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La quinta del chupetón

El líder del PP, Alberto Nuñez Feijóo, tras presentar al nuevo portavoz Borja Sémper.

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Terciaba el ministro Félix Bolaños en la disputa institucional del Gobierno central con el de Castilla y León a causa del protocolo non nato sobre el aborto para decir que había un pacto oculto entre derecha y extrema derecha sobre el asunto. 

No creo que haya nada oculto, en todo caso hay una estrategia de ocultación, de trampantojo de moderación: la derecha del PP y la extrema derecha de Vox -y la interna propia popular- comparten a las claras una misma idea sobre el aborto y sobre los derechos que sean de la mujer. 

Desde hace 37 años en que el aborto se despenalizara y hasta ahora, con distintas estrategias, esta generación o quinta del PP y su escisión ultraderechista han compartido su animadversión cristera por la despenalización; otra cosa es que el sector más ultraderechista lo explicite y los “moderados”, electoralmente hablando, solo eso, lo oculten a la espera de mejores tiempos sociales. En ese empeño caminan, naturalmente, de la mano y entre las sotanas del clero más integrista de la Iglesia católica y otras religiones con arraigo.

El testigo más relevante y actual, a manera de valla publicitaria, es el recurso sostenido ante el Tribunal Constitucional, aún pendiente de conocerse. Recién se ha conocido que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha dejado sin recorrido a una parte de extremistas populares y voxeros que se quejaron por la tardanza del alto tribunal en decidir. Tardanza que, con la mayoría conservadora, no lleva sino a la sospecha de que el resultado no les sería muy favorable, pero en todo caso muestra también, conocidos los ponentes sucesivos, la estrategia de camuflaje del PP ante una cuestión que desde un planteamiento civil y democrático apenas tiene vuelta atrás en la sociedad española.

M.Rajoy, conocedor de los vientos sociales, desoyó a su sector más radical, entonces todo dentro de las filas del PP

Por cierto, y en el terreno de la moderación. Dicen en los mentideros interesados de la corte que la nueva moderación- v.g. Borja Sémper- anuncia una vuelta del sorayismo. Sin profundizar, solo conviene recordar que la segunda firma que figura en el recurso en el Constitucional corresponde a la mano de Soraya Sáenz de Santamaría, entonces vicepresidenta del Gobierno de M.Rajoy, que fue el primero.

El primero que firmó y el mismo que acabó con el ministro Ruiz Gallardón por el mismo tema. El político y, a veces, humorista gallego le había encargado al ministro Gallardón, de cuya radicalidad sabemos por su padre, una reforma de la reforma de la ley, naturalmente de inspiración cristera. Pero M.Rajoy, conocedor de los vientos sociales, desoyó a su sector más radical, entonces todo dentro de las filas del PP, y a la curia hispana y mandó frenar en una maniobra semejante a la actuada por Núñez Feijóo en el caso castellano y leonés. Miedo.

El caso del gobierno extremoderechista de Castilla y León es de ocultación, una estrategia muy religiosa. Las posiciones del uno y el otro son semejantes. No hay separación, así coincidieron en el acuerdo de Gobierno y luego lo manifestaron en una nota del Gabinete de Comunicación en la fecha de 12 de enero. Lo demás es el sainete de la primacía del radicalismo de las derechas, la cobardía de Feijóo que mientras dice, y sus medios lo apoyan, que está atrayendo al votante socialista, cede aunque se disfraza menesteroso del apoyo de la extrema derecha cuando sea necesario.

Ambos se disculparon por sus formas, pero son muestra de un sentimiento compartido entre la extrema derecha y la derecha cristera del PP. Nada oculto, a las claras. Uno y otro, del núcleo dirigente de otro moderado: Moreno Bonilla.

Pero no hay ni ha habido diferencias. Lo que ha criticado el moderado Feijóo no ha sido el fondo del asunto -retiren el recurso ante el TC si no- sino la incontinencia verbal y gestual del vicepresidente Juan García-Gallardo, a la vez que se guarda de la chulería y amenazas, solo se quedan en eso, de la extrema derecha.

“El consejero aludió también al Sonicaid, que permite a la mujer escuchar los latidos del feto”. “Lo fácil es llegar…, y el chupetón”. “Lo que se quiere evitar en Castilla y León son asesinatos”. Lo último es del portavoz popular en la Diputación de Huelva, Juan Carlos Duarte; lo anterior, del entonces consejero de Sanidad de la Junta de Andalucía, Jesús Aguirre, hoy presidente del Parlamento de Andalucía. En su honor, ambos se disculparon por sus formas, pero son muestra de un sentimiento compartido entre la extrema derecha y la derecha cristera del PP. Nada oculto, a las claras. Uno y otro, del núcleo dirigente de otro moderado: Moreno Bonilla.

La moderación que exhibe Núñez Feijóo, amplificada que diría Aristóteles, es un camuflaje, un plumaje, para esconder la radicalidad del nuevo pero muy viejo PP. Pero en su antigüedad se enfrenta a una sociedad española distinta, que se defiende en la consolidación de sus derechos, más cuando esos derechos son conquistas de la mujer. Demasiadas e importantes, se dicen los taimados más sagaces del PP, como para decir lo que piensan- solo Díaz Ayuso se desgañita- y lo que harán si llegan a gobernar junto a la extrema derecha y tienen en las Cortes la mayoría suficiente. Un retroceso histórico.

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