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Susana Díaz: toma de posesión entre lo institucional y el gesto de barrio

Los cuatro expresidentes de  Andalucía arropan a Susana Díaz /Foto: Parlamento

Olga Granado / Lucrecia Hevia

El hecho de ser la primera mujer en el cargo, las ganas de presenciar los que muchos socialistas calificaban de “momento histórico”, el ánimo de dar apoyo a una de las pocas presidencias de izquierdas en España, la relación personal con la presidenta, o la obligación de estar presente en un cambio institucional de estas características. Múltiples son las razones que han llevado a unos y a otros al acto de toma de posesión de Susana Díaz como presidenta de la Junta de Andalucía. Y sean cuáles sean, han convertido esta toma de posesión en la más multitudinaria que se recuerda en el Parlamento de Andalucía (y es la cuarta de los últimos cinco años) con cerca de 700 personas. Una toma de posesión que ha bailado entre lo solemne y lo espontáneo, entre lo institucional y el gesto de barrio. Susana Díaz (Sevilla, 1974) ya es oficialmente la primera presidenta de la comunidad autónoma.

Ha llegado poco antes del mediodía en coche oficial, acompañada por su marido, José María Moriche. Ha sido recibida por el ministro andaluz, Cristóbal Montoro; el presidente del PP-A y alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido; y por el presidente del Parlamento de Andalucía, Manuel Gracia, que como corresponde, ha guiado el acto. En la entrada al salón ya se había formado un pasillo de público y gráficos, que ella ha atravesado sonriendo en todo momento. Incluso ha interrumpido su marcha antes de entrar para saludar enfusivamente a algunas caras conocidas como Concha Caballero, detalle que algunos no lo ven como gratuito.

En su discurso, breve y directo, ha repasado las líneas estratégicas que lleva desgranando en los últimos días: preocupación por la situación, responsabilidad, esperanza, futuro, prestigio de la política. Pero, sobre todo, ha sabido aprovechar su condición de primera mujer en el cargo y su origen modesto para vertebrar un acto en el que ha hablado de “igualdad” y de empatía con la gente. “Quiero gobernar con las ventanas abiertas”, manifestaba, “para todas y todos los andaluces”. De hecho, la ya presidenta, durante su discurso, se ha declarado “orgullosa heredera” de la lucha por la igualdad del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, allí presente: “El tiempo sabrá reconocer esa lucha”, ha afirmado.

El lobby femenino, crecido por una presencia masiva de personal del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), y de muchas históricas feministas del partido como Amparo Rubiales, se ha hecho notar para vivir en directo la primera vez en que una mujer llega al cargo y se convierte además en la que más poder acumula del país, al gobernar a prácticamente el 20% de la población. Ya en declaraciones posteriores, ha anunciado que su Gobierno será paritario, único dato del futuro equipo que en unas horas, si no días, se dará a conocer a todos los andaluces.

Enfundada en un vestido blanco, ha subido a lo más alto del altar de la política en Andalucía cuando poco antes de la una de la tarde ha jurado el cargo, momento en el que en la sala se han podido hasta oír gritos de “ole las mujeres valientes” o “presidenta, presidenta”, que han llenado de calle la solemnidad del salón. Igual que se ha notado también la espontaneidad de barrio del buen número de amigos de Triana “de toda la vida”, sus padres, sus tres hermanas, sus sobrinos. Los rostros anónimos del acto, que no se han querido perder el momento y han acompañado a Susana Díaz hasta el final, incluso cuando ya el patio del Hospital de las Cinco Llagas estaba practicamente vacío. Jamás pensaron muchos que la hija de un fontanero de Triana llegaría tan lejos, como se han encargado de recordar insistentemente los socialistas en los últimos meses para “sacar partido” a la idea de que con ellos todos tienen las mismas oportunidades.

Entre los invitados de rostro político, el ya mencionado Rodríguez Zapatero, quien ha recibido más calor que el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba (también en el acto), y que ha sido permanentemente reclamado para palabras, abrazos y fotografías. Y como estaba previsto, también han estado presentes los cuatro expresidentes de la región. De hecho, se ha producido el reencuentro público de José Antonio Griñán con Manuel Chaves, a quienes se les ha podido ver intercambiar algunas palabras durante la toma de posesión. Muy aplaudido ha sido el momento en el que Griñán, presidente saliente, el que le abrió las puertas al cargo con su renuncia, ha aparecido muy emocionado en las pantallas por las que la mayoría del público ha seguido el evento, dado que el angosto Salón de Usos Múltiples se ha quedado corto.

Igualdad, barrio y autonomía. Un tercer elemento que la presidenta ha incluido en la jornada al realizar, como primer gesto en el cargo, una ofrenda floral en el busto de Blas Infante ubicado en el Parlamento de Andalucía.

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