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La manzana envenenada del “poderío” ofrecido a Díaz por Rubalcaba

Díaz señala que Andalucía está demostrando que hay otra manera de hacer las cosas

María Iglesias

Habla Rubalcaba en la clausura del Congreso del PSOE de Andalucía que consagra a Susana Díaz como todopoderosa emperadora del partido a nivel regional y esperanza blanca estatal y declara que, tras buscar el adjetivo que más le cuadra a ella, le viene a la cabeza uno que los andaluces entenderemos: “Poderío”.

Y tanto que lo entendemos. A ver si el que no lo entiende es él. O lo entiende demasiado bien.

El poderío, señor Rubalcaba no es virtud. Ni teologal ni política. Es un rasgo del carácter que conviene apaciguar. El poderío es -lo escribe una treintañera andaluza que nunca anduvo escasa de él- un “pronto”, una tendencia a confiar más de la cuenta en los propias ideas y a imponerlas.

Frente al poderío, en un mandatario político, debe primar el temple, la seriedad, el estudio de los asuntos, la inteligencia de consultar a profesionales, técnicos, consejeros, el saber crear un clima de confianza para que hablen, expongan sus puntos de vista, incluso contradigan, la capacidad de reconsiderar a la luz del criterio experto el impulso inicial, de sopesar pros y contras y al final asumir la responsabilidad de decidir y liderar la aplicación de lo decidido.

Atribuirnos a los andaluces una especial relación con el poderío no es piropearnos. Absurdo sería enorgullecernos de eso, como de ser en general morenos, bulliciosos o vivir en una tierra soleada. Los rasgos, físicos y de carácter innatos, como los climáticos u orográficos, son algo que nos ha venido dado, por Dios o la arbitrariedad, señor Rubalcaba. Por no dinamitar todos sus prejuicios, declarándole que aquí también hay gente de piel blanca y apocada. Y pueden ser tan valiosos profesionalmente como los morenos de rompe y rasga.

Hace no décadas, sino siglos que además de las virtudes que sobre nosotros vertió el hado, los andaluces ¡y andaluzas! adquirimos aptitudes con esfuerzo, trabajo, estudio, riguroso empeño. ¡Que sin que usted lo haya advertido, caballero, nos hemos hecho más complejos! Y ahora ya no sólo tenemos un hablar gracioso y un donaire en el andar que no se pué aguantá. Ya está bueno, lo bueno con el “qué poderío, qué poderío, tiene que tiene, tiene la Feria, tiene el Rocío”.

Resulta que somos ingenieras (¡industriales, de caminos, aeronáuticas!), médicas, abogadas, administrativas, bibliotecarias, informáticas, fisioterapeutas, arquitectas, periodistas, escultoras, cantantes, realizadoras de cine, ¡políticas! etcétera, etcétera, etcétera... y en ninguno de esos campos nos limitamos a ejercer a golpe de poderío. Porque ya lo decía un anuncio de neumáticos hace años -voz en off sobre la estampa de un Carl Lewis trotón- “la potencia sin control, no es nada”. A cualquiera de carácter, un mal día, se le desmanda el genio, cual caballo desbocado, ¡pero esa no es la virtud, sino el defecto! El poderío, caso de tenerlo, hay que controlarlo, aquietarlo, adelgazarlo. E impedir que anule las verdaderas virtudes del ejercicio profesional, y el buen gobierno -si el empleo por el que uno se gana el sueldo es el de gestionar lo público.

¡Poderío tenía la difunta Lola Flores, más faraona que Cleopatra, y defraudaba a Hacienda, señor Rubalcaba!

Acaso, como he escrito al principio, usted ya sabe todo esto y por eso precisamente ha dicho lo que ha dicho. De Carmen Chacón -rival suya en las pasadas primarias y quizá en las futuras ha declarado “lista, es quizá demasiado decir, tenaz” y ahora a Susana Díaz, con lo del poderío, le regala una manzana envenenada.

La de recordar, sin mencionarlo expresamente que quien es presidenta de la Junta de Andalucía sin haber sido votada por el electorado -ya que la lista era encabezada por Griñán, que ha actuado con ella como Aznar con Mariano, o Gallardón con Botella o Espe con Nacho el del blanco penacho- es conocida como “la alpinista de Triana” por lo mucho que ha escalado. A golpe de piolet, cabe entender.

Dejando por el camino mentores jubilados (Monteseirín, Viera, Griñán). Y de manera tal, que en dos años ha pasado de figurar en la prensa con un párrafo como éste: “Encontrar a alguien que hable bien de ella es difícil. Más temida que querida, Díaz, arrastra una fama de mujer dura, de interpretar siempre el papel de mala de la película desde sus tiempos como responsable de Organización de las Juventudes Socialistas”. A copar los titulares con el exitazo del respaldo del 98,6% de los delegados.

¿A eso se refiere con lo de “poderío”, Sr. Rubalcaba? En Andalucía, España y la Humanidad a eso se le llama ser hábil con los oscuros tejemanejes y conspiraciones de pasillo en el partido y, tras ganar, disfrutar viéndose investido de la erótica del poder.

Yo, como pese a mis recelos y discrepancias con el modo de actuar de la presidenta del PSOE-A y de la Junta de Andalucía, Sra. Susana Díaz, la respeto más que usted y la considero lista, no albergo ninguna duda de que mientras la masa aplaudía complacida en Granada, ella no se sintió alabada por su palabra. Se supo insultada.

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