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En Abierto es un espacio para voces universitarias, políticas, asociativas, ciudadanas, cooperativas... Un espacio para el debate, para la argumentación y para la reflexión. Porque en tiempos de cambios es necesario estar atento y escuchar. Y lo queremos hacer con el “micrófono” en abierto.

No es un 8M más

Mil días de feminismo

Verónica Pérez

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Este 8 de Marzo, volveremos a conmemorar un nuevo Día Internacional de las Mujeres y las calles de todas nuestras ciudades se inundarán de feminismo y de ansias de igualdad. Hombres y mujeres que aspiramos a una sociedad más justa y democrática tomaremos las avenidas y plazas para demandar una igualdad plena acudiendo a la llamada del movimiento feminista.

Un movimiento feminista al que hay que reconocer su papel transformador absolutamente clave para alcanzar todos los avances logrados en los últimos tiempos. Entidades de mujeres a las que hay que reconocer su trabajo y constancia, de las que han partido las principales reivindicaciones y que han tenido la capacidad resolutiva de articular respuestas. Detrás de cada cambio normativo que ha colocado a Andalucía a la vanguardia en políticas de igualdad han estado las asociaciones feministas andaluzas con su tesón y su permanente inconformismo. Es de justicia hacerles un reconocimiento público por ser impulsoras de los avances conseguidos y también es de justicia denunciar que no merecen el trato recibido por el actual Gobierno andaluz.

Las mujeres de hoy en día somos herederas de todas esas generaciones de mujeres valientes y luchadoras que con su esfuerzo hicieron posible que diéramos pasos de gigante hacia una sociedad más justa y democrática. Mujeres que han luchado con valentía y determinación por la libertad y la igualdad. Mujeres que han removido conciencias y que abrieron la senda de un camino sin retorno. Mujeres a las que debemos los avances, les debemos las conquistas, les debemos esos pasos de gigante que nos han dado derechos y oportunidades. Avances, sí, pero insuficientes. Hay que seguir andando el camino hacia la plena igualdad. Tenemos que hacerlo por ellas, porque se lo debemos, y también tenemos que hacerlo por las que vienen detrás, por esas generaciones futuras a las que, por responsabilidad y compromiso, tenemos la obligación de legarles una sociedad mejor.

Es justo reconocer que han sido muchas las conquistas, pero también que aún persisten innumerables discriminaciones. Todos los indicadores socioeconómicos confirman que la desigualdad de género es un hecho. Las mujeres seguimos padeciendo una mayor tasa de desempleo, más temporalidad, mayor precariedad laboral y una brecha salarial insoportable. En nosotras siguen recayendo en mayor medida las responsabilidades familiares y las tareas domésticas en lo que se convierte en una agotadora doble o triple jornada laboral. Y lo más grave, padecemos en nuestras carnes la cara más dura y cruel del machismo en forma de violencia de género.

Negar la existencia de la violencia de género cuando 1.047 mujeres han sido asesinadas desde que hay estadísticas oficiales por la expresión más radical del machismo, justificar la violencia sexual y dudar por sistema de la víctima cuando campan a sus anchas manadas de depredadores sexuales que tienen interiorizada la cultura de la violación, afirmar que la igualdad ya está conseguida y que no son necesarias políticas públicas de género cuando absolutamente todos los datos económicos y sociales confirman que la desigualdad es una realidad innegable presente en la vida de las mujeres, desprestigiar a las organizaciones de mujeres con el afán de inhabilitarlas y restarles credibilidad socialmente, atacar al feminismo o interpretarlo como una guerra de mujeres contra hombres cuando la igualdad es una causa común de mujeres y hombres, una alianza perfecta de quienes legítima y democráticamente aspiramos a construir una sociedad mejor son solo ejemplos de afirmaciones presentes en el debate político actual. Cuesta creer que después de tantos años de lucha hoy, en pleno siglo XXI, el machismo más rancio se haya abierto camino con la intención de llevarnos a una dramática involución ideológica que supone una peligrosa amenaza. Una amenaza que cuenta con la vergonzosa complicidad de aquellos que anteponen sus intereses a los de la colectividad. Y es que es incompatible defender la igualdad cuando se gobierna de la mano de la ultraderecha, como ocurre en Andalucía.

Si pactas con los que niegan la violencia de género estás inhabilitado para defender la causa del feminismo. Las mujeres andaluzas hemos sido la moneda de cambio que ha permitido a PP y Ciudadanos gobernar en Andalucía. A cambio están nuestros derechos, nuestros avances, nuestras conquistas…lo que tanto nos costó construir y que ahora corre un serio peligro.

Dejar sin subvención 241 proyectos de igualdad dirigidos a las mujeres más vulnerables en un claro ataque al asociacionismo, permitir que se persiga a los profesionales que trabajan con víctimas de violencia de género, lanzar campañas sonrientes que hablan de maltrato y evitar el término violencia de género, poner en marcha un teléfono de violencia intrafamiliar, llamar “chupetón” al aborto por parte del Consejero de Salud en una clara falta de respeto a las mujeres, firmar la puesta en marcha del veto parental, despedir a 73 monitoras infantiles sin darle solución, no cumplir el Plan de Coeducación en los centros educativos, dejar sin comedores escolares a miles de niños y niñas dificultando la conciliación laboral, derogar de facto las leyes andaluzas de igualdad y contra la violencia de género que fueron modificadas en 2018 al no cumplirlas ni desarrollarlas son solo algunas muestras de los retrocesos que ha supuesto la llegada de la derecha al Gobierno andaluz en políticas de igualdad.

Por eso este 8M no será un 8M más. Este año debemos reivindicar con más fuerza que nunca, con más ilusión que nunca y con más convicción que nunca la igualdad entre mujeres y hombres porque hoy, más que nunca, están en riesgo todos los derechos conquistados a golpe de esfuerzo en Andalucía.

Este 8M debemos reivindicar el valor del feminismo como teoría política y como fuerza transformadora de la sociedad. El feminismo sin etiquetas ni apellidos. Ni liberal ni amazónico. Porque quien le pone etiquetas al feminismo lo que pretende es edulcorarlo y el feminismo en sí mismo no puede ser complaciente, sino inconformista y combativo.

Ser feminista es mucho más que ir a una manifestación o que sumarse a una moda. Ser feminista es una filosofía de vida, es tener presente la igualdad en cada una de las decisiones que se toman, es luchar por una sociedad igualitaria cada día del año, cada minuto de tu tiempo. Ser feminista es una filosofía de vida y una actitud ante la vida.

Ir a una manifestación el 8M y hacer discursos sobre la igualdad huecos e impostados en los días próximos a esa fecha no consigue blanquear la gestión de un Gobierno andaluz que, en cada una de sus decisiones, muestra su falta de compromiso con las mujeres andaluzas y nuestros derechos. Un gobierno complaciente con la extrema derecha a costa de las políticas de igualdad es un gobierno que poco o nada tiene que celebrar el 8M.

Sin duda, queda mucho camino por recorrer para alcanzar el objetivo de una sociedad igualitaria y se vislumbran múltiples amenazas en el horizonte. Por eso, este 8M miles de andaluces y andaluzas inundaremos las calles de feminismo con las ansias de seguir avanzando y con la rebeldía del inconformismo. Lo haremos por las que lucharon, lo haremos por las que vendrán, lo haremos por la esperanza de un futuro mejor, lo haremos por todas nosotras, también por las que reniegan de esta causa, pero, sobre todo, lo haremos por ellas, por las 1.047 que nos faltan, por las que ya no tienen voz, por esas mujeres a las que serlo les costó la vida. Feliz y reivindicativo 8 de Marzo. Feliz Día Internacional de las Mujeres.

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