La procesión va por dentro

Vienen al pelo estos días señaladitos en rojo pasión. El calvario impuesto por los mercaderes del maldito parné y sus lacayos, lo peorcito de cada casa, invita a abrazar la religión del santo sarcasmo, con todos los respetos y sin ánimo de caer en desgracia. Todo el año envuelto en sacrificios, despojos, angustias, dolores de cospedal, nuestra señora del perpetuo recorte, y vía crucis hasta la muerte eterna del “leuro”, y ahora llega lo bueno. El silencio.

Tantos años pidiendo agua a las imágenes y hoy miramos al cielo en pos de misericordia turística. Porca miseria.

Como dicen las víctimas de las preferentes, lo que se da no se quita.

Descreídos de tanta zafiedad, los fieles de las diversas religiones de hoy en día se conjuran a modo de jápenin desesperado. La procesión va por dentro, qué diantres, y los señores de Andalucía y resto del mundo compran correligionarios, despejan balones a córner y pregonan más fatiguitas.

Hierve la sangre, la primavera es un testaperro de los vivaldis de turno. El día que los autónomos monten el cristo, saldrán las cuentas. Hasta entonces, insumisión sentimental.

Entre el bien y el mal, las personas y los mercados, media un abismo, un trasplante de honestidad, qué se yo, Mato nos coge ya vacunados de espanto y el papa criollo, ¡un argentino sencillo!, confesados y vestidos de limpio. Es decir, vituperados por el realismo mágico imperante. Por imperativo ilegal, hay que tener fe pa no cortarse las venas o hacerse colega del enemigo en casa o alistarse en el club de fans de Mercedes Alaya o fingir lo que uno no es, un demonio o un santo, en los trasmallos sociales.

Derrota, culpa y penitencia en la semana fantástica de la tragicomedia andaluza. Dudas, furia y ruido a tutiplén. Nada que perder, salvo la esperanza, la dignidad, el juicio oral y el bonobús.

Llamada perdida a Jesús el revolucionario. Poncio Pilates se niega a declarar -no, espérate- y la iglesia chipriota pone sus bienes a disposición del pueblo, igual que aquí, la Piel de Toro, paraíso fiscal de las preguntas sin respuesta, santo entierro del estado del bienestar, fiesta paganini, día de asuntos propios, restos de confetti.

El nazareno del Inem, hablando en plata, se siente cautivo, rescatado, a pique de un repique, en la tierra donde molan más los males interesantes que el alegre todo vale. Cuando llueve sobre mojado, a las ciudades se les ven los colores, los socavones disimulados a escupitajos.

Embargados por la emoción, los espectadores asisten atónitos al show de los desahuciados, la tele emite en directo desde las cámaras de seguridad de los establecimientos punteros del negocio chungaleta y los índices de popularidad cantan por sí mismos. Por una vez, esta semana tornamos la estafa de la rueda de la fortuna por los pasos de misterio. Secretos a voces del robo a banco armado, sospechas fundadas de la financiación ilegal de las cofradías del puño, ole la buena muerte de la austeridad, corren días sobrecogedores, tardes de recogimiento de sobres, noches de fervor por la mangancia. El ocio y el negocio del pueblo, el fútbol y la inseguridad social, Cristiano, el Messías, ¡dos argentinos sencillos!, y el acabóse. ¿A qué hora se recoge Bárcenas? No es el fin del mundo; es un ERE …