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El campo andaluz aguanta la crisis

Sierra de Cádiz

Jorge Garret / Fernando Vicente

Tras cinco años de dura crisis económica, que se ha llevado por delante en torno al 40% de los empleos que se crearon durante los felices años de la burbuja inmobiliaria (casi 600.000 empleos menos desde 2007 en Andalucía), el campo aguanta.

Eso es, al menos, lo que se desprende de los datos de afiliación a la Seguridad Social. En los cuatro años que median entre diciembre de 2008 y diciembre de 2012, en Andalucía el número total de afiliados a la Seguridad Social cayó un 9% (264.019 cotizantes menos). Pero la práctica totalidad de esta pérdida de cotizantes se concentró en las grandes ciudades. Así, la afiliación en las ocho capitales de provincia más sus áreas metropolitanas, y Algeciras (suman 131 municipios en total), disminuyó en un 19,85%.

Sin embargo, en los 92 municipios que conforman las ciudades medias del litoral, la afiliación se ha mantenido estable (-0,4%), mientras que en las ciudades medias del interior la afiliación, incluso, ha crecido un 4,2%, sumando 27.241 afiliados más en los últimos cuatro años. Éstos, con un tamaño medio de 5.600 habitantes, suman prácticamente la mitad de los municipios andaluces, 358. Lo mismo ocurre con los 190 pueblos del interior rural andaluz de Sierra Morena, el Subbético oriental y el Penibético oriental, en los que, con un tamaño medio de 2.000 habitantes, hay casi 10.000 afiliados más que en 2008, lo que supone un crecimiento del 7,7%.

Obviamente, ese crecimiento no ha sido suficiente para compensar el deterioro económico de los grandes centros de población, pero sí es significativo. Si en 2008 el peso de las cotizaciones de los grandes núcleos de población andaluces equivalía al 59,6% del total, ahora es del 53,6%. En definitiva, estos datos demuestran que hasta ahora “el campo ha aguantado la crisis”, como dice el secretario general de Economía de la Junta de Andalucía, Gaspar Llanes.

¿Cómo se explica? Hay matices, pero todos los expertos, en el fondo, coinciden: la causa de la debacle económica andaluza reside en el estallido de la burbuja inmobiliaria y el consiguiente hundimiento de la construcción y sus sectores afines, responsable de dos de cada tres puestos de trabajo destruidos en Andalucía. Así, si en la construcción, en los cinco años que dura ya la crisis, se han perdido 334.000 empleos, en los servicios financieros, las actividades de alquiler, la industria metalúrgica, la madera y el corcho, el mueble, los servicios técnicos y de arquitectura, y las actividades inmobiliarias, suman otros 58.600 empleos perdidos. Y prácticamente todos estos sectores no se concentran en el mundo rural, sino en las grandes ciudades.

“El 80% de la crisis es de la construcción. Estamos básicamente ante una crisis de inversión que se ha dado en las grandes ciudades”, dice Gaspar LLanes, con argumentos muy similares a los de Roberto Marín, secretario de Análisis Económico de UGT Andalucía: “Antes de 2008, las altas en la Seguridad Social se concentraban en empresas de construcción y servicios con sede en los grandes núcleos urbanos”.

Marín recuerda aquella época de bonanza en la que los trabajadores de los pueblos del interior se fueron a vivir a la costa, especialmente a Málaga, para trabajar en las obras, o se desplazaban diariamente a los andamios de las ciudades y municipios costeros en crecimiento. “Eso se acabó con la crisis. Tocó regresar a casa; muchos, al negocio de toda la vida, empresas familiares del sector agroalimentario que mantuvieron su actividad de forma relativamente estable, o directamente al empleo agrario”, apunta Marín.

Precisamente en Málaga, en el servicio de estudios de Unicaja, piensan parecido. Subrayan que el sector agrario es el que mejor ha soportado la crisis en términos de empleo, actividad económica y generación de valor añadido. Las mismas fuentes sostienen que es razonable pensar que en los núcleos medios y rurales, con una estructura productiva menos vinculada al sector de la construcción que los grandes espacios urbanos, la actividad laboral se haya mantenido más estable. De hecho, en estos años de crisis, las exportaciones del sector agroalimentario andaluz han crecido de forma espectacular, un 50%. Gracias a ellas, sobre todo, en 2012 Andalucía alcanzó el récord histórico de 25.000 millones de euros exportados.

Los sociólogos del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA), con sede en Córdoba y dependiente del CSIC, añaden una pista mas: “El sector agrario puede haber sido refugio de trabajadores que antes se dedicaban a otros sectores”, como la construcción y la industria, que se sitúan geográficamente en grandes núcleos poblacionales. Además, desde este grupo de investigación argumentan que los resultados referidos a los núcleos rurales pueden tener que ver con las especiales características del Régimen Especial Agrario de la Seguridad Social, en el que el trabajador sigue cotizando y permanece de alta aunque no esté ocupado. Estos trabajadores suman alrededor de 200.000, en torno al 2,5% del total de la afiliación andaluza, según datos de Analistas Económicos de Andalucía.

En definitiva, mientras las grandes ciudades andaluzas se hundían en el desempleo, el mundo rural, con la típica discreción del campo, se mantenía a flote. Como las cotizaciones a la Seguridad Social demuestran, cuanto más rural el municipio, mayores posibilidades no ya de subsistir, sino incluso de prosperar en plena crisis. Toda una lección de sostenibilidad económica.

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