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Día Internacional del Niño: detrás de cada cara, hay una cifra

Imagen: Save the Children

Javier Cuenca

Responsable de Andalucía de Save the Children —

El pasado 17 de noviembre Save the Children publicaba su Barómetro de infancia,  una herramienta digital dónde poder consultar a golpe de clic datos claves sobre la infancia en nuestro país, centrados en cinco dimensiones: educación, salud, pobreza, violencia y migraciones.

Muchas veces escuchamos que los datos no lo son todo, que detrás de cada cifra hay una cara, una persona, una historia.

Nosotros podemos dar fe de ello, a diario trabajamos con miles de niños y niñas y sus familias en situación de extrema vulnerabilidad, lo que hace que tengamos muy claro que cada uno de esos niños es especial, único e irrepetible, y como tal, necesita una atención específica y un trabajo concienzudo que nos permita proporcionarle herramientas para que ellos mismos puedan cambiar sus vidas.

Así pues, esa supuesta frialdad que arrojan las cifras ya no lo es tanto si imaginamos detrás esas caras, esas historias, esas vidas. Miramos los números de otra manera, con la indignación que supone ver que 160.000 niños y niñas viven en hogares con carencia material severa en Andalucía, la decepción que conlleva comprobar que el porcentaje de gasto en protección social de la infancia en España está muy por debajo de la media europea de los 28 (1.3% frente a 2.3%), o la alegría al conocer que durante el mes pasado, 140 niños han sido salvados de morir ahogados en el mar por nuestros compañeros del Vos Hestia, el barco de operaciones de rescate que Save the Children ha puesto en marcha en el Mediterráneo.

Esos son algunos datos de la dura realidad a la que se enfrenta la infancia. Fríos, pero reales. Si no atendemos a las cifras, difícilmente podremos tener idea de la magnitud de las dificultades que sufren los niños y niñas o de qué debemos hacer, por dónde debemos empezar. Y esta es una de las grandes carencias a la hora de abordar los grandes retos que presenta la infancia en nuestro país, la ausencia de datos. Los hay, pero no todos los que necesitamos. Por supuesto, los números y porcentajes se complementan con otros análisis de diversa índole, jurídicos, de políticas públicas, enfoques de intervención, que aunados nos permiten recabar todas las piezas del puzzle.

Necesitamos conocer qué le está pasando a la infancia en educación, salud, pobreza,  violencia, participación social y política, migraciones, vivienda, bienestar, y necesitamos datos de todos y cada uno de los niños y niñas, para poder llegar a ellos si hiciese falta.

Y a continuación se nos presenta otra interesante pregunta, qué datos queremos tener y quién se encarga de sacarlos a la luz, de modo fiable, coherente y realista.

Pues por un lado necesitamos un consenso en cuanto a qué información queremos manejar y cómo queremos extraerla, siguiendo una lógica común que evite que cada uno mida lo que quiera y como quiera para posteriormente manejar sus métricas con otros objetivos e intereses que no sean los puramente útiles para la infancia, sino de índole partidista o de confrontación política. Porque ha pasado y sigue pasando.

Por otro lado, una vez llegados a dicho consenso, tenemos claro que son las administraciones públicas, el estado y las comunidades autónomas, los responsables de recabar dicha información y ponerla a disposición de la sociedad.

No lo decimos nosotros, se lo exige el Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas a todos los Estados que han firmado la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas de 1989, entre ellos España. Y por extensión, y con las competencias en infancia, salud, o educación descentralizadas, a las Comunidades Autónomas.

Y lo exige en base a dos criterios necesarios, uno del que ya hemos hablado, la necesidad de conocer la dimensión para saber cómo actuar, y otro para visibilizar realidades que no son sino gravísimas violaciones de derechos, que aún siguen ocultas y cuya ausencia de cifras detalladas contribuyen a perpetuar.

Si no conocemos con exactitud cuántos niños viven en situación de pobreza en nuestro país, o en nuestra ciudad; cuántos son víctimas de las distintas formas de violencia que sufren a diario; cuántas niñas viven dentro de nuestras fronteras como esclavas sexuales, víctimas de redes de trata ¿Cómo podremos hacernos una idea de qué planes y recursos son necesarios para poder abordar todos estos desafíos?¿Cómo podremos saber dónde están estos niños y niñas?¿Cómo podremos llegar hasta el último niño y niña?

Este domingo 20 de noviembre se celebra el Día Internacional del Niño, el día de la Infancia en Andalucía, y el XXVII aniversario de la aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas. Debemos avanzar un paso más en poner cifras a esas caras, a esas historias, y a esas vidas.  

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