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Abengoa, ausencia de un modelo industrial, puertas giratorias e inseguridad jurídica

Los bancos acreedores se reúnen este lunes con KPMG para abordar la situación de Abengoa

Sergio Pascual / Miguel Toro / David Benavides

Es conocido el papel de Andalucía en la distribución de la producción en España. La Andalucía de hoy es resultado de y no producto casual del tiempo. Quien ha venido gobernando y representando a Andalucía ha aceptado sin reparos una condición subordinada en la división territorial del trabajo, un destino agrícola latifundista, la prestación de servicios con escaso valor añadido y la explotación de los recursos naturales. Mientras que en Cataluña se asentaba la industria, en Andalucía se mantenía la recogida de materias primas para aquella. Mientras que en el País Vasco se desarrollaba la industria siderúrgica, en Andalucía se explotaban minas. Mientras que en la costa cantábrica se apostaba por un modelo de construcción que no eludía la sostenibilidad, en la costa andaluza se han cometido tropelías urbanísticas de sonada repercusión de las cuales todavía pagamos las consecuencias.

Los intereses de unos pocos –la casta económica y política-, a nivel autonómico, estatal y europeo, han hecho endémica la subindustrialización de Andalucía. Mientras que en Cataluña el PIB industrial supone el 23% del PIB industrial español, el PIB andaluz supone apenas 10%, a pesar de tener casi un millón más de habitantes.  Hay indicadores como el Índice de Producción Industrial para Andalucía (IPIAN) que, según cifras del gobierno, nos ubican hoy en valores de hace veinte años en cuanto a producción industrial en nuestra tierra. La gestión de la economía andaluza en las últimas décadas no ha roto la tendencia, la ha acentuado. Nunca ha habido un proyecto político solvente –de hecho no ha habido proyecto político industrializador en absoluto- para Andalucía.

Es en este contexto se desarrolló Abengoa, una rara avis por varios factores: primero por ser una multinacional con sede en Andalucía y con implantación en más de setenta países y segundo por tener como principal actividad la  ingeniería y construcción para energías renovables, reciclaje, biocombustibles o desalinización, es decir, parte de los llamados brotes verdes.  Pues bien, Abengoa, y con ella el (no)modelo industrial andaluz, ha entrado en fase de agonía y la multinacional ha presentado preconcurso de acreedores con una deuda que ronda los 9.000 millones de euros. Además del drama que supone para las trabajadoras y trabajadores, la crisis de esta empresa es un claro síntoma del fracaso de las políticas industriales en Andalucía y España.

Sobra decir que hay factores no controlables como son la caída del petróleo o la propia crisis financiera internacional que generan incertidumbres que aumentan el riesgo. Por una parte, es sorprendente que justo cuando en estos días se celebraba la cumbre del clima en París, cuando magnates como Bill Gates o Zuckerberg deciden investir en fondos para para promover energías limpias, cuando Barack Obama reconoce la “culpa” de Estados Unidos en el calentamiento global, justo en este contexto, se produzca el desplome de Abengoa. ¿No será que para algunos el negocio de las renovables es demasiado como para dejarle parte del mismo a Andalucía? La ausencia de gobiernos tanto en España como en Andalucía que defiendan con valentía y decisión un plan de soberanía tecnológica e industrial merma aún más si cabe las posibilidades de desarrollo en este sector que debería ser estratégico para nuestro futuro.

Pero hay otros factores endógenos que influyen, creemos, de manera decisiva en la deriva del tejido industrial español y andaluz. Tenemos que mirar a la cara al régimen bipartidista y señalar tres factores que han influido sobremanera en la actual crisis de esta multinacional andaluza. Por un lado, el gobierno del PP y sus reformas en el sector de las energías renovables han generado un marco de inseguridad jurídica que ha mermado el potencial que este sector tiene en nuestro país y golpeado la cuenta de resultados de muchas de las empresas del sector. Es de una irresponsabilidad histórica haber dado ese golpe de timón cuándo había muchas empresas que habían apostado por las energías verdes.

Por otro, el partido socialista con una política de subvenciones clientelares ha condicionado tanto la capacidad de la Administración Pública como al propio modelo productivo. Un modelo de subvenciones opaco y desnortado que ha demostrado ser incapaz de generar empleo e industria estable. Hay que exigir transparencia en el modelo de gestión empresarial, en las retribuciones de los Consejos de Administración y su justificación, en las subvenciones públicas concedidas y en definitiva en el retorno social que las empresas reporten. El último factor es lo que venimos llamando puertas giratorias que ponen los intereses particulares por encima de los colectivos que en el caso de Abengoa vienen desde lejos. Ya el cofundador de la compañía, Javier Benjumea, era sobrino del primer ministro de Economía de Franco y desde ahí una larga lista de personas relacionadas con el poder del Estado han ido rotando posiciones en los consejos de administración y posiciones de decisión estratégica. Desde Josep Borrell, exministro de Obras Públicas con el PSOE, hasta Javier Rupérez, exembajador de España en Estados Unidos, además de exdiputado y exsenador del PP, pasando por Carlos de Borbón-Dos Sicilias, primo del rey Juan Carlos I. Como si esto fuera poco, en el primer trimestre de este año, la compañía repartió entre sus accionistas 94 millones de euros en beneficios, el mayor reparto en la serie histórica, como si todo fuera muy bien con la compañía.

Vivimos un momento histórico, de esos que sólo se presentan cada varias décadas. La caída de la multinacional sevillana no es más que otro síntoma de la crisis orgánica del sistema político en que vivimos. La recomposición vendrá o bien por arriba con los actores y partidos tradicionales o sus sucedáneos mediante un cierre en falso que nos traerá más sufrimiento –cambios cosméticos que hagan que todo siga igual-; o bien vendrá por abajo con un pacto nuevo construido por las mayorías. En este pacto nuevo, debemos defender el sitio especial que le corresponde a Andalucía y en él, un modelo productivo sostenible, eficaz, democrático y solidario  de industrialización, sin puertas giratorias y con un marco de seguridad jurídica que apueste sin tapujos por las energias renovables para transitar en el carril largo que trace el futuro de las próximas generaciones.

Referencias consultadas:

http://www.eldiario.es/economia/estrechos-vinculos-Abengoa-politico-sevillano_0_456005422.html

http://www.elmundo.es/economia/2015/12/03/565f651ae2704e0d2e8b45d4.html

Sergio Pascual Peña, Secretario de Organización de Podemos y candidato al Congreso de los Diputados por SevillaSergio Pascual Peña

Miguel Toro Bonilla catedrático de la Universidad de Sevilla y ex Director General de Investigación, Tecnología y Empresa de la Junta de Andalucía. Miguel Toro Bonilla

David Benavides, profesor titular de la Universidad de Sevilla y secretario político de Podemos AndalucíaDavid Benavides

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