El auto dictado

En un auto dictado por la juez Alaya, la Justicia -por fin- se ha decidido a señalar a dos ex presidentes de la Junta y a cinco ex consejeros en el caso de los ERE fraudulentos, tras las reiteradas insinuaciones hechas al respecto por la Brunete mediática y por el propio PP, y perdonen la redundancia. Tal es así, que muchos demonios socialistas, e incluso algún jurista de la cáscara amarga, han llegado a afirmar que efectivamente, es un auto dictado. Dictado también por las circunstancias, ya que el mismo día que se conocía la providencia (divina), tenía lugar la toma de posesión de la nueva jefa andaluza, Susana Díaz, y de su nuevo Gobierno de rojos masones, a los que se les atragantó el trámite. Otra casualidad.

Como también es casualidad que el clarificador auto lo diera a conocer a las partes la propia maquinaria administrativa del PP andaluz, de la que puedo decir, sin riesgo a equivocarme, que es mucho más eficiente que su homónima del PP nacional, donde se pierden las agendas y los ordenadores, e incluso han extraviado a Javier Arenas Bocanegra.

Aunque esto de que se lo comunicaron a las partes es un decir, ya que Chaves, Griñán y los otros cinco interesados no pueden darse por enterados, por la sencilla razón de que están imputados, pero sólo la puntita, y para ser parte del proceso hay que estar imputado, pero hasta la cruz. Y hay que ser muy torpe, incluso más que Montoro, para aceptar la sugerencia de la jueza y presentarse voluntariamente en su juzgado, renunciando a que actúe un tribunal superior, al que tienen derecho ya que todos son aforados. No aforrados, como es el caso de la cúpula nacional del PP.

Como ven, una situación confusa, aunque tiene sus ventajas para la jueza, a la que le gusta salir en los papeles más que a un tonto una tiza; para las propias hojas parroquiales, que pueden seguir combatiendo al Frente Popular de socialistas y comunistas (como les gusta llamarlo), y para el PP, que vuelve a insistir en que son necesarias elecciones anticipadas, aunque no tenga candidato para enfrentar a nuestra flamante presidenta, ni visos de que algún pobre incauto vaya a presentarse para el puesto de chivo expiatorio.

Pero como Dios aprieta, pero no ahoga (excepto quizá a Ana Botella), el PP podría salir del atolladero siguiendo su acreditada costumbre de tener un problema para cada solución y ofrecer el puesto vacante a Mercedes Alaya, que así encontraría su lugar en El Mundo, que lo de impartir justicia en un juzgado de andar por casa se le ha quedado pequeño. Además, se lo ha currado mucho. Por si hubiera dudas legales, tenemos el precedente de su colega y amigo Juan Ignacio Zoido, que colgó la toga para ser presidente andaluz, aunque se quedó en jefe de la oposición, amo del PP de Andalucía y alcalde de Sevilla, que tampoco es moco de pavo, si contamos los sobresueldos.

Para completar la jugada sólo faltaría que el ecuánime ministro de Gracia y Justicia interpretara un poco la ley para que los puestos fueran compatibles, como ha hecho en el caso de Pérez de los Cobos en el Constitucional. Así, en el hipotético y estrafalario caso de que la jueza Alaya fuera elegida presidenta, si algún socialista se le subiera a las barbas siempre lo podría encarcelar por desacato. Miel sobre hojuelas. Si el niño Gallardón no estuviera por la tarea, lo único que podría pasar es que doña Mercedes tuviera que renunciar a su juzgado, como ha hecho Zoido. Perdería Andalucía, pero ganaría la Justicia.