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Que Vox parezca razonable

Moreno, presidente de la Junta de Andalucía.

Isabel Pedrote

Ha ocurrido más de una vez, sobre todo desde que las redes sociales se incautaron de nuestros ratos sueltos y creemos estar conectados a la actualidad vía tuit. Todo empieza cuando alguien se toma en serio el titular de una revista de humor. La cadena de reacción se pone en marcha vertiginosamente, y la indignación inflamada o la defensa solidaria engordan una maraña tan ridícula como baldía.

Es cierto que vivimos en la era de las fake news -las tradicionales patrañas de toda la vida-, y que su sofisticación ha puesto a circular productos muy conseguidos, por lo que es fácil hacerse un lío y caer en sus zanjas. Pero también lo es que la realidad, especialmente la política, hace tiempo que le sacó varias zancadas de ventaja a la ficción, y que la incoherencia y el desbarre se han normalizado. De modo que cualquier desatino, por raro que sea, lo juzgamos verosímil.

Surge esta reflexión al leer casi de manera paralela unas píldoras de El Mundo Today y la entrevista que le hizo María Dolores Tortosa al presidente de la Junta para Sur e Ideal el pasado 28-F. Dice el espacio humorístico que en esta campaña Pablo Casado no se esforzará tanto en pedir el voto para él como en intentar que el líder de Vox parezca razonable. Asombrosamente, el chiste cobra cuerpo y se materializa en la sucesión de declaraciones de Juan Manuel Moreno Bonilla.

Consume el jefe del Ejecutivo andaluz buena parte de la charla con la periodista en retratar a sus aliados como un partido cabal. Sus arremetidas a la ley de violencia machista -que apoyó el PP cuando estaba en la oposición- las convierte prácticamente en apelaciones al diálogo y se pone ecuánime entre la formación de extrema derecha y el PSOE, al que, por cierto, atiza con dureza inmisericorde.

Tal es el empeño de Moreno Bonilla en presentar a Vox como proclive al consenso que llega al punto de asegurar que este grupo renuncia a derogar la ley entera, como si eso no fuera una involución ni implicara desandar el camino tan trabajosamente recorrido. Incluso le atribuye una “visión de cómo luchar contra la violencia de género”, lo que, desde luego, es mucho atribuir, ya que la premisa de partida del diputado Francisco Serrano y sus camaradas es sostener precisamente que los ataques machistas no existen.

Vox, “constitucionalista”

Lástima que al presidente de la Junta lo desmienta, además, la tabla de peticiones que presentó Vox para su investidura, en la que la voluntad de revocar la norma es taxativa. Al igual que las cuentas en las redes de sus componentes, quienes se desgañitan a diario para a hacer ver que la ley y la causa que la sustenta es una ignominia a la masculinidad. A menudo, encadenando una antología de sinónimos para subrayar el rechazo y que no quepa duda.

Mención aparte merece el enunciado de Moreno Bonilla que proclama a los de Santiago Abascal como constitucionalistas, así como la llamada a exportar por tierra, mar y aire un pacto autonómico del que abominan públicamente algunos de sus compañeros en sus comunidades autónomas. Si bien, en esta última cuestión cabe una mirada condescendiente, pues no le queda otra que reivindicar ardorosamente el pilar triple sobre el que se levanta la estructura de su Consejo de Gobierno, que no es plan de abundar en más contradicciones.

Durante la gestación del acuerdo que culminó con el Ejecutivo de coalición, PP y Ciudadanos cayeron en la comicidad al dedicarse con ahínco a ocultar que para llegar a San Telmo necesitaban los votos de Vox, con quien debían negociar obligatoriamente. Se dieron profusamente a los juegos de palabras, los acertijos, las fotos detrás de las cortinas: una hilera de negaciones inútiles y surrealistas en el más genuino estilo de Gila. “Alguien ha pactado con alguien”.

El objetivo de aquella representación, en la que se quería disfrazar lo que en realidad era una alianza consciente a tres, se asemejaba mucho al final del viejo chascarrillo: que el apoyo de Vox parezca un accidente. Ahora, con el afán de extender una pátina de sensatez a la naturaleza ultramontana del partido de extrema derecha, la humorada de El Mundo Today se ha hecho carne: que Vox parezca razonable. Como para no confundirse y dejar de creerse disparates.

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