El arte de la resurrección

Moreno Bonilla ha salido de hombre de trono en La Exaltación de Málaga. La campaña electoral ha empezado en Andalucía y qué mejor que la Semana Santa. En ese trance sacro solitario de pasión, Moreno ha decidido la fecha de las elecciones, sin su Juan Marín, que nos había prometido urbi et orbi que entre los dos llevarían esa cruz. Él, de cirineo, claro. 

Así estamos, entre tronos, pasos y balcones. Moreno Bonilla quiere ser Antonio Banderas pero no puede y Juan Espadas, Er Beni de Cadi. Nadie ha reinado en un balcón como Er Beni. Bien es cierto que ninguno de los dos artistas ha querido ser presidente y les honra. Hay mosqueo con er CanáSú en la grey socialista por no sacar al candidato Espadas en el balcón saetero. Ahí está el debate, entre parihuelas y balcones, Morenos y Espadas.

El turismo resucita, la Semana Santa, las procesiones, las ferias, las romerías; es decir, como siempre. Lo dice Moreno Bonilla en un arranque de pietismo populista, se lo quita de la boca a Espadas

Populismo santo y exhibicionismo, como sus antecesores, desde los virreyes. Moreno y Espadas están ahí, nada cambia, lejos del recogimiento de creyentes, librepensadores y ateos en la hermandad de su pueblo o barrio. Han estado arrebataos, desataos, de gira. El objetivo era no perderse una bulla, unos vivas y para ello ponerse bajo el palio de un pueblo en  plena efervescencia colectiva, que decía Emile Durkheim; y entre las burbujas de esa efervescencia aspirina lanzan sus discursos y milongas como pompitas, breves, efímeras y hasta el año que viene. Otra vez resucitados.

El turismo resucita, la Semana Santa, las procesiones, las ferias, las romerías; es decir, como siempre. Lo dice Moreno Bonilla en un arranque de pietismo populista, se lo quita de la boca a Espadas. Dos iguales para hoy. Eso sí, una resurrección recalentada, la de todos los años, en el microondas de la mediocridad de la falta de imaginación. Morimos de dolor y llega la gloria de la resurrección para morir otra vez, al ratito, a manos de la precariedad y el abuso. Para qué cambiar el modelo si los que lo tienen que hacer o sufrir no están convencidos ni decididos y, además, lo disfrutan. Más tradición, más maera. 

Mientras los fariseos matan al profeta todos los años y se visten de oscuro y de mantillas, nada mejor que resucitar de algo, sin más requisito que estar muerto. Un arte solo al alcance de pocos

La tradición se hace moderna, ahora con la privatización o más bien con el auge del negocio que hurta al pueblo sus tradiciones; este año se ha visto con más claridad pero no es nada nuevo. Semana Santa para ricos, otra de lejos para el pueblo, prohibidas las sillitas de los chinos porque ofenden la estética de los puros recién llegaitos de Jerusalén, donde no había chinos pero tampoco carrera oficial; de manera ilícita, el espacio público está colonizado por el dinero al servicio de unas bendecidas tradiciones. Y el NoDo, mucho NoDo. Qué pensaría Jesús al ver sillas y palquitos mientras subía al Gólgota condenado a una muerte irremisible por ser disidente. La historia de Brian. Quizá se parara, dejara la cruz (porque podía como Divino Redentor) e increpara a tanto hipócrita de misa, banderita y americana culera o falda apretá. Querido Jesús ¿te acuerdas cuando decías que tus apóstoles olían a pescado? Pues ahora tus seguidores van enchaquetados de oscuro y los niños van de pichurrinos.

Este año han faltado hombres de trono y costaleros. Qué lejos aquellos tiempos en los que los cargadores del muelle querían ser honestos costaleros con una retribución acorde a su esfuerzo y, más lejos, aquellos otros tiempos en los que te pagaban por salir de nazareno.

Mientras los fariseos matan al profeta todos los años y se visten de oscuro y de mantillas, nada mejor que resucitar de algo, sin más requisito que estar muerto. Un arte solo al alcance de pocos. Como el Cristo de Elqui, retratado por Hernán Rivera Letelier. El hombre, después de creerse iluminado y visionario, solo acertó a resucitar a la gallina Sinforosa.