en la boca, confían en que pueda sortear bien a una oposición “que no está demostrando ser muy fuerte”. Pero la oposición se lo pondrá difícil cuando está en el ecuador de la legislatura todavía.

La vuelta tendrá que estar presidida de sensación de cambio y renovación, aseguran fuentes socialistas. De otro modo, dará imagen de enquistamiento y parálisis. Lo lógico sería una crisis de gobierno donde visualice un cierto giro de modelo. Podría hacerse rodear de gente o perfiles más poderosos, más visibles (o a los que les deje ejercer esa visibilidad) que le hagan de parapeto con contundencia.

Segundo, con su propio partido en Andalucía. Ya se sabe que el poder une y la derrota divide. Andalucía era totalmente susanista... hasta hoy. El fracaso de Susana Díaz podría suponer un cambio sustancial y la tierra de susanistas por excelencia podría empezar a enseñar sus costuras. Cádiz, Málaga, Jaén, Granada o Almería donde ya ha habido voces discordantes, levantarían más aún la voz. Y Susana Díaz sabe que Andalucía es lo que le queda y lo va a defender con uñas y dientes. Aunque puede ir preparándose para duras batallas en los provinciales.

Otra cosa es que lo haga con inteligencia y cintura. Va a necesitar visualizar cambios en el partido también, y articular una estrategia para ganar en 2019 tanto a nivel municipal como autonómico, y moverse para que su candidatura no se cuestione con este varapalo. Muchos ven en una derrota como la sufrida un signo más de la debilidad del PSOE en la región y la próxima victoria del PP por desgaste del contrario.

El hecho es que la posición de más o menos fuerza de Susana Díaz depende ahora del trato que le dé Pedro Sánchez. Si opta por la integración o por quemar el territorio enemigo. Porque Pedro Sánchez ha ganado con amplio margen, pero Susana Díaz va a pelear su espacio, pese a que sus palabras sean de conciliación y de ponerse a disposición del partido. No le basta que en plena campaña de las primarias recibiera de Pedro Sánchez el mensaje de que iba a brindarle todo su “apoyo en Andalucía” si volvía a hacerse con Ferraz ni tampoco la consuela que antes le lanzara el lema de “Tú a San Telmo, yo a la Moncloa”. En cualquier caso, no son pocos los referentes del PSOE-A que afirman que “Susana Díaz es una superviviente”. Tiempo tendrá de demostrarlo.

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