España, ¿con los argelinos o con su gas?

El mismo día de las elecciones en Reino Unido, con máxima atención mediática, las elecciones en Argelia pasaban inadvertidas pese al papel que en ellas está jugando España y nuestra dependencia energética. El 50% del gas que los españoles usamos es comprado a Argelia. Y empresas españolas como Repsol y Cepsa tienen enormes inversiones allí.

Desde abril de 2019 Argelia afronta una etapa decisiva. La protesta social hizo dimitir a Abdelaziz Buteflika, presidente veinte años. Los seis últimos, tras dos ictus, bajo la sospecha de no ser más que hombre de paja de un régimen donde Gaid Salah, Jefe de Estado Mayor, era el hombre fuerte. Ya sin Buteflika, los argelinos se han manifestado 42 viernes. Hombres y mujeres en un Hirak que en árabe significa reivindicación por la justicia, dignidad y democracia. Un Hirak no exclusivo de Argelia, que enarbolaron marroquíes del norte, rifeños, tras el asesinato por la policía de un pescadero triturado en un camión de basura y que ha sido reprimido con la prisión para centenares de personas, como Nasser Zefzafi.

Las ansias de democracia argelinas han topado con unas elecciones en que los cinco candidatos eran del régimen de Buteflika y Gaid Salah que la gente llama El poder y La mafia. Por eso, porque ven estas elecciones un fraude, sólo ha votado el 39,83%. La gente clamaba en las calles por la abstención y en los colegios electorales apenas había votantes. ¿Resultado? Ganó el ex primer ministro de Buteflika en su último mandato, Abdelmajid Tebboune, de 75 años. El Hirak seguirá.

¿Apostar por dictaduras?

Los españoles podemos autoengañarnos creyendo que lo que pase en Argelia no tiene que ver con nosotros, nos pilla lejos, no nos interesa. Pero, de un lado, los magrebíes (marroquíes, argelinos y mauritanos) son el 35% de los llegados al año en patera, en esa migración que se estigmatiza y rechaza (aunque los migrantes por mar o valla son sólo el 8% porque el 92% de los 643.000 migrantes de 2018 vinieron en avión, sobre todo de Venezuela). En segundo lugar, está nuestra dependencia del gas. Y en tercero, que nuestro Gobierno está jugando un papel antidemocrático frente a los argelinos.

Fuentes diplomáticas comunitarias cuentan que, en la primera reunión de ministros de Asuntos Exteriores con Josep Borrel como Alto Representante para Política Exterior de la UE, “España ha sido uno de los más beligerantes para frenar a Bruselas” en mandar observadores a las elecciones. Pese a las alertas del International Crisis Group y el reciente precedente de Bolivia, donde los observadores de la OEA deslegitimaron al presidente Evo Morales y precipitaron su expatriación. Pero, además, España es el único país de la UE que ha reconocido públicamente los comicios argelinos.

¿Estamos los españoles de acuerdo con apostar por dictaduras en vez de democracias en la orilla sur mediterránea?

25 años de la Declaración Euromediterránea de Barcelona

Esta no es la primera vez que Europa, autoproclamado faro democrático, roba el derecho al sufragio a los argelinos. En 1992, Francia decidió que en las primeras elecciones libres desde que Argelia se independizó, en 1962, no podía ganar el Frente Islámico de Salvación (FIS). Como si en Europa no gobernaran demócrata-cristianos. La anulación de los comicios dio origen a diez años de guerra civil hasta 2002 y luego Buteflika colmó los intereses franceses hasta este abril de 2019.

El abogado Kouceila Zerguine, que representa a las familias de migrantes desaparecidos en el Mediterráneo, denunció este julio en la Caravana Abriendo Fronteras por Ceuta que “los Estados que imponen vallas son quienes, con políticas neocolonialistas, explotan nuestros países al servicio de sus grandes empresas”.

Como recuerda con un programa de actos la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo, este 2020 se cumplen 25 años de la Conferencia Euromediterránea de Barcelona donde los miembros UE y once países de la ribera sur firmaron una Declaración con acuerdos políticos, financieros y socio-culturales para avanzar en el progreso y democratización de la cuenca. Aquel 1995, no obstante, entró también en vigor el acuerdo Schengen que, mientras permitía la libre circulación de europeos, cerraba el perímetro a extracomunitarios iniciando la necropolítica de vallas y naufragios que torna el Mediterráneo en fosa.

¿Imaginamos qué habría pasado de haber aplicado la Declaración de Barcelona? ¿Qué si Europa hubiera apoyado las primaveras árabes en Túnez, Egipto, Libia, Siria, Yemen… 16 años después?

¿Imaginamos qué pasará en 15 años si españoles y europeos seguimos frustrando que la orilla sur logre democracia y soberanía sobre sus recursos?

Frente al miedo que nos encierra en una jaula donde la ultraderecha crece y ya amenaza, los españoles estamos en el lugar ideal para liderar en Europa el cambio de rumbo que nos lleve a todos a puerto seguro.