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Adelanto electoral y atrasos

Díaz cree que los andaluces entenderán su decisión, "que no puede demorarse más"

María Iglesias

Susana Díaz sopesa adelantar al 22 de marzo las elecciones andaluzas porque su vicepresidente Valderas, de Izquierda Unida, quiere visitar los campamentos saharahuis. Nada tiene que ver que el PP no sea rival, dividido como está en Andalucía entre el líder impuesto por Génova, Moreno Bonilla y la nostalgia del José Luis Sanz que querían y hoy está inmerso en investigación del Supremo. Nada que sin las medidas que IU pensaba aprobar en el año de legislatura que queda, a la coalición de Maíllo le falten frutos que ofrecer a sus bases para justificar el pacto con el PSOE y, así, evitar el previsible desgaste electoral.

Es indiferente para la presidenta que Podemos se esté apuntando tantos, desde el tándem con Syriza -salvo sorpresa, vencedor en Grecia-, a ahondar la llaga en el PSOE gracias a la cena de Pablo Iglesias e Íñigo Errejón con Bono y Zapatero. Susana Díaz tampoco calcula que, pese a los buenos pronósticos, mítines llenos, simpatizantes en Andalucía que superan a los afiliados socialistas, a Podemos las autonómicas en marzo le llegan demasiado rápido. Si no presentaba candidatura a las municipales por considerarlo precipitado ¡y son en mayo! El horizonte de Podemos parecía ser las generales de noviembre. Ahora se pone a prueba su capacidad de reacción.

Si Susana Díaz ganara en Andalucía, tendría al fin el aval de urnas que le falta -por ser presidenta heredera- para disputar a Pedro Sánchez con todos los triunfos en su mano la Secretaría General. ¿A qué esperar? ¿A ver si el Supremo llama este febrero a declarar por los EREs a Chaves y Griñán?

Esos cálculos no cruzan la cabeza de la presidenta. Si el lunes tarde, cuando desvele la incógnita, resulta que renuncia a un año de Gobierno en el que podría aplicar recetas alternativas a las que la mayoría de derechas, en Europa y España, perpetra será, según palabras suyas -y de cuantos repiten “el Ideario” del partido-: “pensando sólo en Andalucía, en los andaluces. Porque es la hora de los ciudadanos y no de los partidos y el que no se dé cuenta no sabe lo que está pasando y por qué hay tanto cabreo”.

Contra el paradigma del embarazo de política

También es ajena a la elección de la fecha electoral la circunstancia de que la presidenta esté embarazada. Como coincidencia que, desde que se conoce, su agenda rebose actos en escuelas rodeada de escolares que la aclaman y besan.

Respecto al embarazo lamento ser políticamente incorrecta contradiciendo la opinión extendida, incluso entre mujeres como yo feministas, de que es un ejemplo que Díaz dé a luz en plena efervescencia profesional. Dándose a entender que no tendrá baja maternal. ¿La tendrá?

Soy partidaria de la libertad de la mujer para disfrutar o renunciar a su derecho a la baja igual que de que decida cuándo, con quién y en qué circunstancias queda embarazada y cuándo responsablemente, como adulta libre, interrumpe su gestación.

Pero creo que nos equivocamos, la sociedad y las mujeres en particular, al considerar ejemplo que congéneres como se apunta hará Díaz, o lo hizo Carme Chacón siendo ministra de Defensa (PSOE) o la vicepresidenta Sáenz de Santamaría (PP), o, en Francia, la ministra de Justicia Rachida Dati (UMP) alumbren hijos un día y se incorporen a su trabajo enseguida. No me parece una conquista sino una renuncia y grandísima.

Se puede defender que la hagan por un sentido de Estado o responsabilidad. Incluso en eso discrepo porque no comparto la perspectiva presidencialista, de liderazgo unipersonal. Mal vamos -no hay más que mirarnos- cuando seguimos confiando el destino a salvadores. Vítores al Obama que llega, pero enseguida defrauda, clamor a Hollande que cae al infierno en las encuestas hasta que el atentado a Charlie-Hebdo lo relanza. ¿De verdad que Andalucía, España, no resistirían ni cuatro meses sin Susana Díaz?

¿No somos capaces como sociedad de regirnos por equipos? ¿No confiamos en el colectivo, en nosotros? ¿Estos cuarenta años los debemos a Suárez, González, Aznar, Zapatero, Rajoy, ¡Juan Carlos I! En Andalucía a los presidentes de la Junta, todos socialistas?

¿Qué son cuatro meses en la vida? De un país, región, mujer. Si Susana Díaz no desea perder ningún tren, subirse a dos, tres a la vez, sea. La decisión es suya. Sólo faltaba. Pero las mujeres que legítimamente se acogen a su baja maternal de cuatro meses no sirven poco o mal a sus empresas, familias, sociedad. En los países europeos que admiramos por más desarrollados, madres ¡y padres! disponen de más tiempo para esta experiencia incomparable ¡poco “productiva” en términos capitalistas! De ahí que en ese EEUU faro del sistema, en cambio, hasta las profesoras universitarias vuelvan al trabajo ¡tres días después del parto! ¿Ése es el ejemplo, lo feminista, el avance?

No nos volvamos locas con el esquizofrénico mensaje hasta ahora encarnado en actrices, modelos y cantantes: “¡Sed madres para que la especie no acabe! Pero reincorporáos raudas al puesto. ¡Y tan delgadas como antes! Sedlo... pero sin parecerlo”.

Si no hubiera una derecha reaccionaria que hoy como siempre nos quiere en casa con la pata quebrada, costaría menos plantear este asunto al debate riguroso, maduro. Pero merece la pena porque el niño que cumple cinco meses sin que nos demos cuenta, jamás regresa la cuarentena. Hay trenes que se escapan aunque una se crea subida a ellos y lanzada al progreso.

Ojo que sobre progreso en Andalucía somos expertos. Desde el 82 nos guía el mismo eficaz servicio de maquinistas, por eso hace tanto que alcanzamos Utopía.

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