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Arturo Montes, por tierra, mar y aire

Arturo Montes, paralímpico en Río de Janeiro

Lucas Haurie

Esfuerzo, disciplina y sacrificio son palabras que acompañan comúnmente a las biografías de los deportistas. El deporte de élite está marcado por el sublime acto de la negación, la constante renuncia a una miríada de estímulos mundanos con la voluntad de una monja de clausura. Detrás de todo triunfo no hay más que una vida dedicada a la búsqueda de la perfección, una cuestión casi metafísica que se materializa en cada centímetro más, cada segundo menos y cada vatio más fuerte.

Pero, quizá, quienes se acerquen más a ese espíritu místico implícito al deporte de alto nivel sean los paralímpicos, cuyos ejemplos de pelea con uno mismo reúnen los más admirados elogios. Aunque haya casos, como el del regatista sevillano Arturo Montes, que pueden quedarse incluso cortos. Montes representó a Andalucía en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro en el deporte de la vela, aunque, versátil como pocos, le dedica también tiempo a otras disciplinas como el tenis y el pádel adaptados. Fue el mar el que le dio la oportunidad de disputar por primera vez unos Juegos, pero Montes nunca se olvida de la tierra.

Su labor empresarial, interrumpida tras el grave accidente que sufrió en 2011, ha sido renovada ahora hacia una iniciativa en la que combina solidaridad y emprendimiento, una tarea con la que pretende servir de apoyo al deporte adaptado. A través de ella, Montes impulsa jornadas de navegación, en las que anima a las personas discapacitadas, tanto física como intelectual o sensorialmente, a probar la sensación de recorrer el agua sobre embarcaciones y elegir el rumbo mar abierto.

La pasión de Arturo Montes por la vela no es algo reciente, aunque sí se ha visto acrecentada los últimos años. Ya en 1998 fue integrante del equipo 'Estrella Damm', con el que conquistó la Copa del Rey y otras pruebas relevantes del calendario nacional, imponiéndose a barcos de más prestigio y mayor trayectoria como el del mismísimo Rey Juan Carlos I, que patroneaba en aquel entonces el célebre 'Bribón'.

Pero antes de escrutar los océanos, Montes probó también la tierra. Su carrera deportiva la arrancó en el mundo del rugby, concretamente en el Ciencias, donde jugó durante 14 temporadas desde su adolescencia. Entre barros y hierbas, Montes se nutrió del humus natural que infunde el deporte del oval, valores como esfuerzo, compañerismo y sacrificio que sin duda le han servido para superar los obstáculos que se presentan en la vida sin preguntar.

Para Montes fue el momento en que una lancha motora le pasó por encima mientras se bañaba frente a las costas del Algarve portugués, lo que le produjo numerosas heridas, la amputación de una pierna y la hospitalización durante varios meses en un hospital lisboeta, uno de ellos en coma, donde se temió por su completa recuperación. El retorno a la normalidad se produjo gracia a una voluntad casi cartujana y al apoyo de su entorno, aunque algunas cosas serían a partir de entonces muy diferentes. A excepción de dos: el reto de la superación de las barreras y en anhelo de la libertad que sugiere el viento en la cara durante una navegación. Su amigo y entrenador en el Real Club Marítimo y Tenis de Punta Umbría, Nacho Zalvide, ha sido una figura central.

Las prioridades vitales cambiaron tras el accidente. El deporte adaptado se convirtió en una rampa de salida desde la que alcanzar la cúspide de sí mismo, la sublimación de la persona. Montes comenzó a practicar más en serio la vela. Y tras varios años de retiros y entrenamientos, no sólo logró ser el mejor de España en la categoría sino que terminó ganándose el billete olímpico en el circuito internacional. El sueño se materializó en la cita olímpica de Río.

Este proceso de renuncia sobrevenida y posteriormente elegida, esta vida repleta de esfuerzos y sacrificios, ha llamado la atención de deportistas e instituciones, que han reconocido la labor de Montes. La Federación Andaluza de Vela le concedió en primavera la Insignia de Oro y la semana próxima recibirá el galardón al mejor deportista masculino en los XV Premios del Deporte Adaptado de la Provincia de Sevilla.

No se dormirá en los laureles Montes, pues su carrera en vela adaptada no deja de crecer con vigor. Lo primero será defender su título nacional. Y, en el horizonte, la cita olímpica de Tokio de 2020 se atisba como una isla en lontananza. El trabajo y el recogimiento seguirán siendo las armas fundamentales para afrontar el ciclo. La cima volverán a ser los Juegos; el cielo, una medalla.

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