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El 'oasis' verde de un barrio que votó a Vox en Sevilla: patria, desencanto y viviendas unifamiliares

Barrio residencial de Bellavista. Foto: Alejandro A. Fernández

Alejandro Ávila

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El día que Andalucía amaneció socialista y anocheció popular brindó numerosos sobresaltos. Aquel 2 de diciembre se celebraban las elecciones andaluzas y una de las mayores sorpresas fue la irrupción en el Parlamento de Andalucía de doce diputados del partido ultraconservador Vox. Localidades de la Costa del Sol y de Almería aparecían como centro neurálgicos de su auge.

Sin embargo, Sevilla, la capital andaluza, no permanecía ajena a un fenómeno político mucho más complejo. Barrio por barrio, el mapa de la ciudad marcaba el voto mayoritario de sus ciudadanos: azul popular y rojo socialista, con tímidos parches verdes de Adelante Andalucía (Podemos e Izquierda Unida) y naranjas de Ciudadanos. Y, para sorpresa de todos, una gigantesca zona de color verde intenso en el sur de la ciudad, donde uno de cada tres vecinos habían votado a Vox.

Para la circunscripción electoral, se trata de la sección 9 del distrito 10 de Sevilla. Un área que marca el límite meridional de la ciudad y que comprende barrios residenciales de clase media-alta tanto de Los Bermejales, como de Bellavista, donde sus votantes se dividen entre los colegios Marie Curie y José Sebastián y Bandarán.

El oasis verde de Vox tiene nombre de jardín

Jardines de la Primavera, la Granja, la Alhambra o los Poetas. También hay un Palmeral de Elche y hasta un Parque del Retiro. La mayoría de los votantes de estas calles con nombres de célebres zonas verdes de España votaron en las elecciones andaluzas al partido de color verde fosforito liderado por Santiago Abascal. En sus aceras proliferan los coches de alta gama de marcas alemanas con alguna que otra bandera de España colgando del espejo retrovisor.

La pregunta es por qué. Por qué Bellavista, la barriada donde se crió el expresidente socialista Felipe González, ha votado al pujante partido de ultraderecha. “Un barrio de izquierda”, puntualiza Francisco García, votante de Podemos, que ha acudido a votar con su hija Ana y atiende a este periódico a las puertas del colegio José Sebastián y Bandarán. Este pensionista subraya que los cinco miembros de su familia votan al partido de Pablo Iglesias y que su barriada es conocida “como el barrio comunista de Sevilla, donde Felipe González sacó buena parte de sus votos”.

Sin embargo, la demografía de la zona ha cambiado. En los últimos lustros, la ciudad de Sevilla ha crecido hacia el sur, a través de calles de adosados y urbanizaciones acomodadas de césped, piscina y altas torres, que se comunican con el centro de la ciudad, a través de la autovía de Cádiz, flanqueada por viejos edificios en ruinas del ejército, que aún conservan la simbología franquista.

“Son familias, cuyos padres viven en El Porvenir o Los Bermejales, pero no se pueden permitir vivir allí”, sugiere Ana, hija de Francisco y profesora en un colegio de Las Tres Mil Viviendas, uno de los barrios más desfavorecidos de Sevilla, donde reina el narcotráfico, el desempleo y la abstención. Para su sorpresa, es también un barrio donde el discurso de Vox está calando mediante sus mensajes “contra la mujer, el colectivo LGBT y la xenofobia. Esa idea de que hay que limpiar España. Me sorprende que no solo haya sabido captar el voto desencantado del PP, sino también de familias desempleadas y humildes”.

Europa en decadencia por “lo políticamente correcto”

Dentro del colegio, las urnas se llenan a una velocidad de vértigo. En la mañana de este domingo no se juega al baloncesto en la pista cubierta del cole, pero las colas para votar no desmerecen las de un gran evento deportivo. La mesa electoral de la sección 9 del distrito 10 está colocada bajo una de las canastas y la fila para depositar la papeleta cruza la cancha hasta llegar al otro límite.

Es mediodía y uno de los vecinos del barrio acaba de ejercer su derecho al voto. Antonio es un hombre corpulento, pelo largo con raya al lado, chaqueta de color azul claro y camisa blanca. Autónomo. Ha votado a Vox. “Es el partido de los valores cristianos y de la libertad, dos valores que están tan en peligro como el lince ibérico, por la decadencia de Europa”. ¿Y cuáles son los motivos de esa decadencia? “La progresía, el buenismo y lo políticamente correcto”. Cree que Vox es la receta contra esos males y que eso le va a permitir lograr 60 escaños en el Congreso de los Diputados.

Juan Aimar se encuentra desde primera hora en el colegio electoral. En una mano lleva una carpeta con el logo y el eslogan de Vox (“Por España”) y en la otra, una lata de bebida energética. Es apoderado del partido de Abascal y su diagnóstico sobre el éxito de su partido en la zona es similar al de la profesora Ana García: ha captado el descontento de las clases populares de Bellavista, que votaban a la izquierda, y de las acomodadas de las zonas residenciales, que apostaban por el Partido Popular.

“Había un hartazgo con el clima político y social de España. Hemos captado ese voto útil del PP, un partido desgastado por los casos de corrupción, hablando de temas políticamente incorrectos, o que causan revuelo, como la inmigración, el género o el estado de las autonomías”. Al igual que Antonio, menciona valores perdidos y símbolos nacionales “maltratados”. Como la bandera de España, que adorna su acreditación de apoderado.

Rubén Reina, votante de Ciudadanos, y Arancha, votante socialista, son un matrimonio que vive en esta zona residencial de sur de Sevilla. Creen que el auge del partido verde intenso en su barrio se debe a dos razones: el trasvase de votos del PP y la exageración de la inseguridad. “A nosotros ya nos han entrado en casa dos veces, pero la inseguridad se magnifica en los grupos de vecinos de Whatsapp”, inciden.

En las zonas verdes del barrio, los niños juegan con sus perros, mientras otros vecinos salen a correr a mediodía. De día, la tranquilidad solo queda rota por la riada de ciudadanos que acuden a ejercer su derecho al voto. “¡Qué de gente! Si normalmente a esta hora no se ve a nadie”, exclama un deportista aficionado. La fiesta de la democracia ha perturbado la paz del barrio.

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