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Díaz esquiva la posible fatiga electoral fijando los primeros comicios del año

Susana Díaz anuncia oficialmente la convocatoria de elecciones el 22 de marzo

Olga Granado

Con un año por delante en el que ya había cuatro llamadas a las urnas a la vista -municipales, catalanas y generales- la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, ha colocado sus autonómicas en marzo. Por delante de todas. “Sólo se le han adelantado los griegos”, comentan entre bromas los suyos. Será la primera en nuestro país en enfrentarse a lo que puede suponer el efecto Podemos tras su irrupción en las europeas y, encima, según comentan los expertos, se evita las consecuencias de lo que muchos definen como la fatiga electoral de la ciudadanía, que podría llevar a un descenso de la participación históricamente perjudicial para el PSOE, pero sobre lo que tampoco hay consenso.

De hecho, Francesc Pallarés, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Pompeu Fabra, sostiene que “no hay base ni a nivel español ni comparado” para afirmar que la convocatoria de diversas elecciones en un corto espacio de tiempo “se traduzca por sí misma en progresivos descensos de la participación” a medida que se celebran debido a un cansancio de los electores. “El elemento fundamental para la participación es la percepción de la elección, de lo que está en juego. Si existe elevada competitividad o hay expectativa de cambio, estos factores mantienen buenos niveles de participación”, subraya.

 

De todas maneras, opina que el contexto de “percepción negativa de la política y campañas orientadas a la destrucción del adversario, más que a la presentación de alternativas propias, pueden influir en la percepción de la elección y tener efectos depresivos de la participación”. Entiende con ello que si triunfa el “todos son iguales” se diluye la expectativa de cambio y baja la participación. Es decir, se desincentiva “fundamentalmente el potencial voto de cambio”.

 

Igualmente, apunta que el orden en el que se celebran es importante. “Lo que está en juego en las municipales tiene un componente local muy importante, y en las autonómicas el componente autonómico también, aunque el marco de referencia principal para el comportamiento electoral en España es el nivel central/estatal. Si las municipales o autonómicas fueran las últimas y por tanto sin posibilidad de que sus resultados se proyectaran hacia el nivel central/general en un tiempo inmediato, podría manifestarse mayor desmovilización”, expone. Especialmente en aquellos municipios y comunidades autónomas “en los que la elección fuera más de continuidad que de cambio”. En nuestro caso no es así, “dado que existen expectativas de cambio en el nivel central/estatal y que las generales son las últimas en celebrarse, la tensión electoral se va a mantener hasta entonces”.

 

Por su parte, el director del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA), Joan Font, aclara que para los primeros años de la democracia sí hay algún estudio que demuestra que muchas elecciones muy cercanas en el tiempo contribuyeron a reducir la participación. “¿Se repetiría este fenómeno de principios de los años 80, hoy? Es imposible saberlo”, reconoce. Cree que a corto plazo ha habido pocas oportunidades de votar en los últimos años (sólo las europeas de 2014) “y la ciudadanía seguramente quiere expresarse, pero por otro lado y sabemos que en otros países, cuando hay muchas oportunidades de votar, la gente elige y no las utiliza todas”.

Cómo combatirla

Mientras, la doctora en Sociología Isabel García, remarca que hasta ahora, la participación en las elecciones ha sido más o menos elevada en función de la competencia entre partidos y de la percepción que tenían los electores de los asuntos en juego. “Pero siempre en el marco de cierta dinámica electoral: campaña/elecciones. Por tanto, parece lógico pensar que el hecho de que tantas campañas coincidan en el tiempo puede provocar un efecto saturación en el electorado respecto al mensaje”, sugiere. 

En realidad, más que fatiga electoral, puntualiza que el fenómeno que creo que se produce es la saturación del discurso político, subraya. “No se produce, en mi opinión, tanto por el hecho de votar varias veces, como por el de estar sometidos de manera continuada a los eslóganes y mensajes electorales. Ya no se producen sólo durante la campaña, sino que se han convertido en una forma habitual de comunicación política”, expone.

De todas maneras, aclara que en esta ocasión encontramos alguna novedad respecto a otras campañas, como es el surgimiento de nuevas formaciones “con un mensaje político mucho más dinámico, más enérgico y más claro”. Por ello, precisa que “habrá que ver cómo se traduce este fenómeno en participación efectiva y cuál es el sentido de la misma, pero lo que parece claro es que uno de sus efectos ha sido recordar a los electores que aún tienen alguna posibilidad de participar en la toma de decisiones”.

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