Rajoy Nostradamus

Llegó el apocalipsis anunciado por el profeta Rajoy con el triunfo de los separatistas catalanes (algunos, además, demonios rojos) y no ha pasado gran cosa, como bien pueden apreciar los parados de corta y larga duración y los pocos que tienen que madrugar para ir al tajo, que por mucho fin del mundo que se anuncie, los recibos no se pagan solos. Y también siguen casi igual los ricos en general, que en siete días se han hecho un poco más ricos, que no hay nada como la hecatombe definitiva para hacer dinero, que es lo que tiene el fin de los días, que gastas más.

Pero como no puede haber alegría en la casa del pobre, ya está de nuevo nuestro más dicharachero presidente avanzando el siguiente apocalipsis, que esto de los apocalipsis es como el partido del siglo, que se celebra dos veces o tres cada temporada. Y eso que este año hemos tenido ya otros dos, uno con la victoria de los malvados socialistas en Andalucía y otro con la llegada al poder de las hordas marxistas, que han ocupado las principales alcaldías de este país antes llamado España y ahora también. Todavía estoy esperando que una monstruosa lengua de fuego rebosante de babas y póstulas venenosas hunda en las fosas abisales a la ciudad de Cádiz, regida por un anticapitalista ateo, más anticapitalista que ateo, todo hay que decirlo, que las subvenciones a las cofradías de Semana Santa, ni tocar, no vayamos a liarla sin motivo.

El próximo apocalipsis que nos toca ocurrirá el próximo 13 de diciembre, Dios mediante, en las elecciones generales, en las que si no sale elegido el mismísimo profeta de las desgracias, España se abrirá en canal (se independizará hasta el islote de Perejil); los españoles se volverán impotentes (algunos ya tenemos la tarea adelantada); habrá menos trabajo (si ello fuera posible) por la incesante invasión de refugiados sirios y hasta de refugiados negros y Alemania nos ganará el Mundial de fútbol. O Portugal, que eso sí que sería el acabose.

Tengo que reconocer que esto de anunciar el fin del mundo cada fin de semana también tiene su peligro, como en el cuento de 'Pedro y el lobo', que no te lo crees y al final aparece el bicho y se nos come a todos con papas. Y es lo que nos puede pasar si dejamos que Mariano Nostradamus siga empeñado en que Cataluña sea independiente mientras en lo que quede de España gobierne el PP.

Los cuatro jinetes

Lo peor de todo ello es que Juan Manuel Moreno Bonilla nos ha anunciado también un pequeño cataclismo para Andalucía si su jefe no sale reelegido. Para propiciarlo, nos ha amenazado con visitar en los próximos dos meses todos los pueblos y ciudades para convencernos de que la Bestia se acerca y de que los cuatro jinetes del Apocalipsis (Sánchez, Iglesias, Rivera y Garzón) nos llevarán a la ruina más absoluta, eso sí, con permiso de la banca. Así que si un día están en su berzal y aparece bajo un olivo un ser etéreo con polo Lacoste y náuticos en los pies, no se asusten, que es Bonilla amenazando con las siete plagas.

Y es una pena, que en su mano y en la de otros cachorros populares está poner remedio al apocalipsis zombi en el que se ha convertido su partido tras cuatro estrepitosas derrotas electorales. Que presentar como candidato a un muerto viviente es garantizarse la derrota. Bien podrían el propio Bonilla, el gallego Feijóo o cualquier otro del PP que todavía esté vivo, tomar nota y cambiar al personaje. Aunque también es posible que Rajoy ya les haya mordido y estén en trance de convertirse en pútridos caminantes.

Sin ser profeta, puedo adelantar que no está lejano el día en que en el páramo desierto y brumoso en el que se habrá convertido Génova, 13, Rúe del Percebe, se oiga la tenebrosa y solitaria voz de Jeremías Rajoy balbuceando cansinamente: ¿Y la europea, qué?