Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar
No están locos
Cada día, cuando se comentan las noticias con sus contradicciones, dureza e inhumanidad, se escuchan comentarios o exclamaciones como “el tío estaba loco”, “el Trump está pirao”, “la mató porque perdió la cabeza...”
No están locos. Ellos lo saben. Pero buscan parecerlo y hacértelo creer porque, cada vez que expresamos esa opinión sirve como atenuante, impunidad y normalización, para alejar su comportamiento de la crítica y la reflexión.
Me contaba Rosa María Calaf que cuando estudió Derecho aprendió una pregunta que aplicaba a cada una de sus informaciones: “¿A quién beneficia?”. Si tiramos del hilo, en la mayoría de los casos, obtenemos la respuesta de quién está detrás que cada atrocidad.
Sus actos no son producto del azar, ni por accidente, ni efectos colaterales, ni medidas extraordinarias por urgente necesidad, ni porque las circunstancias lo impongan. Todo son actos premeditados, calculados y cargados de intención.
No está loco quien fomenta y participa en la extrema derecha, porque su convicción y su concepto del mundo es excluyente, desigual, discriminatorio y xenófobo. Absolutamente convencidos de que la sangre y la nación van por encima de principios y derechos universales, porque justo su universo se reduce al entorno más pequeño y “puro” posible.
No está loco el maltratador sino que humilla, impone, amenaza, cosifica, acosa, grita, culpabiliza, somete, pega o asesina porque siente que es superior a la mujer, porque se siente el jefe, el que manda. Y nunca va a consentir que ella le reste cuota de poder o cuestione lo que le imponga.
No está loco el que no repara en las personas excluidas, el que crea empleo temporal y mal pagado, el que deja a desempleados sin ayudas, el que fomenta que los jóvenes vivan en precario, el que firma el desahucio, el que recorta la partida de Sanidad, Investigación, Cultura o Educación. No están locos porque saben que esos recortes benefician la privatización. Y la privatización supone repartirse el pastel e irse con los bolsillos llenos. No están locos porque, casualmente, jamás recortan sus privilegios y se camuflan entre obras de caridad para limpiar su imagen y sus “locuras”.
No está loco el que crea guerras y sostiene grupos terroristas, porque detrás hay un negocio de millones de dólares que cotiza en bolsa, donde los que mandan desde sus cómodas mesas aplauden mientras mueren los civiles.
No está loco el que tolera y consiente cerrar fronteras o levantar muros y vallas repletas de espinos y cuchillas; para atrapar como en una ratonera a migrantes y refugiados, casi muertos de hambre y miedo. Tampoco lo está el que hace negocio del drama, como las mafias. O empresas como Ikea, que recibe premios y dinero por las “casas” de chapa que instala en los campos de refugiados.
No está loco el que consiente la trata, el que paga la prostitución, el que fuerza a niñas y niños por tal de que quede saciado su apetito sexual, tratando a sus víctimas como objetos y muñecas hinchables de las que abusar a su antojo, sin escrúpulos ni dilemas morales.
No están locos ninguno de ellos, como tampoco lo está el que altera la alimentación para hacerla más rentable; el que cobra la heroína aunque un joven acabe enganchado o muerto en el suelo; el que no pone medidas para que cese la contaminación; el que hace negocio de la enfermedad aunque se pida ayuda a gritos; el que instala en Marruecos o Bangladesh su oficina para reducir sus costes; el que masacra comunidades locales para que su empresa realice plantaciones más rentables; el que viola a mujeres como trofeos de guerra; el que explota a niños en el Congo para extraer minerales para los móviles… Y tampoco está loco el que mercadea con tu mente y tus principios, porque busca que seas su cómplice.
¿A quién benefician cada una de estas acciones? ¿A quién beneficia la desigualdad, la pobreza, la exclusión o la corrupción?
Sin duda, a ellos mismos.
Siempre hay detrás una ideología, un interés supremo, las ansias por el poder, un olor a dinero que lo pudre todo. Aunque para ello te abandonen a tu suerte, te sometan y conviertan en esclavo de los tiempos modernos. Porque el fascismo, el machismo, el racismo o el capitalismo son ideologías que justifican sus actos.
¿No ves que esos tipos “locos” nunca son los que mueren, ni están sometidos, ni los desahucian, ni huyen de sus países, ni son violados, ni asesinados, ni hacen nada que vaya en su contra?
No están locos. Solo que, a ratos, querrán que los veas así para ser impunes de sus atrocidades. Para que normalices su discurso. Hasta que, mientras te den tu ración diaria, te lo tragues y les respaldes, convertido en uno de ellos.
Lo único que buscan es salvarse.
A costa de cualquier precio.
A costa, incluso, de la vida.
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