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“Voy a hacer una trilogía para que la gente se entere de que Franco ha muerto”

Carlos Pérez Merinero (Écija, 1950 - Madrid, 2012) conocido entre los fieles de la narrativa negrocriminal que veneran novelas como Días de guardar o La mano armada.

Alejandro Luque

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El nombre de Carlos Pérez Merinero (Écija, 1950 - Madrid, 2012) es de sobra conocido entre los fieles de la narrativa negrocriminal, que veneran novelas como Días de guardar o La mano armada, que hoy desafiarían los límites de lo políticamente correcto. Tampoco es ajeno a los amantes del cine, especialmente por su trabajo como guionista de títulos como Amantes, de Vicente Aranda, o colaborador en los diálogos de La buena estrella, de Ricardo Franco. Menos divulgada es su faceta como realizador, pero también la tuvo. De hecho, una trilogía suya que permanecía extraviada ha sido recientemente recuperada y exhibida en la Cineteca de Madrid. Su elocuente título, Franco ha muerto.

Su hermano David, que lleva varios años reivindicando su legado y publicando el abundante material inédito o semiinédito que Pérez Merinero dejó al morir, es también el responsable de este hallazgo. “Después de escribir y dirigir en 1997 Rincones del paraíso, Carlos dijo que sería su primera y última película. Al cabo de un par de años volvió a entrarle el gusanillo, pero quería huir de todo lo que fuera un gran equipo. Así que empezó a trabajar en un proyecto que requiriera del mínimo de gente, y este fue Franco ha muerto”.

Del plan inicial solo llegó a rodarse la primera entrega, Valor facial, donde la cámara rueda durante casi tres horas sobre un centenar de sellos de correos con la efigie de Franco mientras las voces en off de Maite Pisonero, Pedro Costa y Miguel Mota reproducen la correspondencia imaginaria entre una madrina de guerra y un soldado. Las otras dos partes, Señales de vida –la historia de un policía de la escolta del dictador que conoce a un psicólogo de enfermos terminales en el hospital de La Paz– y Un trabajo que hacer –una especie de documental sobre actores que encarnaron a Franco en el cine, como Juan Echanove y Juan Diego– quedaron solo en fase embrionaria.

De vuelta sobre la idea de la trilogía, Pérez Merinero pensó en hacer una entrega titulada 18 de julio, casualmente la fecha en que su familia llegó a Madrid en al año 66, procedente de Écija y Jerez. “Iba a ser una entrevista con mis padres y conmigo, tipo El desencanto, pero de los Merinero. Pero mi padre se puso mal de salud y Carlos perdió el interés”, recuerda su hermano. Sí pudo en cambio sacar otra idea adelante, que tituló Hoy toca lección de Historia, y que no era sino un plano fijo del propio Pérez Merinero y de Pedro Costa –quien también trabajó en Amantes y en la serie La huella del crimen, entre otros empeños– comentando el ABC del 21 de noviembre de 1975.

Ya tenía dos partes, faltaba la tercera. Y la bautizó Digamos que fue entonces, una sucesión de personajes variopintos (de Blanco Chivite a Alexis Valdés, pasando por Martínez Torres, Juan Madrid o el citado Juan Diego) que recitaban, imitándolo o de forma atropellada, cada uno a su manera, discursos de Franco. Sin embargo, las tres cintas, rodadas en Betacam, se perdieron. Por suerte, existía alguna copia en VHS que pudo rescatarse y ser digitalizada por la Filmoteca de Madrid, de modo que ahora pueden proyectarse en cines.

Salvo algunas compañías trostkistas de juventud, nunca se le conoció militancia política a Pérez Merinero. Y sin embargo, para David, esa fijación por el tirano no es nada difícil de entender para quien conociera en propia piel la larga noche de la dictadura. “Fue una de sus obsesiones junto a Kissinger, los dos muy sanguinarios. Él vivió un cuarto de siglo bajo Franco, le tocó una época universitaria en la que la policía estaba instalada en las facultades, cada una con un cuartelillo permanente. No se nos olvidaría nada de eso”, añade.

De hecho, el cineasta solía decir: “Voy a hacer una trilogía para que la gente se entere de que Franco ha muerto, porque a veces parece que no lo parece. Y a ver si de paso me entero también yo”. Para David Pérez Merinero, esta trilogía “es una especie de venganza personal contra aquella figura. Recuerdo que a veces venía alguien a casa, y Carlos aprovechaba para poner Valor facial. Cuando iban por el quinto o sexto sello, la gente decía: ‘¿Solo sellos? Ya estoy cansado de verle la cara a Franco’. Y Carlos respondía: ¡Cansado estaba yo, que lo aguanté 25 años, y ahora no lo soportáis ni diez minutos!”

El humor negro que destilan muchas de sus novelas hace aquí también acto de presencia, especialmente en Hoy toca lección de Historia. “Es que no podías hacer otra cosa que reírte”, afirma David. “Yo todavía conservo ese ejemplar de ABC, y lo abras por donde lo abras, no tiene desperdicio. Es todo tan impostado, tan lacrimógeno… Nadie se lo creía, y menos el ABC”. Lo mismo cabe decir de los discursos: “Oyes, qué te digo yo, lo que decía para inaugurar la Feria de Muestras de Jerez, y causa risa, más imaginando que detrás de aquellas palabras estaba la voz de pito de Franco. En aquella época los niños lo imitábamos mucho”.

No obstante, el hermano del escritor y cineasta asegura que la coincidencia de este rescate con el auge de la extrema derecha en España ha sido pura casualidad. “Solo hemos podido recuperarlas ahora, gracias a un amigo que supo de estas películas y las llevó a la Cineteca y a la Filmoteca, con muy poco éxito por cierto. Recuerdo que la programadora vio lo que le ofrecíamos y dijo: ‘Vale, pero la de los sellitos no, ¿eh?”

“Parecía que Franco estaba abocado a quedar para los filatélicos, pero vemos que no. Surgen grupos que reivindican su figura con bastante fuerza. Parece que vamos a tener Franco para rato. Esta trilogía tiene futuro”, apostilla David Pérez Merinero.

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