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Andalucía, ¿bomba de relojería?

Fernando Vicente

Sevilla —

Los andaluces que aparecen en la columna de pagos de los “papeles de Bárcenas” tienen algo más en común que su origen geográfico en las provincias de Huelva y Cádiz (Bárcenas y Álvaro de la Cruz de Huelva, Arenas, Aurelio Romero y la cántabra Teófila Martínez, de Cádiz). Todos ellos ocuparon sus primeros puestos de responsabilidad política a principios de los años 80 del pasado siglo. Poco después, cuando Aznar, Rajoy, Rato, Cascos, Gallardón y Arenas compartían ya la planta noble de la madrileña calle Génova, cuando el PP aún se llamaba AP y soñaba con llegar al poder, dos jóvenes andaluces, Luis Bárcenas y Álvaro de la Cruz, se cruzaban con ellos por los pasillos deseando que se dignaran a saludarlos. Desde entonces se conocen. Todos ellos pertenecen por tanto a una misma generación. Probablemente, todos ellos, en una u otra ocasión, se han necesitado y apoyado mutuamente. Probablemente, ninguno de ellos guarda resguardos digitales de esa historia. No son de esa época.

La también andaluza Fátima Báñez, onubense de San Juan del Puerto y ministra de Empleo, salió al paso de la contabilidad manuscrita de Bárcenas el mismo día que la publicó el diario El País descalificándola como “chapucera” en una entrevista en Onda Cero: “La contabilidad de un partido del siglo XXI no va a ser así. Me parecería bastante chapucero y mi partido es un partido serio y responsable”. ¿Quién puede creerse que el Partido Popular iba a funcionar con lápiz y anacrónicos cuadernos de contabilidad en la era del Excel, el Adobe y el Power Point?

Sin embargo, la ministra Báñez, que entró y salió durante años del despacho sevillano de su líder y mentor, el presidente del Partido Popular de Andalucía, Javier Arenas (presidente de honor desde su última derrota electoral), sabe que su partido está muy lejos del siglo XXI, que aún quedan altos responsables anclados en modos y formas de mediados del siglo XX. En la mesa del despacho de Javier Arenas el hueco del ordenador lo ocupaba un ejemplar encuadernado de Pío Moa, que para darle al teclado estaban sus subordinados.

Javier Arenas, incapaz de encontrar el momento de hacerse a un lado, lleva ya más de tres décadas cerrando el paso al pelotón. Colocado a dedo por su antecesor, Juan Ignacio Zoido, el presunto sustituto de Javier Arenas al frente de los destinos del PP andaluz, ha tenido que mantener junto a él a la mayoría de los fieles que cubrían las espaldas del ahora presidente de honor. Sin embargo, es mucho más que un elemento decorativo, ya que a pesar de su reiterada incapacidad de hacerse con el Gobierno regional, no sólo sigue manejando los hilos en Andalucía, sino que sigue manteniendo su poder en la ejecutiva nacional del partido.

¿Por qué se protege a Luis Bárcenas? ¿O a Jesús Sepúlveda? O ya puestos, ¿por qué Javier Arenas mantiene sus puestos orgánicos pese a su aparente renuncia a la base política que lo sostiene, Andalucía? Cuando sepamos lo que de verdad se oculta detrás de los “papeles de Bárcenas”, de sus ingresos y gastos, no cabrán excusas del pasado, no se podrá decir eso de “ya no pertenece al partido”. Andalucía es una bomba de relojería escondida en las entrañas del Partido Popular.

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