'In articulo mortis'

La franquicia andaluza del PP (dicho sea lo de franquicia sin maldad), el partido fundado por Fraga y refundado por Aznar, sigue sin explicarse por qué no ha gobernado nunca en Andalucía desde que la ciudadanía decidió, hace 34 años ya, que no somos más pero tampoco menos que vascos, catalanes o gallegos, que habían accedido a la autonomía por la vía del artículo 151 de la Constitución, mientras que a nosotros el partido gobernante nos reservaba el 143, aunque para el caso bien podría haber escogido el 145, que tiene mejor rima para lo que pretendía, que era articularnos mejor.

Aquel partido gobernante era UCD, que pronto degeneró en el PP tras ser absorbido en parte por Alianza Popular. Ambos intentaron convencernos de que un pueblo atrasado como el nuestro no tenía entidad ni clase suficientes para ser de primera categoría, aunque el tiro les salió por la culata y la izquierda se hizo con el poder, donde sigue atornillada, con sus luces y sus sombras.

Tras aquel insulto primigenio, la derecha andaluza ha querido hacerse perdonar y para ello fichó, entre otros, a un ex militante de UCD, Javier Arenas Bocanegra, cuya imagen más nítida se tomó en una terraza de verano, vaso en mano, con un limpiabotas a sus pies, como si lustrarse los zapatos en público fuera un artículo de primera necesidad. Tras cuatro derrotas en sus propias carnes y dos más por persona interpuesta, el Campeón por fin ganó unas elecciones autonómicas, aunque una malvada coalición de rojos tuvo que recordarle una vez más que Andalucía es de izquierdas y que mejor se iba para Madrid, que allí se gana mejor y más vale que sobre que no que falte.

Para conseguir tan espectaculares resultados nuestro carísimo don Javier tuvo mucha ayuda de variopintas gentes de su partido, unidas por el especial cariño que nos tienen a los andaluces. Por ejemplo, la catalana Monserrat Nebreda, que se mofó del acento de la ministra Magdalena Álvarez. O Esperanza Aguirre, la gran caza talentos (como Granados o Sepúlveda), que soltó aquello de ‘pitas, pitas, pitas.’ O Ana Mato, ex señora de Sepúlveda, para la que los niños andaluces son unos analfabetos, no como sus hijos, que han estudiado en buenos colegios suizos. O Juan José Güemes, otro talento también cazado por Aguirre -y por la Justicia- que nos habló de la Andalucía subsidiada.

Protocolo y estupefacientes

Ahora, aplicando el artículo primero -el jefe siempre tiene razón-, Arenas B. ha designado sucesor en la persona Juan Manuel Moreno Bonilla, ilustre doctor en Protocolo y subordinado de la susodicha Mato. Como primera medida, el nuevo caudillo popular nos ha traído de bolo al presidente de la Xunta de Galicia, Núñez Feijóo, que como artículo de fe y en nuestras propias barbas nos ha dicho que somos un populacho poco democrático que no sabemos votar lo que nos conviene, que como insulto tampoco tiene mucha enjundia viniendo de un individuo que disfruta de sus vacaciones en el yate de otro individuo que ha hecho su fortuna comerciando con artículos estupefacientes.

La verdad es que esperaba que Juanma Moreno hubiese aprendido la lección y dejara de vilipendiar a los que no pensamos como él, que aquí somos mayoría absoluta. Pero mi gozo en un pozo, su primera actuación ha sido en el papel que ha venido desempeñando hasta ahora: el chico de los recados de Arenas, a pesar de que tanto él como su flamante segunda de a bordo, Dolores López, provienen de esa Andalucía humilde que sus conmilitones tienen en tan poca consideración.

Si no rectifican, que parece que va a ser que no, podemos pronosticar que el PP-A solo podrá gobernar a los andaluces dentro de otros 34 años y sólo ‘in articulo mortis’. Y que nosotros lo veamos.